Todavía emocionado y cargado de energía positiva tras el rotundo éxito del segundo congreso tecnológico THE WAVE, celebrado en Zaragoza los días 19, 20 y 21 de marzo (gracias a los que me leísteis en este mismo espacio el mes pasado y participasteis en el Congreso), y tras analizar las implicaciones de las conclusiones del reciente Foro de Davos 2025 para nuestra tierra, que amablemente me invitó a desarrollar la Fundación Basilio Paraíso, escribo estas líneas mientras participo en el Foro Wake Up Spain de El Español, rodeado de líderes empresariales y políticos que debaten los grandes desafíos de nuestro país ante un nuevo orden global.
No puedo evitar pensar que Aragón está en un momento de inflexión. La tecnología ha dejado de ser un simple motor de modernización para convertirse en un pilar estructural de desarrollo económico, social y territorial. Nuestro ecosistema tecnológico aragonés ha demostrado, con hechos, que puede generar talento, atraer inversión, impulsar innovación y transformar sectores enteros. No podemos conformarnos. No basta con innovar por innovar. Debemos hacerlo con una visión estratégica, con conciencia de lo que nos jugamos, y con un proyecto común que nos proteja frente a los inevitables vaivenes del mercado y la incertidumbre geopolítica que se está instaurando de manera estructural en nuestro día a día.
Una ola imparable, pero no accidental
El momento actual de la región alrededor de la tecnología no es fruto de la casualidad. Es fruto de la colaboración entre empresas, administraciones, clusters, universidades y centros tecnológicos, de un compromiso firme por apostar por la tecnología, de un ecosistema que se atreve a pensar diferente y a competir en primera línea. Pero también es fruto de una visión que entendió que no se puede transformar una economía sin transformar su manera de entender el futuro.
THE WAVE fue el reflejo más reciente de ese espíritu colectivo. Miles de personas, cientos de empresas, proyectos y voces que pusieron a Aragón en el mapa nacional e internacional del talento y la innovación. El éxito del congreso ha marcado un antes y un después en la forma en que nos proyectamos al mundo. No sólo por la masiva asistencia o la calidad de los ponentes, sino porque hemos logrado generar una comunidad que cree en el poder transformador de la tecnología. El reto que se nos presenta ahora es aún más grande: ¿Cómo hacemos que esta ola no se disipe, sino que se convierta en una marea estructural de progreso para nuestra comunidad?
Pensar como región, actuar como clúster
Como presidente del clúster de empresas tecnológicas de Aragón, TECNARA, y como CEO de una consultora tecnológica que nació y creció en esta tierra, estoy convencido de que el futuro no se improvisa: se diseña. Y en esa tarea, la tecnología es una parte del todo. Necesitamos sumar mirada económica, visión estratégica, y una gobernanza compartida entre lo público y lo privado que nos permita convertir a Aragón en un territorio verdaderamente competitivo, resiliente y atractivo.
Porque la tecnología no es un fin, es una palanca. Nos permite escalar ideas, diversificar industrias, optimizar recursos y conectar con el mundo. Pero si no la alineamos con una estrategia económica de largo plazo, con políticas que fomenten la inversión, el talento y la sostenibilidad, corremos el riesgo de que la innovación se quede en fuegos artificiales. Y Aragón merece mucho más que eso.
Desde los debates de Davos hasta los de Wake Up Spain, hay un mensaje que resuena con fuerza: el futuro será de los territorios que sepan colaborar y anticiparse. Regiones que no esperen a que las tendencias globales les arrollen, sino que se preparen para gestionarlas. Aragón tiene todo lo necesario para ser uno de esos territorios: talento, un ecosistema en ebullición, un conjunto de quince clusters referencia en sus sectores, infraestructuras, calidad de vida y una identidad que combina esfuerzo, honestidad y vocación de servicio.
Pero tenemos que seguir trabajando desde una lógica de clúster, de ecosistema, donde empresas grandes y pequeñas, centros educativos y de innovación, instituciones y ciudadanía se alineen en una misma dirección. Donde no haya competencia estéril, sino sinergias que generen más valor para todos. Donde la tecnología esté al servicio de la sociedad y no al revés.
Por eso, hoy más que nunca, debemos mirar el futuro con ilusión, pero también con responsabilidad. Porque la tecnología no puede avanzar a ciegas ni a espaldas de los ciudadanos. Necesita dirección, propósito y visión de conjunto. Necesita líderes que piensen en grande, pero también ciudadanos, trabajadores y empresarios que crean en su potencial transformador.
De la ola a la marea
Como clúster, como empresas, como región, tenemos la obligación y el privilegio de diseñar ese futuro. De no dejarlo en manos del azar ni del corto plazo. De comprometernos con un Aragón que no sólo surfee la ola de la tecnología, sino que la convierta en su camino firme hacia el progreso. Y para eso, debemos seguir tejiendo alianzas, compartiendo conocimiento, conectando talento y apostando por una visión estratégica que no se detenga ante las modas ni los ciclos económicos. Porque cuando se tiene propósito, cada paso cuenta. Y el nuestro, como ecosistema, como comunidad, como región, ya ha comenzado.
Este es el momento de subirse a la ola en Aragón, de surfearla con decisión y no dejar que nos arrastre sin rumbo. Pero también —y sobre todo— de convertirnos en marea. Una marea que crece, que se extiende con fuerza y propósito, y que no deja a nadie atrás. Porque el verdadero progreso no es individual, es colectivo. Y si algo estamos demostrando en Aragón es que, cuando remamos juntos, no hay límite que nos detenga.
Félix Gil
Presidente del clúster de empresas de tecnología de Aragón, Tecnara
CEO de Integra Tecnología