Tras la bola

Hablaremos de tenis, aunque también de viajes, ciudades, culturas y periodismo en primera línea de batalla. Porque hay cosas que no se ven, pero tampoco se cuentan.

 

Plato de la cena en el restaurante Cambio de Tercio.

Plato de la cena en el restaurante Cambio de Tercio. Rafa Plaza

Como en casa

Por primera vez en todo el torneo, y ya hemos entrado de lleno en la recta final, ayer tuvimos ocasión de salir de Wimbledon pronto, aprovechando para ir a cenar a Londres. De forma improvisada, unas horas antes, Miguel Ángel Calleja (trabaja para Movistar +, la televisión que tiene en España los derechos del tercer Grand Slam del año) intentó conseguir mesa en Cambio de Tercio, el mejor restaurante de comida española en la ciudad (y no lo digo yo, lo dice The Independent). Situado en el número 163 de Old Brompton Road (en el corazón de Chelsea), el lugar irradia encanto antes de entrar por la puerta y eso es culpa de la persona que está al mando.

 

Cambio de Tercio es la recompensa a la apuesta de Abel Lusa (su fundador y propietario) por emprender cuando no tenía nada, empezando desde abajo. El riojano llegó a Londres en 1993, pasó dos años trabajando en el mundo de la hostelería y en 1995 dio el paso de levantar su propio negocio. Ahora tiene cinco locales (con Cambio de Tercio como punta de la lanza) y en su restaurante comen Rafael Nadal, Pippa Middleton (estaba en la mesa de al lado ayer, hace tiempo le pidió a Abel la receta de las croquetas de jamón para publicarla en el Telegraph), Robert de Niro, Novak Djokovic, Juan Mata, Kylie Minogue, Julio Iglesias, Hugh Grant, Fernando Torres, Dustin Hoffman o el mismísimo Juan Carlos I. 

 

Al margen del elenco de caras conocidas que se pasean por Cambio de Tercio, el restaurante triunfa por dos pilares claros. La comida española es espectacular, la mejor que he probado jamás fuera de casa. Desde unas simples patatas bravas (no son simples cuando las has probado) a la tortilla, pasando por la merluza, todos los platos están cuidados y tienen un toque especial. El otro aspecto fundamental del éxito es el trato personal, cercano y familiar de todo el personal, incluyendo por supuesto al propio Abel. El propietario, gran aficionado del tenis (solo hay que ver cómo está decorado el lugar durante esta fecha del año, o los postres con forma de pelotas que regala a sus clientes), ha estado dando de cenar a muchos periodistas españoles enviados a cubrir Wimbledon y conoce a la perfección los entresijos del circuito.

 

Anoche, por ejemplo, estuvimos debatiendo sobre el próximo ganador de Wimbledon antes de sentarnos a disfrutar de nuestra primera gran cena (y posiblemente la última) en todo el torneo. Lo mejor de todo es que nos sentimos como en casa. Tras estar muchos meses fuera, eso no tiene ningún tipo de precio.