No es publicidad, es una excusa, es ponerse frente al este espejo de muchos profesionales de distinto índole y condición, es denunciar -con este ejemplo- la situación del autónomo en general. Que simplemente sirva lo escrito a partir de aquí que por la voracidad de una crisis y la indiferencia de un estado “sientan que muchos no olvidamos que están pasando dificultades”...

Entre saludos, abrazos y parabienes hacia Blas gerente, cocinero y camarero todo a la vez en una misma persona. A veces pienso que los autónomos en general tienen la ubicuidad, más que como un don, una imperante necesidad para sobrevivir y no volverse locos.

Vida laboral extensa la de Blas, vida que casi se vio truncada hace 5 meses cuando un descerebrado cruzó la zona de la terraza del Bar Roda -situado en Salamanca- subido en su monopatín; cree ser el dueño de la calle y como tal pone en peligro a los usuarios de la terraza entre los que se encontraban personas mayores y familias con niños.

Blas le llama la atención y el “sin cerebro” no tiene otra reacción que revolverse, agredir a Blas que cae, golpeándose así, la cabeza contra el suelo. 4 días faltaba para que el personaje cumpliese la mayoría de edad, creen que los padres se van a hacer cargo de los daños. Pues parece ser que no va a ser así.

Hoy en día lo excepcional es que, con mucho esfuerzo y a pesar de las circunstancias, un bar de barrio, con toda la carga peyorativa del apelativo (un negocio de cercanía utilizado día a día por vecinos como centro de sus relaciones sociales) vuelva a abrir y así prestar los servicios, los buenos servicios que ofrecía y hoy vuelve a ofrecer el Roda (en este caso) santo y seña son sus callos, su jeta, sus distintos pinchos y como este establecimiento muchos otros que presta sus servicios en otros barrios. No son estrellas Michelin no son soles Repsol son locales familiares que a duras penas se mantienen.

A Blas con 61 años no le ha quedado más remedio que seguir al frente; las secuelas que le han quedado -dicen los que entienden de esto- no es suficiente para la retirada. A expensas de juicio de una justicia tardía por los múltiples defectos: falta de personal, de medios y de Leyes que no solucionan nada y retrasan los casos que se van acumulando en pasillos y mesas. Otro espejo al que deberíamos poner en frente para ver qué refleja.

Y la causa de la excusa: Si dificultoso y complicado es mantener abierto un bar en municipios grandes, de su importancia tenemos referencia consuetudinaria en las veces que los bares de la España vaciada sirven como elemento centrifugo de las relaciones sociales entre vecinos.

Para fijar su importancia en el Congreso se debate estos días el considerar -los bares y comercios de esa España casi finiquitada- como elementos de interés económico general.

Se pretende modificar el artículo 5 de la Ley 5/2011, de Economía Social para incluir a los negocios que apenas subsisten en la España vaciada en el texto legislativo. Este cambio en la legislación permitirá que estos establecimientos se acojan a los incentivos y beneficios que las empresas de economía social tienen reconocidos, tratando con ello, que continúen prestando tan necesario servicio a lo largo del tiempo.

La próxima vez que se concedan los premios de hostelería no se mire solo al mejor restaurante con la comida más atrevida o el mejor diseño piensen que, para que éstos existan, en la retaguardia atendiendo todos los días del año a los vecinos ya sean en los barrios se encuentran locales como El Roda, son sencillos, simples justos como lo son los más difíciles hoy de mantener abiertos, los locales de ocio de la España vaciada.

Un premio un reconocimiento especifico es necesario.