Casa de Raquel en Yeres (León) con la pancarta

Casa de Raquel en Yeres (León) con la pancarta Cedida

León

Raquel, autora de la pancarta viral del incendio de Las Médulas: “Mis abuelos recogían leña y eso ahora no se permite”

“La gente del pueblo y de la zona esto ya lo veía venir. El comentario era que como un día caiga una cerilla… pues ya ha caído…”, relata desolada.

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“La gente del pueblo y de la zona esto ya lo veía venir. El comentario era que como un día caiga una cerilla… pues ya ha caído… y todo ha ido en nuestra contra porque el viento ha hecho lo que le ha dado la gana con este fuego. Lo ha dejado todo negro”.

Este es el testimonio desgarrador, pero sensato, de Raquel Pastor, de 48 años, encargada de hostelería y profundamente unida a la tierra de Yeres, en Las Médulas de León, desde niña.

Este municipio y alrededor ha vivido en los últimos días uno de los episodios más angustiosos de su historia. El tremendo fuego, avivado por un viento sin rumbo, cercó las casas y obligó a evacuar a todos sus vecinos.

Ya de vuelta en lo que ella llama su “casita milagro”, ha colgado en la fachada una pancarta con un mensaje claro:

La pancarta blanca con letras negras y corazones partidos rojos en la fachada de su casa no es solo un grito personal. Es el mensaje de todo un pueblo que, tras mirar de frente al fuego, exige que la tragedia no vuelva a repetirse.

“Ayer pudimos volver y la sensación es desoladora. Mi finca, con sus encinos y robles, está negra. El monte entero es oscuridad. Hemos tenido la suerte de que no se ha perdido ninguna casa ni vidas humanas, pero la herida que queda es enorme”, relata Raquel a

Como un día caiga una cerilla…

Para ella, el desastre no era imprevisible. Recuerda que en el pueblo se comentaba a menudo que “como un día caiga una cerilla…”. Y ese día llegó. El viento hizo el resto.

Más allá de la tragedia, Raquel señala un problema de fondo que parece que los políticos no quieren ver: la falta de prevención. “Somos patrimonio, igual que Las Médulas. El monte necesita mantenimiento y limpieza, como se hacía antes. Mis abuelos recogían leña; ahora eso no se permite, y el monte está abandonado"

Además, pone el dedo en la llaga al decir que "deberíamos tener brigadas trabajando todo el año, no solo en verano. Si en invierno se hacen los deberes, el verano es menos complicado”.

El incendio ha golpeado no solo al entorno natural, sino también a la economía local. Yeres y su entorno viven en gran parte del turismo y de la recogida de castañas, muchos de cuyos árboles han ardido.

“Ahora va a ser complicado. Pedimos que no nos olviden, que nos ayuden a levantar esto. El estrés y la ansiedad que hemos vivido no deberían repetirse jamás”.

En medio de la devastación, el agradecimiento. Raquel no olvida la labor de las brigadas y de la Unidad Militar de Emergencias: “Se han volcado con nosotros, pero ahora viene lo más difícil: la reconstrucción”.