Palacio de Altamira de Elche.

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Elche

La cara oscura de Elche, los tesoros patrimoniales desaparecidos

Murallas, iglesias, palacios y palmerales de gran valor han sido borrados del mapa ilicitano desde la Edad Media hasta la democracia.

10 noviembre, 2023 06:07
Alicante

Elche, con su historia milenaria, ha acogido muchas civilizaciones que establecieron sus poblaciones cerca del río Vinalopó y que crearon monumentos e infraestructuras de gran riqueza patrimonial que desaparecieron para siempre en trágicos episodios.

Según recoge un trabajo realizado por el alcalde, Pablo Ruz, también profesor de historia, publicado en el número 74 de la Revista Canelobre, la ciudad ha perdido estructuras históricas a lo largo de diferentes periodos: Baja Edad Media, Edad Moderna, Industrialización, Febrero de 1936, Desarrollismo y Democracia.

Durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna las murallas almohades-cristianas se echaron a perder. Ruz lo define como "el elemento sustancial que delimitaba la Vila", que paso de manos con la Reconquista. La fortificación era de 1.460 pasos totales y estaba fabricada con tapial y sillar.

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Con 16 pequeñas torres y ocho grandes torreones, "limitaba el espacio de la medina de la ciudad", explica el alcalde. Su destrucción entre los siglos XVI y XVII debido a que "los lienzos de las murallas eran usados como tabiques para viviendas" supone para el historiador "una desaparición irreparable".

Las siguientes pérdidas corresponden a la Industrialización de Elche, proceso que comenzó a finales del siglo XIX. La eliminación del palmeral urbano se inició en este periodo, donde "los huertos perdieron su sentido agrícola para pasar a ser un problema urbano". Así, la publicación asegura que "más de 125.000 metros cuadrados de palmeral desapareció para dejar su lugar a fábricas de alpargatas, viviendas y construcciones industriales".

Otro patrimonio echado a perder, esta vez por causas naturales, fue el Convento de la Encarnación, Hermanas Clarisas, primer monasterio femenino de la ciudad. Fundado en 1516, fue derruido a causa de una "agresiva tormenta" casi 300 años después, dando paso a la actual Plaza de la Glorieta.

Un nuevo salto histórico traslada la desgracia al mes de febrero del año 1936. Pablo Ruz lamenta en su recopilación que "jamás Elche había sufrido una pérdida tan dramática en menos tiempo". No es para menos, ya que en una sola tarde dos iglesias barrocas, una neoclásica del convento de la Merced, la sede del antiguo Casino y el interior de la Basílica de Santa María se borraron del mapa ilicitano para siempre. 

La causa: "Un verdadero torbellino de odio". Incendios y saqueos derivados de la victoria del Frente Popular en las elecciones que originaron "un ambiente social irrespirable" que abrasó parte de la historia de la población.

Entre la segunda mitad de los años 50 y hasta el inicio de la democracia en 1979 la ciudad se moderniza urbanamente en el Desarrollismo. De esta manera, Elche se convierte en "la industria de todo el país", apunta Ruz. El experto escribe que esta época se caracteriza por ser "trepidante" en lo económico y una "verdadera edad de oro en la Festa", pero carece de cualquier tipo de sensibilidad con el patrimonio urbano local.

El Paseo de la Estación, demolido en 1959 para generar "una vía ancha y fría", la casa palacio del duque de Béjar y del Marqués de Peñafiel, demolida en los años 60, el cuartel de caballería, un "extraordinario edificio", el Palacio Episcopal, "demolido sin rubor", y la torre de Siuri, "una bella torre barroca", fueron víctimas de este progreso desmedido.

Por último, ya en democracia, Elche se ha quedado sin espacios urbanos como "la fisonomía propia de la plaza del Salvador, las fachadas tradicionales de las calles Salvador y Hospital, fachadas racionalistas y edificios del siglo XVIII en la calle Corredera", según la revista. Además de "casas burguesas, la casa palacio de Roca de Togores en Puente Ortices, edificios modernistas en Capitán Lagier o tradicionales en calles Obispo Tormo y carrer Ample", añade el profesor de historia.

"Lo perdido ha sido demasiado ingente y dramático y la pasividad de los ilicitanos y autoridades cómplices ineludibles de tanta destrucción", critica Ruz. El alcalde concluye su trabajo lanzando un rayo de esperanza y apostando por la valentía y la agilidad de los ciudadanos para "revertir esta tragedia y ser capaces de proteger todo lo que aún nos queda".