La elección de la exconsellera Ana Barceló por parte de Ximo Puig como alcaldable socialista de Alicante no ha cogido por sorpresa a nadie. En esta misma sección ya lo apuntábamos en verano del año pasado, en 2021, que era la opción que barajaba el presidente de la Generalitat y el jefe del socialismo alicantino, Ángel Franco.

Y la verdad que es que el PP de Luis Barcala no puede estar más contento con la decisión. La abogada de Sax no tiene apenas vínculos con la ciudad. Al menos de esos que buscan los políticos a la hora de elegir candidatos (aunque luego no sean tan decisivos como aparentan): relación con las asociaciones vecinales, colectivos, fiestas, clubes deportivos...

Barceló es una política muy válida, una mujer brillante y fuerte en su ámbito, como lo demostró cuando lideraba las investigaciones judiciales al PP de Francisco Camps. Pero esas virtudes que a lo mejor la hacen una buena alcaldesa, no son las necesarias para una buena candidata. 

[¿Piensan Puig y Franco en Ana Barceló como candidata del PSOE para Alicante?]

Me refiero también a su carácter personal, en las antípodas de lo que ha representado Barcala y sus antecesores en el PP, Castedo o Alperi, por ejemplo. Cualquiera puede acercarse a las web de las Cortes Valencianas y observar la escasa cintura de la actual síndica socialista, la agresividad en sus intervenciones, su poca capacidad de alcanzar acuerdos.

Por no hablar de su pasado político, que a buen seguro saldrá a relucir durante la campaña. Barceló se dio a conocer en la provincia, más allá de Sax, cuando asumió la secretaría provincial del PSOE en tiempos de Jorge Alarte como representante del sector "pajinista" en alianza con aquel. Hasta que esa cordialidad se rompió. Luego abandono su sector y a su sucesor en él, David Cerdán, y se puso del lado de Puig.

Además, respecto a su gestión en Sanidad son más las sombras que las luces. Nadie puede negar que ha estado al pie del cañón en los difíciles tiempos de la pandemia, pero se ha llevado varias sentencias en contra en los tribunales tras las denuncias del sector sanitario por desprotegerles.

Por no hablar de la caótica situación en la que ha dejado a departamentos de salud como Torrevieja tras la reversión, la centralización del CICU en Valencia o la sustitución de los médicos en las ambulancias por enfermeras. Todo ello, los grandes quebraderos de cabeza de su sucesor en el cargo, el también socialista Miguel Mínguez. 

Hace unos meses en este mismo diario informábamos de la preocupación en Ferraz y Moncloa por no tener alcaldías importantes en el conjunto del territorio nacional. Sobre todo allí donde el PSOE gobierna en las comunidades autónomas, el poder municipal socialista es marginal.

No es un hecho baladí. Para ganar comicios autonómicos y generales los mejores agentes electorales son los alcaldes que día a día son los interlocutores de los vecinos, quienes arreglan sus problemas. También en ciudades como Alicante, en el puesto 11 del ránking nacional por población. 

El sector alternativo del PSOE de Alicante ya ha mostrado sus preferencias por la exconcejal María José Adsuar, quien cuenta con muchas de las virtudes de las que carece Barceló. Entre otras, ser alicantina y conocer muy bien su entramado social. Pero no decidirán ellos. Parece que decisión está ya tomada.