El fiscal general, Álvaro García Ortiz, durante su declaración. EFE
Ponga un progresista de la sincronizada en su vida para ser inmune ante la ley
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones, en una entrevista de RNE ya avanzo su plan para el control total del Poder Judicial para crear un fasces, con los tres poderes de la democracia, con él como segur político: "¿La Fiscalía de quién depende? ¿De quién depende?", a lo que el entrevistador le responde: "Sí, sí, del Gobierno", y sentencio Sánchez: "Pues ya está".
Esa obsesión psicópata de Sánchez de acabar con su mayor enemigo político, Isabel Díaz Ayuso, por una azarosa casualidad en un proceso de liquidación de impuestos entre un ciudadano particular y el Ministerio de Hacienda, al que el fiscal había aceptado llegar a un acuerdo: "si usted y su cliente lo estiman posible", le hizo ver ya a Ayuso expuesta en su cuauhxicalli político al enterarse de que ese particular no era, ni más ni menos, que la reciente pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
De inmediato, la máquina de control de la Moncloa se puso a funcionar: "tenemos que ganar el relato". Por fin el cadáver político de Ayuso, tras ser ofrecido al dios Progre, sería arrastrado por las calles de Madrid para después quedar expuesto en pica en la Plaza de la Puerta de Sol para que sirviese de ejemplo a todo aquel que no se sometiese al "puto amo", su dios Progre.
Con nocturnidad y alevosía el FBGS (Fiscal Borrador General de Sánchez) exige a su subordinado todas las comunicaciones mantenidas con un particular, que no era otro que el "novio de Ayuso", para redactar una nota aclaratoria con datos privados de un pleito entre un particular y Hacienda, contra los WhatsApp del astuto Rodríguez, incluso, con un "poquito de cianuro".
Este ahínco de la maquinaria del gobierno para acabar con la presidenta Ayuso ha terminado en un juicio en el TS contra el FBGS que tiene la obligación de sigilo y custodia de los datos.
Con una entrada triunfal a la sala donde se le juzgaba, amenizada con fuertes aplauso por los múltiples subordinados entre los que destacaba su futura sustituta, por primera vez en una democracia occidental, un fiscal general del Estado acusado en ejercicio se ha sentado en el estrado envestido con la toga y puñetas de su autoridad, compartiendo estrado con la defensa del abogado del estado y con sus subordinados fiscales. Teniendo que sentarse, al final, en el banquillo de acusado despojado ya de su toga y puñetas de autoridad: "La verdad no se filtra, se defiende", susurró.
Por ese banquillo ha pasado la parte perjudicada por las maniobras de don "Alvarone" (FGBS), el ciudadano Alberto González Amador; la fiscal jefa de Madrid, Pilar Rodríguez; miembros de la UCO como Antonio Balas que apunto que: "Se ve un dominio a todos los niveles del fiscal general". El mismo Antonio Balas del que la "fontanera" del PSOE dijo que el fin de Balas sería el fin de sus problemas: "Necesito a Balas, así de claro"; también paso por ese banquillo Miguel Ángel Rodríguez, el jefe de gabinete de Ayuso; o la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, declarando que le espetó al FGBS: "¿Has filtrado los correos?" a lo que la contestó: "Eso ahora no importa".
También han pasado progredistas de la sincronizada pretendiendo que su sola palabra fuese ley en el Tribunal, para que su veredicto exculpase a Sánchez y condenase a Ayuso, quedando, para sucesivos, como frontispicio de la ciega Justicia: "Ponga un progredista de la sincronizada en su vida para ser inmune ante la ley".
Uno de los sincronizados progedistas, decía no tener amistad con el FGBS, por solo haberle realizado dos entrevistas, y en los últimos meses otra a su mujer; y otro dijo que, salvo unas llamadas muy cortas, en esos días, nunca había hablado con don "Alvarone". Para esta cuerda de sincronizados: el desprecio por su periodismo profesional que ha mostrado la Sala de lo Penal de TS es intolerable. Su periodismo, de dilema moral, es el único cuyo testimonio no vale en sede judicial.