El joven, Iker Somoza, en Ávila
Iker Somoza, el alumno brillante de la PAU en Ávila que se enamoró de las matemáticas en casa
Entiende el estudio como una forma de disfrutar pensando, y no como una carrera por la nota o el reconocimiento.
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Con los resultados de la PAU todavía calientes, Iker Somoza Blanco, alumno del IES Isabel de Castilla de Ávila, se ha convertido en el mejor expediente de la prueba en su provincia.
Lo supo mientras viajaba con amigos, cuando la noticia le sorprendió en pantalla: su nota era la más alta del instituto. “Sorpresa y alegría”, resume él con una sencillez que lo define.
Iker no es de rutinas rígidas ni métodos de estudio milimétricos. Reconoce que hay días más productivos que otros y que el secreto, si lo hay, está en la constancia.
“Aprovechar las clases, escuchar a los profesores y no dejarlo todo para el final”, dice con naturalidad. En su caso, ese enfoque ha dado fruto.
Le costaba más sentarse con la Historia de España o la Filosofía, materias que implican memorizar mucho contenido. En cambio, disfrutaba con la Física y, por supuesto, con las Matemáticas.
Tanto que ha decidido convertir esa pasión en su camino profesional. “Es la asignatura que mejor se me ha dado siempre”, confiesa, y recuerda cómo su padre le transmitió desde pequeño el gusto por los números.
“A él le gustan las matemáticas como un hobby”, cuenta, y esa chispa familiar ha prendido fuerte en él.
Lo suyo no ha sido una carrera de última hora. Tenía claro desde hace tiempo que quería estudiar Matemáticas y no ha sentido la presión de alcanzar una nota estratosférica.
“Sabía que un 13 era suficiente”, dice, quitándole dramatismo a lo que para muchos es una carrera de fondo angustiosa.
Para desconectar, deporte
“Me encanta”, dice sin dudar. Esa vía le ha servido para mantener el equilibrio.
También ha contado con el respaldo constante de sus padres, aunque aclara que su disciplina “viene de años” y que ya ha desarrollado una autonomía sólida. “El apoyo está ahí, pero ahora ya es cosa mía”, afirma.
Tiene los pies en el suelo. Todavía no ha celebrado en grande su nota, más allá de un rato tranquilo con la familia.
Este verano toca descanso, sacar el carné de conducir y empezar a mirar de reojo la universidad en Salamanca.
Mirando al futuro le gustaría quedarse en España, si es posible, y dedicarse a la investigación. “Me gustaría formar parte de un grupo de investigación, participar en proyectos… eso me gusta mucho”, explica.
Si pudiera cambiar algo del sistema educativo, apostaría por reducir la carga de asignaturas humanísticas en el itinerario de Ciencias.
“Se hacen pesadas”, dice, aunque reconoce su valor. También aprecia que se estén introduciendo enfoques más competenciales, que considera un acierto.
Iker también se acuerda de quienes empiezan ahora Bachillerato.
“Que se conozcan, que sepan en qué son buenos y en qué no, y que aprovechen a los profesores, que muchas veces son más útiles en nuestro camino de lo que creemos”.