Moraira.

Moraira.

Escapadas

Parece Grecia pero está en Alicante y te dejará sin palabras: "No hay nada igual"

Sus 8 km de costa albergan playas de aguas cristalinas como la playa de El Portet, una bahía en forma de concha que parece trasladarte a una cala del Egeo.

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Alicante
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Cuando imaginas el Mediterráneo más puro, tal vez pienses en las islas griegas, en casas blancas acariciadas por la brisa marina y calas de agua turquesa abrazadas por acantilados.

Sin embargo, no hace falta cruzar medio continente para vivir esa sensación: basta con poner rumbo a Moraira, la joya secreta de la Costa Blanca que se ha ganado, con justicia, el sobrenombre de "la Grecia de Alicante".

Moraira es un susurro azul entre las montañas y el mar. Sus 8 kilómetros de costa albergan playas de aguas cristalinas como la playa de El Portet, una bahía en forma de concha que parece trasladarte a una cala del Egeo.

Las calas escondidas como Llebeig, accesible solo a pie o en kayak, convierten cualquier día en una pequeña aventura. Ahí el agua es tan clara y las rocas tan recortadas que cuesta creer que no estés en una isla griega. Varias de estas playas han sido reconocidas con la bandera azul, símbolo de limpieza y respeto por el entorno.

El casco antiguo es otro guiño al Egeo. Pasear por sus callecitas de casas encaladas, con balcones rebosantes de flores, es recibir el abrazo del Mediterráneo en cada esquina. El barrio marinero, la cofradía de pescadores y las lonjas aún latentes conservan el alma de pueblo pesquero sin prisas, ajeno al bullicio y la masificación.

La magia de Moraira se disfruta, sobre todo, desde las alturas. Acércate al mirador del Cap d'Or y entenderás por qué esta parte de la costa ha enamorado a viajeros de medio mundo.

Desde allí, el azul intenso del mar se funde con el cielo y los acantilados parecen custodiar el secreto mejor guardado del Mediterráneo. Aquí, la puesta de sol se convierte en un ritual de naranjas y violetas que solo puede describirse como hipnótico.

Las personas que han tenido la suerte de visitar esta localidad en verano no dudan en tacharlo de "mágico" y de "único".

Tradición y sencillez

Moraira ha sabido resistir la tentación del turismo de masas. Su ritmo pausado invita a saborear la vida mientras pruebas un arroz del senyoret frente al mar o te pierdes por rutas de senderismo entre pinos, viñedos y acantilados.

La oferta gastronómica combina la frescura del mar con la tradición alicantina, y todo envuelto en un ambiente cálido y hospitalario.

Quien busca el Mediterráneo más auténtico lo encuentra aquí. Moraira es un refugio para quienes aman la naturaleza, el deporte y, sobre todo, la belleza sencilla y sin artificios.