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Sorber y soplar a la vez

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. Mario Martín Lucas

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En el recuerdo social conjunto de los españoles de hace algunos años pervive un monumento al humor del absurdo a través de la parodia protagonizada por los geniales Tip (Luis Sánchez Polack) y Coll (José Luis) al recrear la forma adecuada de llenar un vaso de agua vertiendo el líquido desde una jarra, lo cual demostraba éste, mientras aquel nos compartía el detalle de los hechos en una delirante ‘recreación’ del idioma francés, para terminar con la mayor parte del líquido derramado sobre el suelo. Simplemente geniales.

Algunos decenios antes “Los hermanos Marx” llevaron el humor del absurdo a sus mayores cotas, con diálogos como "la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte".

Pero en lo cierto de nuestro mundo, en este año 2020, en el que la realidad ha superado definitivamente a cualquier ficción imaginable, el día a día de la política nos sirve episodios al nivel de los mejores creadores del absurdo de ficción, como lo ocurrido al finalizar la sesión parlamentaria del debate sobre la quinta prórroga del estado de alarma en España, debido al coronavirus Covid-19, donde se hizo público un acuerdo entre las formaciones parlamentarias que constituyen el actual gobierno de coalición, entre PSOE y Podemos, convenido con EH Bildu para recabar los apoyos de esta formación, al menos como abstención, en la votación de dicha prórroga, a cambio del compromiso de llevar adelante la “derogación íntegra” de la Reforma Laboral aprobada en 2012 por el Partido Popular.

Una cosa son los extremos a los que lleva una mayoría excesivamente débil y las necesidades de exprimir al máximo la “aritmética parlamentaria” negociando con unos ciertas cosas y cuestiones diferentes con los otros; pero muy distinto es intentar sorber y soplar a la vez.

Recabar a la vez, el apoyo de Ciudadanos o el PNV para la prórroga del estado de alarma, para pactar a continuación, con EH Bildu, la ‘derogación estricta’ de la Reforma Laboral es quebrantar tanto unos apoyos, como los otros. Con unos se trata de “sorber” y con otros de “soplar”, siendo ambas cosas, a la vez, imposibles.

Sobre la Reforma Laboral sí parece adecuado recordar que el ‘diálogo social’ que ahora se esgrime por parte de la CEOE, Cepyme o ATA, no fue exigido cuando en 2012 el gobierno del PP, presidido por Mariano Rajoy, dinamitó los derechos de los trabajadores en España, en la forma que habían sido preservados desde mitad del siglo XX, dando con ello el ‘pistoletazo’ de salida a la devaluación salarial que se precipitó con ella, que ha condenado a varias generaciones de españoles que incluyen a aquella que financió, con sus cotizaciones sociales, la solidaridad sobre millones de jubilados y desempleados en los últimos cuarenta años, para ahora quedar, individuo a individuo de ella, desasistidos y devastados económicamente.

Ni Billy Wilder en sus comedias de enredo con infinitas puertas que se abren y se cierran, amantes que aparecen y desaparecen, medias verdades y medias mentiras, hubiera sido capaz de recrear un ambiente como el escenificado en los acontecimientos vividos en la tarde noche del miércoles, 20 de mayo, tras el pleno del Congreso, para anunciar, a su finalización, el acuerdo de PSOE y Podemos, con EH Bildu en relación a la “derogación estricta” de la Reforma Laboral. Y comunicar, a la una de la madrugada del jueves, una nota aclaratoria socialista, puntualizando que solo afectaría a los aspectos más lesivos de la misma, seguida de la afirmación del vicepresidente segundo del Gobierno, y secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que “lo firmado, firmado está”, expresándolo en latín para poner mayor énfasis al compromiso: “Pacta sunt servanda”. 

Matizado por la vicepresidenta tercera, del mismo gobierno, y ministra de Economía, Nadia Calviño al afirmar que "nos enfrentamos a la mayor recesión de nuestra historia reciente con una caída del PIB superior al 9% este año, tres millones de trabajadores en suspensión de empleo e índices de pobreza creciendo. Con estos elementos sería absurdo y contraproducente un debate como el que se plantea”.

Las dos cosas son imposibles a la vez, o se deroga de forma integra la Reforma Laboral, o se modifican solo aspectos puntuales; aunque incluso cabe una tercera posibilidad, no desdeñable a la vista de los acontecimientos, y es que aquella modificación siga vigente en su texto, más que doloroso para una gran parte de la sociedad española que aún arrastra sus consecuencias. ¿Sorber o soplar?, pero las dos cosas al mismo tiempo es algo absolutamente imposible desde el plano físico, y el Gobierno debería evitar situaciones como ésta, que más allá de su propia paranoia, amenaza alcanzarnos a la sociedad en su conjunto.

Una cosa es expulsar y otra tragar, igual que la parte contratante de la primera parte no tiene porque ser la segunda parte contratante de la primera parte.

Sea como fuere, recuerden: “sorber y soplar, a la vez, es imposible”.