Junto a las faldas de los Montes Torozos de Valladolid, tierra de reposo en estío, robo unas palabras de la novela de Delibes “La sombra del ciprés es alargada”. En estos montes cazó el maestro de las letras castellanas y en su cercanía vivió otro Miguel, un personaje terracampino absolutamente novelesco, que conocí personalmente. El maestro Delibes narró las andanzas de su tocayo Miguel en la caza de conejos con los “bichos”.

Jorge Francés tituló ayer su columna en El Español Castilla y León “Humo contra el fuego”. Jorge es un maestro del columnismo. Otros no pasamos de novicios. Al socaire me viene a la memoria la frase de madame Chanel sobre Cristóbal Balenciaga. Chanel afirmó “Cristóbal hace con los tejidos lo que quiere, los demás hacemos lo que podemos”. Pues eso, Jorge.

Hay demasiados fuegos estos días en España y mucho humo. Las humeras han tapado muchos escándalos y fechorías en la política española. José Luis Rodríguez Zapatero, presidente que fue de varios gobiernos, se parapeta bajo el humo con astucia. Don Ángel Torio, quien fuera mi catedrático de Derecho Penal, nos enseñaba que los manejos que tratan de burlar la ley son los más silentes. Se actúa “cum vis como el león o cum fraude como la vulpeja”. Es decir, con la fuerza del león o la astucia de la zorra. Y Zapatero lleva años en “modo vulpeja”.

El antiguo presidente tiene en su haber muchas zorrerías y se está yendo de rositas en el juicio de la historia. Se mueve agazapado y así favorece negocios opacos con la dictadura comunista de China, hasta que ha saltado la escandalera de Huawei. Hemos puesto en manos de un régimen dictatorial e intervencionista en la geopolítica mundial, sectores estratégicos como la defensa nacional y bases de datos de la Policía y Guardia Civil. Este año me niego a ir a tomar una tortilla de patata entre los carrascos de los Montes Torozos, no sea que los chinos se enteren si la prefiero con o sin cebolla.

Algún día conoceremos lo que Zapatero se ha traído entre manos con la narcodictadura bolivariana de Venezuela. Seríamos bastante pánfilos si creyéramos que en sus tejemanejes con Maduro está haciendo obras pías como si fuera a pasar la tarde ordenando pantalones usados en un ropero de caridad. Como existe la presunción de inocencia nada afirmaré. Varios medios de comunicación han evidenciado el engorde del patrimonio personal de Zapatero y que ahora desea vender a uña de caballo su mansión en Aravaca, valorada en más de dos millones de euros, a raíz de aparecer en un informe de la Guardia Civil sobre Venezuela.

Nada tan infame en Zapatero como la fractura social que provocó en su etapa como presidente y por la que la sociedad española sigue abierta en el canal y en el frentismo, que sigue fomentando su discípulo amado Pedro Sánchez. Zapatero desempolvó el guerracivilismo. Quería ganar la guerra a Franco, pero el dictador hacía décadas que había muerto y dormía el sueño eterno. Ridícula victoria pírrica.

Justo es que se honre a los muertos y asesinados en la guerra incivil española, muchos de ellos inocentes. No deben permanecer en montes ni cunetas. Tienen familia y deudos que desean mantener vivo su recuerdo. Pero la Ley de Memoria Histórica nació con pecado original y solo para las víctimas de los sublevados en 1936 y en la posterior dictadura franquista. Moralmente está viciada. Olvida a los asesinados por la represión republicana que fusiló a troche y moche como los golpistas y tuvo checas donde de practicó la tortura. No queramos parecer ahora Blancanieves. Las checas de Alcalá, 138 y Agustín Durán, 22 de Madrid estaban mantenidas por el Partido Socialista. Eso no lo quieren contar ni Zapatero ni Sánchez. Fuego debajo de las faldillas en el PSOE. Ya lo dice Jorge Francés, España entera es “Humo contra el fuego”.