Victoriano Ramos en los años 60, cuando trabajó para la NASA, junto a uno de sus reconocimientos.
Victoriano Ramos, el ilicitano que contactó con el módulo Eagle de la NASA al aterrizar por primera vez en la Luna
Empleado de Telefónica, era el técnico que contactó con el módulo lunar del Apolo 11 desde la base de la NASA en Fresnedillas de la Oliva, Madrid.
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Año 1962. John F. Kennedy pronuncia un discurso histórico en la Universidad Rice, en Houston (Texas) en el que anuncia: "Hemos decidido ir a la Luna. Elegimos ir a la luna en esta década y hacer lo demás, no porque sean metas fáciles, sino porque son difíciles". A partir de ahí, todos los objetivos de EEUU se centran en conseguir poner al primer hombre en la Luna.
Pero para ello era necesario tener una infraestructura en diferentes lugares de la Tierra, por la rotación del planeta, que permitiese la comunicación constante con la nave que lograría ese propósito social, científico y político. Madrid era un enclave privilegiado que trabajaba codo a codo con las bases de Fort Irwin, en EEUU y Honeysuckle Creek, en Australia.
Gracias a una acuerdo con el Gobierno español, en 1964 la NASA construyó la Instalación de Fresnedillas de la Oliva para vuelos espaciales tripulados (MSFN), un conjunto de antenas que entraron en funcionamiento en 1967. Ya desde 1961, la agencia espacial contaba en la misma zona con el Complejo de Comunicaciones de Espacio Profundo de Madrid (Madrid Deep Space Communications Complex o MDSCC), situado en Robledo de Chavela.
En aquella época, un ilicitano, Victoriano Ramos Gilabert, era el jefe de Telefónica encargado del apoyo técnico en colaboración con la NASA en Fresnedillas de la Oliva, Madrid. Por eso, tuvo la oportunidad de ser la primera persona que contactó con la tripulación del módulo Eagle (Apolo 11) cuando aterrizó en la Luna.
Procedencia certificada del metal de la medalla conmemorativa para Victoriano Ramos de la NASA.
Neil Armstrong y Buzz Aldrin aterrizaron el Eagle en la recién bautizada Base Tranquilidad el 20 de julio de 1969. Sus primeras palabras para la historia fueron, o al menos así se han reproducido desde entonces, “Houston, aquí base de la Tranquilidad. El Águila ha alunizado”.
Son varios españoles que desde entonces han hablado de esta historia única, en su mayoría ingenieros en ambas bases españolas. Pero quizás es menos conocida la historia de los técnicos que la hicieron posible, como el ilicitano Victoriano Ramos, que falleció el pasado mes de abril y cuyo nieto relata a EL ESPAÑOL De Alicante sus vivencias, corroboradas por los reconocimientos que le entregó la NASA desde los años 60 a los años 80.
Pablo Ramos asegura que la historia de su abuelo es bien conocida en el ámbito familiar. "Al final pensamos que es solo un momento, pero fueron 8 años de trabajos previos en telecomunicaciones para que todo saliese bien ese día". Un trabajo que se extendió hasta los años 80 cuando otra generación de naves, los transbordadores espaciales, entraron en funcionamiento.
Libro conmemorativo de la participación de Victoriano Ramos en la misión del Apolo 11
Victoriano participó en todas las misiones de los Apolo y también en las primeras del transbordador espacial Columbia. De hecho, la NASA le entregó una moneda conmemorativa con metal fundido del módulo lunar y el satélite utilizado en la hazaña espacial. No en vano, la historia oficial narra cómo desde Fresnedillas avisaron a los astronautas de que solo contaban con combustible para 30 segundos a la hora de alunizar.
También otras menciones y diplomas relativos a sus trabajos con el transbordador que tuvo el fatal accidente en 1986, cuando él ya no estaba en el programa. "Sobre ese accidente mi abuelo no hablaba mucho, como es normal", afirma Pablo Ramos.
Reconocimiento de la NASCOM a los trabajos de Victoriano Ramos para el transbordador Columbia.
Nacido en Elche hace 94 años, Victoriano se trasladó a Madrid con 17 años cuando su padre, funcionario de Correos y Telégrafos, fue destinado en la capital. Allí se formó y terminó entrando en Telefónica, desde donde trabajaba directamente con NASCOM (NASA Ground Communications System) que era el sistema de comunicaciones terrestres de la NASA.
Y cuando se jubiló, regresó a la ciudad de Alicante, donde residía la familia, hasta el pasado mes de abril en que falleció dejando tras de sí una historia repleta de anécdotas que contó a sus hijos y nietos.