La Diputación publica un estudio histórico sobre nombres y apodos
La Diputación de Salamanca, a través del Instituto de las Identidades, ha sacado a la venta el libro 'Antroponimia salmantina. Primeras aproximaciones históricas', una obra "pionera" que recorre el uso de nombres y apodos de los vecinos de la provincia desde el siglo XII hasta la actualidad.
Esta publicación, escrita por el experto José Luis Martín Martín, aporta "luz" a este ámbito de la etnografía y de las raíces salmantinas, pues ya había artículos sobre ello pero no existía un trabajo que haya tratado este asunto con "tanta contundencia", ha explicado el director del Instituto de las Identidades, Fran Francisco Blanco.
En esta misma línea, el diputado del área de Cultura, Julián Barrera, ha insistido en la "peculiaridad" del libro, a la venta ya en las librerías al precio de doce euros y con una tirada inicial de 500 ejemplares.
Barrera ha destacado el interés de La Salina por dar a conocer las "peculiaridades" de Salamanca, una provincia con "enorme diversidad" entre los 362 municipios que la conforman, además de sus comarcas o zonas con características diferenciadas.
El diputado ha mostrado su satisfacción por este estudio, "profundo y riguroso", que analiza cómo los apodos, los nombres y los apellidos de los salmantinos han ido variando por los estatus sociales de sus vecinos o por modas a lo largo de la historia.
Por su parte, el autor ha explicado su interés por mostrar los cambios e "ir más allá de la simple curiosidad" en la antroponimia salmantina desde el siglo XII, cuando aparecen las primeras listas con estos datos, hasta la actualidad, con importante densidad de información en órganos como el Instituto Nacional de Estadística.
Por ejemplo, ha reseñado que en esos siglos iniciales del estudio -XII y XIII- el sistema era "primitivo" y en él predominaban los "apelativos", así pues se podían leer documentos oficiales en los que aparecen nombres como 'Gigante', 'Tiñoso' o 'La mora'.
Este proceso de incorporar un sistema más concreto se fue gestando por iniciativa de los nobles, con el propósito de dejar claros aspectos como las herencias, y se ha ido modificando hasta llegar a la actualidad.
En ese tiempo, hasta el siglo XVI, los cristianos utilizaban nombres del santoral y del Nuevo Testamento, los del Viejo Testamento los dejaban para los judios. A continuación fueron generalizándose también estos últimos y en los siglos XVIII y XIX los padres llegaron a poner hasta cinco y seis para cada niño, ha apuntado José Luis Martín.
Nombres como José, Manuel, Isabel y Josefa fueron los predominantes hasta mediados del siglo XX, cuando empezaron a dejar hueco a otros, que son los que predominan ahora en las partidas de nacimiento de la sociedad actual.