Ciudadanos era un pollo sin cabeza y han tenido que encajarle sobre el cuello, a toda prisa, la de Paco Igea para que llegue a la meta electoral del 13 de febrero. Se verá entonces si mantiene un mínimo hálito de vida o si, por el contrario, hay que hacerle la misa de réquiem.

La audacia previsible de Mañueco de adelantar las elecciones autonómicas sorprendió a los naranjas contemplando la luna de Valencia, inmersos en el sueño dulce de sus sillas curules. Haciendo bueno el dicho de que no hay más ciego que el que no quiere ver, se negaban a aceptar lo que para el resto era ya una evidencia incuestionable.

Tras la escabechina del 20 de diciembre en el gobierno de coalición, Igea escenificó su vuelta inmediata al hospital de Palencia, como para afear a Mañueco que él no pudiera hacer otro tanto. Pero, al poco, cuando supo que él era el único candidato viable (los tiempos impiden el proceso de primarias y él era el mal menor), se apresuró a publicitar, a través de sus cuentas en las redes sociales, su catecismo electoral: “A los militantes y simpatizantes de Ciudadanos”.

Las redes sociales

Los políticos de antaño pateaban uno a uno los pueblos y ciudades, peleaban el voto puerta a puerta, echando horas en las cocinas de las casas entre vasos de vino, embutidos y quesos, interesándose aparentemente por los problemas de cada familia y prometiendo puestos de trabajo a diestro y siniestro que luego se desvanecían en el olvido.

La batalla política se ha trasladado ahora a las redes sociales (incluso Mañueco anunció en Twitter el cese de todos los consejeros de Cs), un fenómeno que la situación de pandemia impulsa y justifica. Los políticos actuales no se ensucian los bajos de los pantalones con el barro de las calles, ni en las suelas de sus zapatos llevan adheridos restos de boñigas de vaca o sirle de ovejas.

La política hoy es sobre todo digital, una sucesión de ceros y unos dando forma a mensajes variopintos. Los caciques de antaño son hoy youtubers, tuiteros y así. Conque, las campañas electorales consisten sobre todo en estar atentos a los exabruptos de unos y otros en las redes.

Incluso el PP pretende celebrar su congreso regional de mediados de enero de forma semipresencial, es decir, con los militantes más afines a Fernández Mañueco de cuerpo presente en el auditorio de León, y el resto, siguiendo la cosa mediante videoconferencia a través de los dispositivos móviles. Es la política 4.0, que con el tiempo acabará desplazando al político humano por esos robots humanizados de los japoneses al servicio de las grandes corporaciones.

Igea, al que no falta razón en muchas de las cosas que expone, tiene ante sí el reto casi imposible de decir ahora “digo” donde antes decía “Diego”, algo que los electores no suelen perdonar fácilmente. Pasó de criticar ferozmente a Mañueco hace dos años, en la anterior campaña electoral, a justificar días después su alianza con él para formar el gobierno regional de coalición.

Ahora, despechado ante la “traición” de la convocatoria electoral adelantada y la inopinada decapitación digital de los consejeros de Ciudadanos, vuelve a sus orígenes, es decir, al Mañueco traidor, desleal e irresponsable. Demasiados vaivenes para que los electores los digieran en tan corto espacio de tiempo.

Tensiones internas en Cs

El 13 de febrero será para Ciudadanos Castilla y León el ser o no ser. El pollo desplomado o el pollo que la testa enredada de Igea consigue mantener en pie. Las pésimas expectativas que vaticinan las encuestas para la formación naranja están generando muchas tensiones internas entre los posibles candidatos. Valladolid, Burgos y Salamanca son las tres provincias donde más posibilidades ven de conseguir escaño.

Igea se presentará por Valladolid. Por Burgos lo hará, previsiblemente, la cara visible de Ciudadanos en esa provincia, José Ignacio Delgado. En Salamanca, en cambio, el liderazgo de la lista se lo disputan Luis Fuentes, actual presidente de las Cortes de Castilla y León, y David Castaño, portavoz del grupo parlamentario.

A la postre, parece que el sueño de algunos dirigentes de Ciudadanos es que las cosas sigan como estaban, es decir, que el PP vuelva a necesitarlos para poder forjar el nuevo gobierno. De esta manera, recuperarían parte de sus cargos, que, tristemente, parece el meollo final.

Dado que Mañueco y el PP han roto el pacto regional con Ciudadanos, otra contradicción que tiene que justificar Igea es por qué, a pesar de ello, siguen manteniendo los pactos municipales en diputaciones y ayuntamientos.

La razón es simple y lamentable. Desde las direcciones nacional y regional se ha evitado entrar en este asunto por el miedo a que muchos de los cargos institucionales actuales de Ciudadanos en entidades locales desobedezcan la directriz y se produzca un trasvase masivo de cargos públicos al PP en cada provincia. Una vez más, los sillones por delante de la ideología.

La paradoja de Igea sería apoyar un gobierno socialista con Luis Tudanca en la comunidad autónoma, mientras en ayuntamientos y diputaciones sostiene a gobiernos del PP. Claro que Igea encontrará siempre el argumento adecuado a cada momento.

La convocatoria electoral está propiciando un sinnúmero de encuestas, con unos resultados que difieren notablemente de unas a otras. Uno no se cree ninguno de esos resultados por las múltiples variables en juego, que propician un horizonte demasiado incierto.

PSOE, 36 procuradores

A mayores, está la encuesta interna que maneja el PSOE de CyL, que da 36 escaños a Luis Tudanca, es decir, uno más de los 35 que consiguió en 2019. De ser correcta dicha cifra, descabalaría todos los pronósticos de los sondeos publicados hasta ahora.

El papel de Vox sigue siendo un gran enigma. Ni se conocen todavía quiénes serán sus cabezas visibles ni pueden aventurarse los escaños que obtendrá con la supuesta subida en votos que se augura al partido de Abascal, que cosechará buena parte del voto oculto.

Tampoco pueden evaluarse las consecuencias de las nuevas formaciones que están surgiendo a la sombra de ese paraguas que es España Vaciada. En algunas provincias conseguirán procuradores, pero donde no lo hagan, pueden influir en los cocientes de la ley D'Hondt y que algunos escaños acaben en una cesta o en otra.

El hecho de que se trate de unas elecciones exclusivamente de carácter autonómico tendrá también consecuencias. Los partidos irán a las urnas sin el amparo de los comicios municipales. Esto puede provocar en principio una elevada abstención, y también que los resultados de algunos partidos no coincidan con los que obtienen habitualmente cuando los electores votan a la par a sus alcaldes y a sus representantes en el parlamento regional.

Y habrá que ver igualmente con qué climatología amanece el 13 de febrero. Es algo que puede influir sobremanera en los resultados de aquellos partidos con parroquia de votantes de más edad, particularmente en el PP.

Así pues, demasiadas incógnitas para fiarse de encuestas.