“Apoyá en el quicio de la mancebía/ miraba encenderse la noche de mayo/ pasaban los hombres y yo sonreía” cantaba Concha Piquer en aquella mítica copla “Ojos verdes”. Ábalos y Koldo se pasaban presuntamente la vida entre mancebas de paganini, pero sus barraganas no se enamoraban de ellos como en la copla de la Piquer. Con esa pareja de socialistas caviar no cabe el resquicio de romanticismo que cantaba doña Concha: “¡Serrana! para un vestío/yo te quiero regalá/yo te dije/estás cumplío! no me tienes que dar ná”.

Las mancebas de Ábalos y Koldo no se entregaban prendadas por unos ojos verdes. En ese dúo todo es grosero y chabacano. Las meretrices parecen haber sido el centro de sus vidas, amén del presunto cobro de mordidas y comisiones en el que han obtenido sobresaliente “cum laude”. O sea, fulaneo y parné. Golfería más vieja que la Tana. Desgraciadamente en nuestro país se cumple demasiado la sentencia de don Miguel de Unamuno “En España sobra codicia y falta ambición”.

En el uso de acepciones de prostituta de este articulejo, recogidas en el diccionario de la RAE, me introduzco en la mente de esa pareja de hombres sin escrúpulo. Yo no las utilizaría en mi lenguaje. Me merece más respeto la dignidad de la mujer.

En realidad, ni Ábalos ni Koldo habrán acudido a las mancebías. Cerrado el trato, la pupila de turno los visitaría en sus casas o tendrían un pisito de mantenidas. A todo esto, el feminismo militante mantiene una mudez sangrante. ¿Para el feminismo institucional también está vigente la ley del silencio? Las mujeres que servían a Ábalos y Koldo estaban totalmente denigradas. Tratadas con lenguaje soez y deshumanizador. Miles de mujeres de la izquierda política a sueldo del erario público en observatorios, institutos o chiringuitos por la igualdad, calladas como muertas. Ese código de silencio solo es tolerable en la mafia italiana: la “omertá”. Pero chitón, no perdamos el sueldito. Es la cruzada de los garbanzos.

Si la sórdida historia de Ábalos y Koldo con el fulaneo, se hubiera protagonizado por dirigentes de la derecha política se habría orquestado una manifa y no cabría ni un alfiler en la madrileña puerta del Sol. Por cierto, mis queridas féminas, también me parece mucho más digno y más acorde con la respetabilidad humana el término “trabajadoras del sexo”. No se asusten de los vocablos y sinonimias que he usado. Son pura constancia de la riqueza de la lengua española, para referirse a una pelandrusca. Los usos como mero recurso literario. Nunca llamaría furcia a una mujer.

Sobre las mancebías y en concreto de las de Valladolid ha escrito el vallisoletano y maestro de periodistas José Miguel Ortega en su libro “De la mancebía al club de alterne”. Escribe Ortega “Las prostitutas han sido y son las grandes víctimas de su propio oficio”. Tan ruines son las conversaciones entre Ábalos-Koldo, que parecen sacadas de dos sujetos acodados en la barra de un bar de cualquier “barrio chino”. Por su experiencia con meretrices, Koldo tendría que haber administrado una casa de citas y ejercer el cargo de jefazo de las mismas que José Miguel Ortega menciona en su libro: el “padre putas”.

El PSOE ha entrado en crisis existencial. Solo existe una solución. Para Sánchez, tan grandilocuente él, merece metafóricamente que en su partido procedan como los espartanos de la Grecia clásica: Despeñarlo por el monte Taigeto. O eso, o a hundirse como el Titanic. Con Ábalos y Koldo disfrazados de señoras para subirse a un bote. Al fondo del océano se iría el secreto del contenido de las maletas de Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de la dictadura madurista. Es secreto a voces. Echen imaginación, tiene nombre de perfume: “Aires de Europa”.