Entre la ultraderecha española, liderada por Santiago Abascal y la jerarquía católica por el vallisoletano monseñor Argüello se ha producido un choque de trenes. Es necesario salir del espejismo de que Vox defiende los valores del catolicismo y la doctrina de la Iglesia, en relación con materias como la inmigración. Vox está claramente instalada en la xenofobia y obtiene de esa cantera de rechazo al inmigrante pingües réditos electorales.
En Jumilla se aliaron Vox y PP, para impedir que en espacios municipales los musulmanes residentes en la localidad celebren la “Fiesta del cordero”, por considerarlo una tradición foránea e igualmente no se utilicen espacios municipales deportivos para prácticas religiosas del Islam. El argumento municipal es bastante tosco. La moción Vox-PP afirma que no discrimina a credos no católicos, sino que trata de “defender lo nuestro, nuestras tradiciones, las de todos” con actividades “que pongan en valor nuestras raíces”. Es inexplicable que el PP se metiera en ese charco.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid respondió, “Un xenófobo no puede ser un buen católico”, postura coincidente con la del arzobispo de Tarragona monseñor Planellas. Parece impensable que un político como Abascal, que hasta ahora ha confesado su credo católico, realice un ataque tan crudo y frontal a la Iglesia.
El líder de Vox soltó un obús de grueso calibre contra el episcopado y justificó la postura de la Iglesia por los casos de pederastia y el temor de la jerarquía eclesial a que sean utilizados por la “máquina del fango” socialista contra los obispos, además de añadir que los obispos están coartados por las subvenciones que recibe la Iglesia, con cargo a la voluntariedad de los españoles constatada en su declaración del IRPF. Vamos, que hablando en castellano, para Abascal el gobierno tiene cogida a la Iglesia por los bajos o el salva sea la parte.
Monseñor Argüello que es un fino y solvente jurista dejó patente lo que el ordenamiento legal español protege con rango constitucional, que es la libertad de cultos. Mi admirado Cardenal Cobo, Arzobispo de Madrid, no ha hilado tan fino. Cobo ha aseverado que “una fiesta como la del cordero en el seno de una población con significativa presencia musulmana no puede constituir una amenaza para nada o para nadie”. Yerra el cardenal. En la fiesta del cordero se produce sufrimiento animal al ser degollados los carneros, sin cumplirse el aturdimiento que es preceptivo en los mataderos. Los carneros se consumen además sin control veterinario alguno. Cardenal Cobo, libertad de culto y ecumenismo si, pero sin buenismos innecesarios
Estamos en la certeza que en los países del Islam, no son tan condescendientes con los cristianos e incluso los persiguen o matan. Pero nuestra sociedad está avanzada en derechos fundamentales y no podemos ponernos al nivel de esos países islámicos. Para el catolicismo no sirve el talión del ojo por ojo y diente por diente.
El catolicismo de Abascal está cuestionado. Para monseñor García Magán, Secretario de la Conferencia Episcopal, el líder de Vox es un “sedicente” con la fe católica. Sedicente es un término jurídico que equivale a falso. Para García Magán, Abascal es un falso católico. La Iglesia ha usado un término culto, pero más claro el agua. El líder de Vox es un falso católico.
Abascal está a otra guerra, no a pescar votos entre el electorado católico ni las clases medias. Está como el lepenismo francés , a reclutar esos apoyos del electorado pendular que pasa de Sumar y Podemos a la extrema derecha. Es un “déjà vu” en toda Europa. Abascal quiere tener como votantes a “descamisados” que provienen de la extrema izquierda . Le va la marcha del populismo del General Perón. ¿Acaso su esposa Lidia Bedman quiere dejar de ser influencer guay y convertirse en Evita? ¿Está dispuesta doña Lidia a gritar como Evita Perón?: “El fanatismo es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos”.