Sánchez este lunes.

Sánchez este lunes.

Mantener el rumbo o mantenerse a flote

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En los embravecidos mares del Congreso de los Diputados, navega un barco legendario, antaño glorioso, hoy algo carcomido por los escándalos y las filtraciones. Al timón, el infatigable capitán Pedro Sánchez, con su brújula que no apunta al norte, sino al poder.

—¡Arriad las velas, que soplan vientos de moción! —grita el capitán, mientras su tripulación de ministros intenta tapar los agujeros del casco con críticas ofensivas, promesas electorales, reformas visionarias, y cantos de sirena.

A babor, los corsarios de la oposición disparan cañonazos de titulares y encuestas. A estribor, sus aliados independentistas exigen más ron y menos centralismo. Y en la bodega, Koldo, Cerdán, Ábalos, Salazar y otros espectros de corrupción y abusos están a la espera de ser abandonados en una isla desierta por haber incumplido el código pirata.

Pero el capitán Pedro Sánchez no se inmuta. Con su parche de pragmatismo y su loro llamado CIS, sigue negociando con quien sea necesario para mantener el timón. Pacta con fontaneros espías, con el tirano del Caribe, y hasta con el bucanero de Waterloo, si hace falta.

—¡Mientras haya viento en las velas y votos en el Congreso, esta nave no se hunde! —proclama, al mismo tiempo que iza la bandera, cada vez más descolorida, del "Gobierno progresista".

Y así continúa la travesía, entre tormentas mediáticas, motines internos y mapas que cambian cada semana. Porque parece que, en la política, como en la piratería, lo importante no es el rumbo… sino mantenerse a flote.