Palencia-cristo-otero-reportaje-monumento-14

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Palencia

La mirada del Cristo del Otero enamora a Palencia

27 febrero, 2018 15:28

En el cerro que lleva su mismo nombre se ubica el Cristo, sí, ese que todo el mundo reconoce y que los habitantes de Palencia idolatra, el Cristo del Otero, que observa a su ciudad vigilante y que preside una urbe que acumula muchos encantos en lo que al patrimonio y también a la gastronomía se refiere, pero de ello hablaremos en otro artículo.

La estatua del Cristo del Otero tiene el honor de ser una de las dedicadas a Jesucristo más grandes del mundo, de gran verticalidad, con más de 20 metros de altura y que fue realizada, allá por el año 1930, por otro emblema de la ciudad, el escultor de la tierra Victorio Macho.

Los inicios del proyecto

En 1927 comienza el proyecto de Construcción del Cristo, tras el encargo de Gerónimo Arroyo que eligió a un Victorio Macho que ya tenía en mente realizar una obra de más de 20 metros de altura y que presentó su idea unos meses más tarde tras llevarse a cabo esa formalización del encargo.

En el boceto primero, en el que se dejaba entrever la importancia que iba a tener la construcción comparándola con otras obras de dimensiones inmensas, se entremezclan la importancia en lo que a la simbología paisajística y emotiva, con esa nueva moda de levantar al Cristo se refiere.

El cambio en lo que al presupuesto estimado de 187.000 pesetas iniciales a 100.000 supuso unas modificaciones de los materiales de lujo por unos más modestos que permitieron la realización final de la obra tras cambiarse la orientación de las manos y la cabeza para obtener “la conmovedora expresión que antecede al bendecir”.

Un sueño hecho realidad

En 1930 se acabaría aprobando finalmente la realización de este monumento de aproximadamente 20 metros de altura con un hormigón armado que estaría revestido de piedra y granito olvidándonos por completo del bronce y los mosaicos siendo doce los obreros, junto al escultor palentino, los que acabarían creando un Cristo que se inauguró en 1931.

A lo largo de estos casi 90 años de vida, la pieza ha tenido que sufrir restauraciones, con un cuidado extremo para conseguir que la obra no pierda sus señas de identidad, y con el fin de que las grietas no acabaran destruyendo una de las señas de identidad inequívocas de la capital palentina.

Sabedores todos de la importancia del Cristo se han colocado luces de colores, aunque la predominante es blanca para que los ciudadanos se sientan identificados con su emblema y para que tanto de día como de noche luzca en las alturas el que protege, bendice y vigila a la ciudad.

Una ermita y un museo

Justo a los pies del Cristo se ubica la ermita rupestre de Santo Toribio a la que se conoce también como Ermita del Otero con una iglesia con tres naves y un retablo mayor neoclásico con un crucifijo que data del siglo XII y en la que reposan los restos mortales de Victorio Macho.

El museo, que lleva por nombre es del escultor, está dedicado a obras que el artista palentino realizó en la ciudad y que son emblema de Palencia. La entrada al mismo es gratuita y se pueden ver bocetos, moldes de esculturas y una explicación de cómo se construyó la obra.

El Cristo del Otero es un emblema único de Palencia, una delicia creada por Victorio Macho, con la que deleitarse subiendo al cerro para gozar también de las vistas al completo de una ciudad fantástica.