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Elecciones en Hungría y primera grieta en el muro autoritario

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El día 8 de abril se celebran elecciones en Hungría. El sistema electoral, semejante al alemán, prevé que 106 diputados sean elegidos nominativamente y el resto, 93 a través de listas preparadas por los partidos.

El FIDESZ (“Orgaización de Jóvenes Demócratas”), partido del primer ministro Viktor Orbán, que controla férreamente, salvo dos televisiones y tres radios, los medios de comunicación públicos y comerciales ha reeditado la campaña del miedo con los migrantes que le dió la victoria hace cuatro años.

Si en aquella ocasión era la Unión Europea el enemigo exterior que imponía la llegada de refugiados, que iban a violar el espacio cultural húngaro, hoy es el especulador George Soros quién está detrás de todos los partidos de la oposición para posibilitar la entrada de emigrantes. La conclusión es clara, sólo el Fidesz garantiza hoy por hoy frenar la invasión de migrantes a que se vería sometida Hungría, lo que supondría la desaparición de esta cultura milenaria en suelo europeo y la islamización de este país.

En estas elecciones concurren con posibilidades de éxito el Jobbik (“El mejor”), partido de extrema derecha; los socialistas, divididos en dos partidos, el Partido Socialista Húgaro (MSZP) y la Coalición Democrática (DK); los dos Verdes, el Párbeszéd (“Diálogo”) y el La Política Puede Ser Diferente (LMP); y finalmente el Együtt (“Juntos”) y el Momentum, partidos nuevos creados a partir de organizaciones civiles.

Hay que recordar que Viktor Orbán lidera el grupo de Visegrád, formado por la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia, que son quienes de manera más contundente se han opuesto al reparto de los 160.000 refugiados que pretendía llevar a cabo la Unión Europea, y que al final ha resultado un fracaso. En tal reparto a Hungría le hubieran correspondido 1.294 refugiados.

La prepotencia del FIDESZ, que durante su mandato ha carecido de una oposición real, y la impertinencia de sus dirigentes, que preveían un paseo triunfal en estas elecciones, ha recibido un tremendo impacto psicológico al producirse un hecho no esperado, en una pequeña ciudad, Hódmezővásárhely, se ha hecho con la alcadía un independiente, que con valentía política, inusual en estas tierras, se ha enfrentado sólo al aparato del FIDESZ.

El Sr. Márki-Zay no es ningún revolucionario, político y economista de 46 años, padre de siete hijos y católico practicante y sin más convicciones que su honestidad, ha recibido el 57% de los votos frente al 41% que obtuvo el candidato del Fidesz. En la actualidad se hallaba en paro, al ser despedido, por sugerencia del FIDESZ de su trabajo, por su deslealtad con este partido.

Da la casualidad que en este municipio nació el vicepresidente János Lázár, el gran controlador del aparato gubernamental.

La primera acción que el Sr. Márki-Zay ha hecho al llegar a la alcaldía, para potenciar la transparencia, ha sido publicar las actas de concesión de la iluminación de las calles de su ciudad, (proyecto que abarca unas 70 ciudades) y que curiosamente lo ganó, hace dos años, la empresa Elios, donde trabaja el yerno de Orbán, quedando demostrado, tanto la corrupción que impera a la hora de la concesión de los grandes contratos en Hungría, como los sobrecostes que presentan las obras públicas, con financiación europea, y que siempre acaban en los bolsillos de los adictos al régimen.

La importancia simbólica de esta victoria, al demostrar que se puede ganar al FIDESZ en unas elecciones, ha sido tal que ha cambiado la posición de la oposición, reacia a entenderse hasta ahora, y ha abierto negociaciones entre estos partidos para considerar la concentración del voto en las candidaturas nominales en función del candidato de los partidos de la oposición que tenga más posibilidades de vencer al candidato del FIDESZ.

Una rendija de esperanza de cambio se ha abierto en el muro de la intransigencia, mientras día a día y machaconamente las televisiones y radios en manos del gobierno intentan destruir y llenar de fango, con ataques personales, a los líderes de los diferentes partidos de la oposición, desde el partido de la extrema derecha, a los socialistas o los verdes y su gran acusación, estos líderes no se han manifestado en contra de la llegada de emigrantes.