Las bonitas vajillas, como la del restaurante Toy en Dénia, son objetivo de los hurtos 'pijos'.

Las bonitas vajillas, como la del restaurante Toy en Dénia, son objetivo de los hurtos 'pijos'. M. H.

Gastronomía

Un restaurante de Alicante pierde hasta 2.000 € al año por los 'robos pijos': saleros, ambientadores y papel

Los hurtos habituales de efectos en los locales son de lo más variado y acaban transformando la imagen de los locales que dejan de comprar.

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Alicante
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¿Alguna vez has robado? Muchas de las personas que se llevan un salero, un rollo de papel higiénico o un ambientador responderían que no, pero la realidad es que sí, están cometiendo hurtos. Este fenómeno al alza obliga a los restaurantes a tener una partida de reposición específica. Y en la provincia de Alicante uno distinguido por la Michelin tiene una partida de dos mil euros cada año para ello.

La agencia especializada en gastronomía de Alicante, Foodie Love, es la que ha proporcionado datos a EL ESPAÑOL que revelan el impacto de la desaparición de objetos en bares y restaurantes. Son lo que se definen como hurtos, considerados "muy pijos" ya que se hacen por la diversión o el coleccionismo.

¿Y qué es lo que se roba? Hay tres categorías para estos objetos que los clientes hacen desaparecer: vajilla y cristalería, productos que se comen o beben, y los del cuarto de baño, porque sí, hay quien prefiere llevarse el rollo de papel higiénico del restaurante que comprarlo.

En la sección de vajillas, uno de los artículos que más desaparecen son las cucharitas de café, sobre todo aquellas que son monas, tienen un repujado, una textura o un color especial. Los locales deben comprar docenas de estas cucharitas cada mes.

El valor de estas piezas no es baladí: mientras que una cucharita normal puede costar un euro, una de diseño, comprada con ilusión por el restaurante para diferenciarse, puede costar cuatro. También se hurtan sistemáticamente los platitos y las tazas de café, incluso las que tienen diseños sencillos o publicidad.

Los cuencos pequeños donde se sirve la degustación de aceites también desaparecen por sistema. Esto ha llevado a algunos hosteleros a renunciar a invertir en piezas atractivas para evitar el robo.

Otros objetos de mesa que vuelan son los azucareros, a veces llenos, y las jarritas que contienen distintos tipos de azúcar, como el moreno o la sacarina envasada. El impacto de estos robos es tal que muchos restaurantes optan por incrementar el precio de sus cartas o comprar productos de bajo coste en lugar de invertir en diseño.

De cuchillos a aceite

El hurto afecta incluso a objetos de mayor tamaño y valor. Se roban cuchillos de carne de buena calidad que cortan como un demonio. Un restaurante reconocido como uno de los más lujosos de la provincia de Alicante tiene que renovar su costoso inventario de cuchillos cada tres meses aproximadamente.

Y si el aceite aumenta de precio, hay quien piensa que el que se sirve en mesa se lo pueden llevar a su casa directamente. Los dispensadores de sal y pimienta de diseño, especialmente los molinillos de madera, piedra o acero, también son un botín recurrente.

Otros objetos que desaparecen son las copas especiales, como los vasos tallados usados para gintónics y combinados, y los cojincitos de apoyo colocados en los asientos.

El saqueo del baño

Los robos de productos en los cuartos de baño son diarios y variados. Las jaboneras que no están atornilladas a la pared desaparecen constantemente, eso ha obligado a algunos propietarios a poner más feas y seguras, como las de aeropuerto.

La gente también roba las cestitas que contienen pequeñas toallitas de algodón, así como el propio cesto de mimbre o rafia. En algunas ocasiones, se llevan artículos como botellas de colonia, pasta de dientes, cepillos, compresas y tampones.

Incluso se han documentado casos en los que desaparecen cestos enteros llenos de rollos de papel higiénico de reserva, junto con los ambientadores y las varitas de olor.

No se denuncia

A pesar de la magnitud del problema, estos hurtos raramente se denuncian, dado lo complicado que resulta demostrar la autoría o la desaparición del objeto.

El afán detrás de estos hurtos es a menudo más el placer de haberlo conseguido que el valor material del objeto. El problema es que eso tiene un impacto para el local ya que muchos restaurantes renuncian a la calidad para evitar ser robados.