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El peligro de la certeza

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La difusión universal de la información debería contribuir a extender el área del conocimiento verdadero pero, según Hervé Pasqua, “la realidad social nos demuestra, en muchos casos, lo contrario”. El bombardeo incesante de mensajes nos puede sumergir en un caos, si no nos paramos a reflexionar. Si las personas no mantienen una postura crítica y filtra los mensajes, no tienen vida propia: otros le viven la vida.

Somos permanentes destinatarios de opiniones. Para Platón, la opinión es una de las formas del conocimiento fundamentado en la percepción del mundo sensible, un género de conocimiento inferior, con dos tipos clásicos: conjetura y creencia. Modernamente menudean los sondeos de opinión en los que la estadística obliga, aunque se pretenda propagar un rumor. Siendo respetable el emisor, la opinión es versátil, superficial y sobre todo, por cambiable, no es criterio de verdad, a la que se pretende sustituir.

Muchas de las opiniones que recibimos vienen revestidas de certeza. Desde Descartes, la opinión no busca la verdad, sino la certeza; lo decisivo era cómo conocemos y no qué conocemos. Cuando una información contiene datos exactos y responde a un análisis riguroso nos tranquilizamos llegando a creerla como artículo de fe y aceptamos los sondeos con categoría de verdad.

Para Schlatter Navarro, “la certeza está más lejos de la verdad que la misma mentira; ésta no es más que una verdad que afirma lo contrario de otra verdad, solo que la auténtica verdad tiene un fundamento real y la mentira no lo tiene. La certeza posee siempre algo de verdad, pero nunca será la verdad de lo que se está diciendo”. Ejemplos. Porque eran doce los apóstoles en el siglo I, se dice que eran pocos, pero Dios se bastó para cristianizar el Imperio Romano en menos de tres siglos. Hoy, mil cien millones de cristianos parecen muchos; sin embargo, son pocos en una población mundial de más de siete mil quinientos millones.

Por su parte, el doctor en Filosofía Garcia-Cano Lizcano, al reivindicar que la Filosofía contribuya a redefinir la razón en el momento actual como una razón crítica, escribe: “La búsqueda de la certeza en el horizonte del conocimiento humano ha llevado a la humanidad desde la revolución científico-técnica del Renacimiento a un predominio de la razón instrumental y de la técnica que ha marginado las pretensiones de apertura metafísica que la razón lleva inscritas en su propia naturaleza”. Para proponer que “la pluralidad de la razón deberá afrontar con rigor en qué consiste un auténtico diálogo entre las culturas, tantas veces impedido por una patología de la razón moderna consistente en limitarse a todo lo que es verificable mediante experimento. Esa patología moderna exige no sólo un diagnóstico sino también una terapia: la ampliación de nuestro concepto de razón y del empleo de ésta”.

Buscar la certeza, que ha primado sobre el afán de obtener la verdad, es fuente frecuente de frustraciones, porque las fronteras entre certeza y verdad son siempre variables y eternamente debatibles. Calderón decía “porque tienen de su parte mucho poder las mentiras cuando parecen verdades”.