Teresa Hermoso, miembro de la Plataforma de Pensionistas de L'Alacantí.

Teresa Hermoso, miembro de la Plataforma de Pensionistas de L'Alacantí. L.M

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Teresa, jubilada, indignada con la brecha salarial de las mujeres en las pensiones: "Si le pasa algo a mi marido no sé qué haré"

Todos los lunes, la Plataforma de Pensionistas de L'Alacantí se reúne en la Plaza del Ayuntamiento de Alicante para reclamar unas pensiones dignas.

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Alicante
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Cada lunes, a las doce del mediodía, la plaza del Ayuntamiento de Alicante se llena de voces veteranas que no se resignan.

Son los miembros de la Plataforma de Pensionistas de L’Alacantí, un grupo que desde hace seis años ocupa el espacio público para reclamar lo que consideran un derecho básico.

Cada lunes a las 12, los miembros de esta plataforma claman unas pensiones dignas que permitan vivir con tranquilidad después de toda una vida de trabajo.

“Nacimos antes de la pandemia, inspirados en el movimiento vasco. Nos unía la defensa del sistema público de pensiones garantizado por la Constitución, y aquí seguimos, todos los lunes, de doce a una. Llevamos seis años y seguimos recogiendo firmas. Queremos saber dónde está el dinero de las pensiones”, asegura María Jesús Casado, miembro de la plataforma.

En primera persona

En medio de las pancartas y las conversaciones, destaca Teresa Hermoso, 66 años, mirada firme y voz serena.

Su historia condensa buena parte de las desigualdades contra las que luchan. “Yo no tengo pensión propia", confiesa.

"Trabajé 15 años en España y un año en Alemania. Luego subieron la edad mínima para cobrarla, y ya no llegué. Dependo de la de mi marido. Si le pasa algo, no sé qué haré”, lamenta, queriendo evidenciar la brecha de género estructural que denuncian muchas de sus compañeras.

Otra compañera reivindica que la lucha no solo es por las jubiladas de hoy, sino por las generaciones que vienen.

“Reivindicamos que la pensión mínima sea de 1.184 euros, lo mismo que el salario mínimo interprofesional”, explica.

“La brecha salarial golpea a las mujeres desde toda la vida laboral, y cuando llega la jubilación nos vuelve a castigar. Las pensiones de viudedad se reducen hasta un 36%”, aseguran.

Vida social

La precariedad, cuentan, no termina con el ingreso mensual, sino que también afecta a la vida social.

Los recortes en las políticas de mayores se sienten en el día a día. “Han cerrado centros de día, y en los que quedan han reducido las actividades a la mitad”, protesta otra miembro de la plataforma.

“¿Qué quieren, que la gente mayor se quede en casa mirando la pared todo el día?”, aclama.

A su lado, María Ángela lamenta la pérdida de espacios compartidos.

“Antes hacíamos actividades dos veces por semana en la Plaza Galicia; ahora solo una”, dice resignada, aunque sin perder el ánimo de seguir reuniéndose.

Mientras tanto, la plataforma sigue organizando viajes, concentraciones y recogidas de firmas.

El 25 de octubre iremos a Madrid, como cada año”, añade Casado. “Nos unimos a grupos de toda España. Somos miles los que pedimos lo mismo: que se cumpla lo prometido, que las pensiones sean dignas, suficientes y públicas”.

Cuando la concentración termina, las banderas se pliegan y la plaza recupera su calma habitual.

Pero la lucha de estos lunes, constante y tenaz, persiste como una pequeña campana en medio del ruido político.

La plataforma de pensionistas de l'Alacantí sigue queriendo recordar que en la España que envejece, la dignidad también se defiende a mediodía, en la calle.