Explicar por qué Aragón resulta tan atractivo para quienes nos visitan es como explicar por qué el agua moja, no necesita justificación. Nuestra comunidad cuenta con una riqueza natural y cultural que enamora: desde los paisajes únicos del Pirineo y el Moncayo hasta los desiertos de los Monegros, desde nuestras estaciones de esquí hasta los ríos y embalses donde el agua es protagonista, pasando por un rico patrimonio histórico-artístico en ciudades como Zaragoza, Huesca o Teruel, y el encanto de nuestros pueblos más recónditos.

Todo ello acompañado de una gastronomía exquisita y variada —con productos tan nuestros y “alimentos de verdad” como el ternasco, el jamón de Teruel, los vinos del Somontano, Calatayud, Cariñena o Campo de Borja— y algo que nos diferencia: una red de bares, restaurantes, cafeterías y locales de ocio que son el verdadero corazón de nuestra vida social.

Como dijo José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España, “la hostelería es la industria de la felicidad”, porque en torno a una mesa nacen las mejores conversaciones, se toman las grandes decisiones y se viven recuerdos imborrables.

Aragón cuenta con más de 8.500 establecimientos de hostelería que, junto con el turismo, suponen un motor económico que aporta cerca del 7% del PIB regional. Pero la hostelería no es solo un frío dato, una cuestión económica, la hostelería es cultura, es identidad, somos personas y es sentimiento de pertenencia.

Nuestro modelo de hostelería es único y nos distingue del resto, porque aquí los establecimientos de hostelería forman parte de nuestra cultura y de nuestro ADN. Son puntos de encuentro, espacios de convivencia y vertebradores de barrios, ciudades y pueblos; el escenario de grandes momentos de la vida de cada aragonés y de las miles de personas que a diario nos visitan.

No es de extrañar que Aragón encabece también la estadística de habitantes por bar en muchas comarcas. ¡Somos tierra de bares y de felicidad compartida en nuestras barras y terrazas!

A veces se utiliza la expresión “país de bares” con cierto menosprecio, pero en Aragón debemos reivindicarla con orgullo: somos una tierra que comparte, que acoge y que debate sus diferencias en torno a una mesa o una barra.

La hostelería no es solo un sector esencial para nuestra comunidad —el conjunto de la hostelería se acerca a los 41.000 trabajadores, según datos de afiliación a la Seguridad Social, por lo que resulta clave para el turismo y para toda su cadena de valor, como el sector agroalimentario—, sino que es parte de nuestra identidad.

Cada día, miles de bares, restaurantes y cafeterías levantan la persiana con el objetivo de ofrecer el mejor servicio. Esa vocación de hospitalidad y de trato directo con el cliente es la que más valoran quienes eligen esta profesión. Por eso no es casualidad que Santa Marta, asociada a la hospitalidad y al servicio, sea la patrona de los hosteleros.

Cada 29 de julio, en pueblos y ciudades de Aragón, muchos hosteleros recuerdan a su patrona, orgullosos de representar un sector que está siempre presente en la vida de las personas. Y es en momentos difíciles cuando se percibe de manera especial su función social: lo vimos durante la pandemia, cuando los bares y restaurantes se reinventaron para ayudar; o en emergencias locales, cuando se convirtieron en puntos de encuentro y solidaridad.

La hostelería es Marca Aragón. Es el escaparate de nuestros productos agroalimentarios, el guardián de nuestras recetas tradicionales, el impulso innovador para la gastronomía de vanguardia y el motor que da vida a nuestras plazas y calles. Es un reclamo para los turistas —cada vez más atraídos por nuestra gastronomía y por propuestas como las rutas del vino o el turismo rural con encanto—, pero sobre todo es un pilar para los propios aragoneses.

Estudios recientes sobre la importancia social de la hostelería subrayan que bares y restaurantes mantienen vivos los entornos urbanos y rurales, favorecen las relaciones sociales, combaten el aislamiento, aportan seguridad y cohesionan a la comunidad.

Hoy, como manda la tradición, celebramos el día de nuestra patrona vistiendo a nuestra Virgen del Pilar con el manto verde que le regaló Horeca para conmemorar Santa Marta. Nos sentimos orgullosos de un sector, de nuestro sector, que no tendría razón de ser sin sus clientes, pero que tampoco podría existir sin el esfuerzo de miles de hosteleros que, cada día, ponen el alma en su trabajo para hacer de Aragón un lugar mejor para vivir y compartir.