El viernes, cuando se reunieron en Alicante el presidente del PP de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, y la presidenta nacional de Cs, Inés Arrimadas, demostraron mantener una relación más allá de la cordialidad. Incluso llegando a la complicidad. La catalana centró sus declaraciones en reivindicar la "lealtad" y el "respeto al compañero de viaje" y eso es algo que en los gobiernos de la provincia y la ciudad de Alicante se mantiene a rajatabla.

PP y Cs tienen buenos mimbres para construir un acuerdo de futuro en la Comunidad Valenciana en cuanto a las formas. Pero también en cuanto al fondo. El PPCV de Mazón no es el de Camps, dominado por los grupos de presión democristianos y conservadores. Es un partido mucho más anclado en las posiciones liberales. Algo que su presidente ha mantenido desde los comienzos de su trayectoria política. Y por eso, está mucho más cercano a lo que defienden Arrimadas y los suyos que otros barones del PP.

Conozco al actual presidente del PP desde hace dos décadas pero fue a partir del cisma entre José Joaquín Ripoll y Francisco Camps, en 2004, cuando pude conocerle mejor. Él era el vicesecretario de Organización del PP de la provincia de Alicante.

Un año después, los populares de Rajoy en toda España comenzaron una campaña de protestas en la calle por cualquier política que emprendiese el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Desde todas las provincias se fletaban autobuses con militantes de camino a Madrid cada semana. Y Mazón era aquí uno de los encargados de la logística.

Alicante cumplió con creces en la manifestación en Madrid en rechazo al diálogo del Gobierno con ETA. También en la de la unidad del archivo de Salamanca. La siguiente era la manifestación contra la ley del matrimonio homosexual. Pregunté entonces a mazón cuantos autobuses de manifestantes partirían de Alicante. Su respuesta fue: "Ninguno".

Ante mi extrañeza, al actual presidente del PPCV prosiguió explicando una posición seguramente coincidente con la del resto de sus compañeros de ejecutiva pero expresada en términos personales: "Es una cuestión de principios. Yo soy liberal y no he entrado en política para decir con quién tiene que acostarse cada cual, porque tampoco permito que nadie me diga qué puedo hacer o no puedo hacer en mi vida personal". 

Así que la coincidencia entre Arrimadas y él no es una pose en un cortejo meramente electoralista. Ambos se definen como liberales. Y el alicantino lo demuestra en sus políticas bajando los impuestos, defendiendo la convivencia de las lenguas y apostando por la colaboración público-privada allí donde es posible, por ejemplo.

Nada que ver con las imposiciones fiscales, las imposiciones lingüísticas y la burocratización extrema de la actividad económica en la Comunidad Valenciana. Está claro que en la región hay dos modelos: el de Puig-Oltra y el de Mazón-Arrimadas.

La base de nuestro sistema político se fundamenta en que cada elector es libre de votar a quien quiera porque se da por hecho que cada persona sabe lo que le conviene a él individualmente, a su familia, a su municipio, a su provincia y a su comunidad. También se basa, en que todos los votos tienen el mismo valor independientemente de la posición o condición social del votante.

Ante estos dos principios el elector debe preguntarse si quiere que sean otros quienes le digan qué hacer con su dinero; si le conviene tenerlo en su bolsillo y decidir en qué quiere gastarlo o que se lo gestionen mediante más impuestos los políticos y que sean ellos quienes establezcan las prioridades. Debe preguntarse si quiere elegir qué deben estudiar y en qué leguas sus hijos, o que desde Valencia le digan cómo hacerlo.

Debe preguntarse si le gusta una gestión hospitalaria publico-privada profesional con menos listas de espera o si está obligado a tratarse en un hospital gestionado por funcionarios en el que priman otros criterios abstractos. Por no hablar de otras cosas, como cuándo puedes abrir tu comercio o qué debes comer, porque si el menú no le gusta al político de turno lo grava con más impuestos. Al final, se trata de políticas liberales o iliberales. Esa será la clave de las próximas elecciones en la Comunidad Valenciana.