Opinión

Selección natural

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La teoría de la selección natural, propuesta por Charles Darwin en 1859, propone que debido a que en la naturaleza los recursos son limitados, las poblaciones que se adapten mejor a los cambios del entorno serán las que sobrevivan, mientras que aquellas que no lo hagan desaparecerán o se verán muy mermadas.

La humanidad comparte hoy en día un ecosistema global, en el que los diferentes países compiten por unos recursos limitados. Tener un país con una buena sanidad, buena educación, buenas infraestructuras, buenos suministros, buenas pensiones o una buena calidad de vida, depende en general de cómo ese país se adapte al entorno cambiante que es el ecosistema global del siglo XXI.

En Europa nos dimos cuenta hace tiempo de que no podíamos competir satisfactoriamente por los recursos limitados cada país por separado. Existen otras poblaciones en el ecosistema del planeta, como USA (con un PIB de 18,5 billones $) o China (con 11,5 billones $) ante los cuales economías como la española (1,1 billones $) o la catalana (0,2 billones $) no tienen ninguna posibilidad de supervivencia en el largo plazo. Eso significa que por separado, España o Cataluña tendrán una peor sanidad, educación, infraestructuras, servicios o pensiones, que si se integran en Europa. Por eso los europeos trazamos un plan para unir Europa (y con los 17,5 billones de PIB de la Unión Europea) conformar uno de los organismos más potentes del ecosistema terráqueo.

Cuando una región de Europa se quiere independizar, atenta contra las reglas de la selección natural y por tanto pone en riesgo su supervivencia. Cuando en países con más de mil millones de habitantes, como China o India, se escucha que una región de Europa como Cataluña (con 7 millones de habitantes y un PIB menor que muchas de sus ciudades) quiere enfrentarse por separado a la lucha por los recursos escasos del planeta, los depredadores que andan al acecho se relamen. Es como si los búfalos de África en vez de haber evolucionado para ir en manada, y así protegerse de los leones, hubieran decidido que es mejor pasearse solos por la sabana. Simplemente no hubieran sobrevivido.

Países como España por separado también son irrelevantes y deberían estar encantados de ceder toda su soberanía nacional a Europa y así poder ofrecer un mejor futuro a las próximas generaciones. Si son ridículas las aspiraciones independentistas catalanas, también lo son las reticencias de los países europeos a perder su independencia. Europa, si no quiere ser eliminada por la selección natural, debe urgentemente elegir como presidente de la Unión Europea a un líder de prestigio, y no a políticos de medio pelo (Tusk, Junker o Van Rompuy) al servicio de los intereses de Merkel, Macron o Rajoy. Europa debe integrarse política y fiscalmente de manera total, y así formar un nuevo país llamado USE (United States of Europe). Si esto no se hace, el euro seguirá dando tumbos en el filo de la navaja, y se esfumará la posibilidad de que los europeos podamos competir en el futuro en el mundo global. Seremos un organismo inadaptado candidato para la extinción.

Los que quieren independizar Cataluña por razones históricas, además de falsear la historia, olvidan que el pasado no les dará de comer, ni hará que sus hijos vivan mejor, si no todo lo contrario, como se ha demostrado con la estampida de empresas de suelo catalán. Los que aluden a argumentos sobre la lengua, no tienen en cuenta que las diferentes lenguas que se hablan en el planeta existen porque en el pasado no había comunicación entre los pueblos, pero que en el futuro lo más probable es que la humanidad hable sólo una lengua (perece que el inglés). Y los que aluden a su especial idiosincrasia deben pensar que los mamuts también tenían su idiosincrasia, pero como no se adaptaron a los cambios del entorno cuando acabó la glaciación finalmente se extinguieron.

Si Charles Darwin hubiera vivido lo suficiente para atracar el HMS Beagle hoy en día en el puerto de Barcelona, y hubiera estudiado los patrones evolutivos del nacionalismo catalán y en general de todos los nacionalismos europeos, los habría incluido en su libro El Origen de las Especies como especies en vías de extinción.