La semana pasada la Conselleria de Sanidad que encabeza la socialista Ana Barceló recibió dos durísimas sentencias judiciales que en cualquier lugar del planeta habrían provocado al instante la dimisión de su responsable político. Esta semana, Barceló en sede parlamentaria no sólo no hizo autocrítica, sino que no pidió disculpas y justificó nuevas acciones judiciales para evitar pagar las indemnizaciones millonarias que le han impuesto los jueces.

Hasta ahí, todo correcto, más de lo mismo. Aquellos que colocaron el listón de la honorabilidad por las nubes cuando eran oposición y que ahora, en el gobierno, lo entierran bajo los lodos de su nefasta gestión, pueden salirse con la suya en un ambiente de apatía general.

Pero en los últimos días dos reacciones de la comunidad médica valenciana me han sorprendido. Públicamente el Colegio de Médicos de Alicante y el Foro autonómico de Atención Primaria han acusado a Barceló de "mentir". Y a eso, no estamos muy acostumbrados.

"Mentir" o "mentira" son palabras tabú para el periodismo por más que en muchas ocasiones los periodistas seamos capaces de demostrar los hechos y manifestaciones "mentirosas". Estamos acostumbrados a hablar de sucedáneos como "faltar a la verdad" o "de hechos inciertos" (incluso sabiendo que lo incierto no es lo "falso", sino "lo desconocido o ignorado" por más de que se haya institucionalizado en esa primera versión).

Y desde luego, la procedencia de estas acusaciones llama mucho más la atención. Las instituciones colegiales y sindicales sanitarias manejan siempre un lenguaje muy ajustado. Por eso ver en un titular la palabra "mentira" te hace pararte un momento y releer lo escrito para asegurarte de que es real lo que ven tus ojos.

En los mentideros socialistas mantienen que la intención de Puig y Ángel Franco sigue siendo poner a Barceló como cabeza de cartel de las municipales alicantinas. Y desde el PP "dan palmas con las orejas", como se dice de forma castiza. ¿Se imaginan una campaña electoral con Ana Barceló intentando desbancar a Luis Barcala? A mí desde luego que me gustaría verlo.

Pero luego racionalizo la situación y creo que sería perjudicial para la ciudad. Creo en el equilibrio de poderes y me gusta ver como a un buen gobierno se contrapone una buena oposición. ¿Se quedaría Barceló cuatro años en la oposición o se haría un 'Etelvina Andreu' solicitando en su caso un puestito en el Consejo Jurídico Consultivo de la Comunidad? Tendría su coña después de las lindezas que le han dedicado los jueces.

Sin duda volveríamos a repetir la historia de los últimos 25 años. Las historias de los Blas Bernal, Roque Moreno, Elena Martín, Eva Montesinos o Paco Sanguino. Y eso es algo que en nada beneficia a la ciudad.