El feminismo oficial del socialismo y de las instituciones gubernativas , además del de toda la izquierda, ha permanecido mudito ante el caso de los prostíbulos de la familia Gómez, padre y tíos de la controvertida Begoña Gómez, esposa del presidente del gobierno. Tugurios donde se ejercía el negocio carnal. Si hubiera afectado a un gobierno de la derecha, la manifestación y protesta que el feminismo patrio hubiera organizado sería más grande que la congregada en la entrada de general de Gaulle en París, tras la mítica alocución ¡París ultrajado!.

Es cierto que los negocios de Sabiniano Gómez, suegro de Sánchez, con sus locales donde se ejercía la prostitución pertenecen a la esfera privada. Pero afectan de lleno al líder socialista. El PSOE no lo quiere ver porque está más ciego que el amo del pícaro Guzmán de Alfarache. No es de extrañar, el socialismo ya ha chapoteado por los bajos fondos, al igual que los personajes de las novelas de la picaresca . Pero no estamos en el Siglo de Oro, sino en una de las etapas de mayor bajeza moral de la política, desde los homínidos de Atapuerca a nuestros días.

Ya no menudean en los bajos fondos, lazarillos, ciegos o escuderos. Ahora se llaman Cerdán, Ábalos, Koldo, Aldama. Y asoma a la escena Cristóbal Montoro, aquel ministro mustio y pitagorín al que no se le movía el cuello de la camisa. Montoro ha clavado en el PP una estocada en todo el morrillo, cuando los populares navegaban con viento a favor. Pérez Galdós encontraría trama para describir estos inframundos de presuntos delincuentes y los incorporaría a su novela “La Busca”.

Sánchez y sus acólitos están más K.O. en el cuadrilátero que los rivales de Urtain . Pero don Pedro no reacciona con humildad, sino con soberbia compulsiva. El jefe de gobierno se va de vacaciones a “La Mareta”, una residencia real que, aun formando parte de los bienes de Patrimonio Nacional, debiera reservarse a uso de la Corona, pues para disfrute de la Real Familia fue obsequio del rey Hussein de Jordania a Juan Carlos I. Sánchez tiene los humos muy altos. Freud lo delataría al instante. Ya ha intentado situarse en público en lugares que el protocolo asigna directamente al rey. Pedro no se cree don Felipe, sino el “rey Sol”.

En cualquier calentón, en una sesión de control en el Congreso se le escapará “El Estado soy yo”, parafraseando a Luis XIV y su famoso “L'État, c'est moi”. Y entrará en arrobo esa vicepresidenta zafia y lenguaraz, que es Montero.

Las saunas de los Gómez pudieran ser legales. Beneficio de la duda. Pero olvida Sánchez aquel brocardo famoso en Derecho, que es la sentencia del célebre jurista romano Paulo: “Non omne quod licet honestum est”. No todo lo que está permitido es honrado.

Sánchez se hacía el feminista en el PSOE, a la par que su partido. Al presidente le ha faltado ética. De boquilla se hacía adalid de la mujer, mientras que los Gómez hacían caja no solo en las saunas, sino en establecimientos ilegales. Camuflado como hostal rural sin licencia, Francisco Gómez, el tío de Begoña, regentaba el “club Kilómetro Ochenta” en la provincia de Segovia. Un club de carretera clausurado por la autoridad, donde la prostitución era sórdida y al margen de la ley. Afirman que Sánchez usó viviendas compradas con los dineros de la prostitución amasados por los Gómez.

Las encuestas en contra de Sánchez son a día de hoy demoledoras. Por eso quiere esperar a ver si un viento de levante aqueja de un mal aire a Feijóo o Abascal encalla en un arrecife. El PSOE no es ya la escuadra de Blas de Lezo, sino la flotilla de una cofradía de pescadores en la procesión de la Virgen del Carmen. Cuando quiera Puigdemont la hunde con unas balizas de fogueo.