Los periodistas no debemos coquetear con la futurología, haciendo predicciones de cómo van a producirse los acontecimientos. Tras más de 20 años de experiencia en la política local, provincial y autonómica, yo particularmente intento evitarlo. Pero es que hay veces que las evidencias son tan claras que podemos permitirnos alguna digresión en esta regla.

Es el caso del PSOE de Alicante, una agrupación que conozco (creo que en profundidad), desde los inicios del siglo. Porque al final todos los actores se han comportado del mismo modo en las últimas dos décadas. Incluso antes, un lustro antes de que yo me dedicase a este oficio.

Esta semana EL ESPAÑOL de Alicante ha informado sobre las tensiones entre la ejecutiva local del partido, dirigida con mano de hierro desde hace 25 años por la misma persona, el exsenador Ángel Franco, y su autodenominada "minoría mayoritaria", y el grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de la ciudad, ahora comandado por la exalcaldesa de Sax, exsecretaria provincial y exconsellera de Sanidad, Ana Barceló.

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Todo lo que deciden unos es ignorado por los otros, como fue el caso de la elección de los asesores municipales del grupo socialista este verano. Y desde el partido, ya han comenzado por cuestionar el trabajo del grupo, prácticamente inexistente desde las elecciones de mayo. También, haciendo comparaciones entre los resultados obtenidos en los dos últimos comicios, con diferentes jefes y estrategias de campaña.

Por esta razón, o todo cambia mucho, o estamos en los pulsos previos a una nueva guerra interna entre los socialistas alicantinos. La novena. Y en todas ellas han perdido los portavoces municipales frente al todopoderoso Ángel Franco. Los portavoces tanto afines como no afines: José Antonio Pina, Blas Bernal, Juan Antonio Román, Etelvina Andreu, Roque Moreno, Elena Martín, Gabriel Echávarri (y sus sucesora Eva Montesinos) o Paco Sanguino.

La secuencia normal de los hechos comienza, como esta semana, con tensiones entre ambas representaciones, la orgánica y la institucional, del partido. De hecho, Franco solía esperarse a mitad de legislatura para comenzar a dar signos de tensión, y ahora se ha adelantado pidiendo que Barceló compareciese ante la dirección. Algo que no hizo.

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¿Por qué se ha adelantado? Seguramente porque esta vez le han "tocado" en lo personal, ninguneándole en su candidatura al Senado, propuesta por el propio partido que dirige en la sombra con Miguel Millana como 'hombre de paja'. Al final tuvo como consolación un puesto (no el de salida), pero el feo ya estaba hecho por la misma persona que designó a Barceló como candidata, Ximo Puig.

Pero Franco, o mucho me equivoco, o esperará a que la tensión con Barceló sea máxima coincidiendo con el proceso interno que debe sustituir a Puig como secretario general del PSPV-PSOE, donde se pondrá en juego el liderazgo autonómico socialista. Previsto para finales de año. Es ahí donde puede jugar su baza principal: sin su apoyo, difícilmente nadie podrá hacerse con el cargo. 

Comenzarán entonces los juegos y escaramuzas. Barceló, como lo hicieron otros ocho o nueve portavoces antes, buscará también sus apoyos en el PSPV-PSOE. Y al principio se lo darán. No en vano, es la portavoz municipal de la segunda ciudad de la Comunidad. Pero durará poco.

Franco negociará con sus militantes en la mano y la sajense tendrá que dimitir o plegarse a una tutela desde el partido, es decir, desde Franco. ¡Lo hemos visto tantas veces! Como me decía un reconocido exmilitante, "siguen dando los mismos pasos, ni en eso son originales".