Opinión

Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la evidencia científica

Siluetas.

Siluetas.

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En la célebre proclama de Carlos Marx hay un fantasma. No, un bulo. Tampoco en la evidencia científica hay bulo. Sí, un fantasma. Un fantasma es una apariencia que la realidad desmonta. Hagámonos la siguiente pregunta: si hay evidencia, ¿cómo, científica? Y si científica, ¿cómo, evidencia?

Aclaremos más el caso. Los axiomas son evidentes, pero no científicos. Son modos operatorios, partes esenciales, inmanentes de algunas ciencias categoriales que, entrelazados de algún modo con otros términos u operadores, forman categorías. Los axiomas de la geometría de Euclides son construcciones evidentes, pero no científicas porque ellos solos, los axiomas, no pueden formar la categoría llamada geometría. Lo ha dejado bien sentado la Teoría del Cierre Categorial.

Durante los tenebrosos días de la pandemia, la expresión “evidencia científica” era casi otra pandemia en labios de médicos y científicos. Y no excluyo a los llamados, injustamente, negacionistas. Quiero subrayarlo: un médico no es un científico. Ambos rebasan sus especialidades, como si, una vez conocido el comportamiento de la enfermedad, también conocieran cómo han de ser los comportamientos de la gente a gran escala. Comportamientos universales o globales, digámoslo así. Es el caso de la OMS. La OMS siempre habla urbi et orbi en nombre de algo que no existe: la comunidad científica (mejor, diseminación científica). Confinamientos, cierres perimetrales, control en aeropuertos, prohibición de multitud de actividades, negocios, etc., ¿por qué no clausurar las fronteras del mundo? Esta situación da pie a que los gobiernos puedan ejercer la tiranía bajo el pretexto de la seguridad.

Es imposible que un científico tenga una visión global del mundo, porque posee solo visión de campo. El campo de su especialidad. Semejante visión del mundo solo pertenece a la filosofía sistemática. Pero la gente cree a los científicos y a los médicos y no al filósofo sistemático. De esta manera, es muy fácil que las personas poco avisadas, enfermas o no, caigan en pánico. Los médicos son como Dios Padre.

Hay tanta fe en la evidencia científica que bien la quisiera para sí el Vaticano. El Vaticano cuando era Vaticano. Ahora es la ONU. Esta monstruosa organización despliega una extensa Agenda bien financiada por los obispos del dinero que habitan las diócesis del FMI y los bancos centrales. Sus apóstoles pululan por los parlamentos del mundo emitiendo inflamadas condenas contra quienes no piensan como ellos.

Tal vez la evidencia científica más popular sea la PCR. Esta la inventó el Premio Nobel de Química Kary B. Mullis. Falleció en 2019 a los 74 años. Se le puede ver y oír en un video, lo cual imposibilita el bulo. Afirma lo siguiente: “Una posible forma de mal uso de la PCR sería decir que el resultado es significativo, te permite seleccionar una cantidad minúscula de cualquier cosa y hacerla mensurable (…) esto no sería un mal uso, pero sería una mala interpretación. La PCR, independientemente, es solo un proceso que se usa para hacer algo muy grande a partir de algo, eso es lo que es, no te dice que estás enfermo”. ¿Dónde, pues, la evidencia científica de la PCR? Lo evidente es que se cree en la evidencia como si fuera la realidad y los medios de comunicación contribuyen a ello.

A Platón no lo engañaron las evidencias. Uno de los prisioneros que estaban atados y contemplaban las siluetas que se proyectaban en la pared, logra desatarse. Descubre la verdad y, con gran peligro de su vida, consigue trasmitirla a sus compañeros. Decir la verdad sobre la PCR también es peligroso. Ofende al dogma y al negocio y te tachan de genocida.

A ti, osado lector, que también eres amante de la verdad, te implora el poeta su protección ante el apabullante devenir de las siluetas engañosas, las evidencias que no lo son y el fanatismo médico y científico.

Las siluetas de Platón

Es tan ambiguo este ser,
que, si se ve desde fuera,
vuelve a ponerse otra vez
de diferente manera.
Cuando parece evidente,
la duda lo desbarata,
no es pasado ni presente,
cualquier futuro lo mata.
Si el pensamiento organiza
su variedad material,
lo que en el espacio se fija,
el tiempo lo hace variar.
Existe porque se huele,
se toca y es sucesivo,
burlón, astuto y vivo,
no se sabe por qué duele.
Este es el dilema, poeta,
escribes y al escribir,
ignoras si tu decir
tiene más tinta que letra.
Estamos, dijo Platón,
atados en una cueva,
lo que vemos sólo son
siluetas, sólo siluetas.