Los errores se asumen, se analizan y se corrigen. Quienes se equivocan, por maldad o torpeza, deben pagar con su responsabilidad. Y los corruptores no son meros tentadores en las islas de los negocios sino cooperadores necesarios para que existan las corruptelas. Por desgracia, las conductas deshonestas no son raras ya que han formado parte de la historia de la civilización y sus estructuras. Hay corrupción en las familias, las amistades y en todo tipo de colectivos. El funcionamiento es el mismo, con independencia de dónde se produce. Pero la responsabilidad nunca podrá ser igual si el aprovechamiento de recursos o influencias en beneficio propio, de empresas o instituciones, utiliza recursos de unas administraciones públicas que son de todas y todos.

Pedir perdón no es suficiente, pero es necesario. Lo ha hecho el secretario general del PSOE tras conocer los graves indicios de corrupción que afectan al responsable de organización, Santos Cerdán. Por cierto, unas disculpas que no han escuchado todavía las víctimas de Mazón o Ayuso. A partir de ahí se impone un saneamiento en profundidad que va a estar en consonancia con el compromiso de honradez y transformación que defendemos las y los socialistas.

No somos perfectos, pero sí somos capaces de actuar con contundencia y con celeridad. Si fallan las personas, deben ser las organizaciones las que asuman su responsabilidad colectiva para evitar que un mal ejemplo individual afecte a la honestidad del partido. La contaminación se debe cortar de raíz aislando las causas y limpiando las zonas afectadas. El problema es que al PP no le interesa la pureza del aire sino aprovechar un escape tóxico para cambiar el buen clima del país e impulsar, con sus políticas, el retroceso a otra edad de hielo conservadora que congele los derechos sociales y los servicios públicos.

En Aragón vamos a seguir trabajando junto a nuestra secretaria general, Pilar Alegría, para que la ciudadanía mejore su calidad de vida. De la misma forma que hemos avanzado, de la mano del gobierno progresista, subiendo el salario mínimo, las pensiones, las becas, la afiliación a la seguridad social o la creación de empleo. Las previsiones de crecimiento para España son buenas, a pesar de un clima que no favorece el diálogo ni la paz. La reciente agresión de Israel a Irán se suma al genocidio palestino para incendiar un polvorín internacional, con permiso de Trump, que pretende colapsar la economía mundial. Una nueva guerra del petróleo se asoma al horizonte mientras las derechas conservadoras y ultras vuelven a situarse del lado de los de siempre.

Tenemos muchos motivos para seguir trabajando por los hombres y mujeres de esta tierra, sus derechos y sus necesidades. Las recientes inundaciones que han asolado diversas zonas de Zaragoza y Teruel han puesto de manifiesto la irresponsabilidad e incapacidad de gestión del señor Azcón. Su falta de iniciativa, capacidad de respuesta y, lo más grave, su desaparición pública durante tres días, nos recuerdan las mismas actuaciones imprudentes e incompetentes de su compañero Mazón tras la tragedia de la DANA. No es aceptable que el señor Azcón se fuera, en coche oficial, a una boda privada a Galicia y no regresara a Aragón para hacer frente a una situación de emergencia teniendo a su disposición vehículo y chófer a cargo del erario público. Curiosamente, Vox ha acudido en ayuda de Azcón impidiendo que el Presidente venga a las Cortes de Aragón para dar cuenta de su (no) gestión. Nuestra Comunidad necesita un cambio que ponga a las personas como prioridad de lo público en la educación, la sanidad y en unos servicios sociales que está desmantelando el señor Azcón.

Nadie nos va a dar lecciones de honradez a un partido que pronto cumplirá 150 años de historia. No, desde luego, una extrema derecha que se enorgullece de un pasado franquista y dictatorial, y pretende aniquilar la autonomía de Aragón. Tampoco el señor Feijóo que sigue sin saber quién era M. Rajoy en los papeles de Bárcenas, que se fotografía con narcotraficantes y que milita en el único partido condenado en España por corrupción.

En el PSOE no todas ni todos somos santos. Tampoco pecadores. Lo que sí sabemos es detener a quien se salta las normas de conducción y retirarle el carné de circular en política. Mantenemos nuestro compromiso, con más fuerza si cabe, junto a la de quienes militan, simpatizan y nos votan, para representarles dignamente y lograr que este país avance con un proyecto de progreso que merece la pena.