La estructura de los edificios es la clave para que los edificios soporten los terremotos.

La estructura de los edificios es la clave para que los edificios soporten los terremotos. Jose Antonio Gallego Vázquez

Economía

¿Cómo se preparan los edificios para soportar terremotos? Alicante es una de las zonas de más riesgo

El arquitecto especialista Jorge López explica los cambios en las normas que regulan la construcción y lo que suponen para la seguridad.

12 septiembre, 2023 06:07
Alicante

España lleva más de dos décadas con la misma norma de construcción para la prevención de terremotos en edificación, la norma sismorresistente 2002. Y cada vez que sucede una catástrofe como la de Turquía o la de Marruecos, se cuestiona la seguridad en los edificios y su influencia en el número de muertos. El doctor en arquitectura Jorge López explica cómo se trabaja para prevenirlo y las zonas de más riesgo en la provincia de Alicante.

"La norma sismorresistente en edificación sigue siendo la misma, la de 2002, la norma de construcción sismorresistente (NCSR-02)", empieza. "Esta y las anteriores tienen en cuenta la situación de las placas tectónicas que componen la corteza terrestre con el fin de localizar las zonas más sensibles a padecer los efectos de los terremotos. Gracias a ello, hoy día sabemos que, Granada, por ejemplo, es una de las zonas sísmicas de mayor potencial destructivo.

Si bien se saben cuáles son las zonas de mayor riesgo, "no sabemos cuándo pasaría". De ahí la importancia de la prevención al construir las viviendas. Según la zona sísmica donde se sitúa el edificio, la normativa propone unas condiciones para el cálculo de su estructura. De este modo, en función de la aceleración sísmica existente en dicha zona, la estructura del edificio deberá reforzarse más o menos, así como el propio diseño estructural, el cual deberá variarse en función de la peligrosidad de la zona.

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¿Qué más hay que tener en cuenta? El terreno, responde López. Con la ley de principios de siglo, "a diferencia de normativas anteriores", se tiene este factor en cuenta "porque no es lo mismo construir en arcilla, en arena o en roca", pone de ejemplo.

Los edificios más sensibles para padecer colapsos abruptos ante un terremoto son aquellos que “no tienen capacidad de aviso”, es decir, aquellos cuya deformación y plasticidad es mínima o casi nula antes del desastre. En este último apartado nos podemos encontrar con los edificios antiguos de sillería o los de mampostería con entramados de madera. Eso quiere decir que hay que tener en cuenta la antigüedad del inmueble para saber, o confiar, que se ha cumplido la legislación vigente.

"Las construcciones de los años 20 y 40, con mampostería y viguetas de madera, son las más frágiles ante un terremoto", razona. En el otro extremo, "son más confiables a partir de la norma del 2002, porque esta norma nos obliga a reforzar más las estructuras en función de la zona sísmica, incorporando más acero y por tanto, añadiendo mayor capacidad de reacción y aviso". Y en el rango intermedio, estarían las construcciones de los años 80 y hasta el 91, construcciones que no alcanzan las últimas medidas en seguridad adoptadas por la NCSE 2002.

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Los puntos de encuentro entre las vigas y los elementos verticales, los nudos, son uno de los elementos claves. Esos nexos de unión deben de tener la suficiente plasticidad para que frente a una gran embestida sísmica, la energía se disipe en forma de ruido, calor, deformación y pequeñas roturas que no impliquen colapso. Es decir, si la tierra tiembla, esa fuerza no debe producir la rotura abrupta en ese punto. "Las estructuras actuales ante un sismo aguantan y no suelen producir daños mortales", razona.

El otro aspecto importante que señala López está en los cerramientos. Es ahí donde se sitúa una de las áreas más delicadas. "El problema es que los cerramientos muchas veces no aguantan tanto como las estructuras, siendo estos en ocasiones los primeros en caer. Esos son los que tristemente colapsan en primer lugar y originan la tragedia", alerta.

Riesgo cero y más inversión

"El riesgo cero no existe, existen las probabilidades de fallo", recuerda. Por eso, pone de ejemplo que si un edificio de cien años ha pasado por sismos con un potencial destructivo previsto por norma, "siempre puede llegar un último sismo que se salga de lo previsto en dicha norma y que suponga un desafío para los edificios existentes, como ocurrió en Lorca".

Y aunque conseguir esa seguridad perfecta es imposible, López recuerda que si hay un país donde se está trabajando muy seriamente sobre el tema, es Japón. El país asiático está sobre una de las zonas sísmicas más activas, así que la normativa al edificar lo tiene muy en cuenta. "Las pruebas que se hacen en Japón están a otro nivel. En ocasiones dichas pruebas se hacen a escala 1:1 con simulaciones muy cercanas a la realidad y ensayando tanto estructuras como cerramientos. Toda esa infraestructura las tiene a disposición muy poca gente", apunta.

¿Qué utilizan allí? La cimentación con amortiguación o pilares con varios brazos elásticos, indica. "Eso en España a día de hoy es ciencia ficción", lamenta, "tenemos hormigón y estructuras metálicas. Y jugamos con eso". Aplicar esas medidas, "encarecen las estructuras". De hecho, "más hormigón y acero", la tecnología que se utiliza en España ya hace que los edificios salgan más caros.

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El sector está pendiente de que se apruebe una nueva norma después de más de dos décadas. "Con un nuevo proyecto de ley se pretende que se unifiquen tanto la obra civil como la edificación en una única norma sismorresistente", concluye, "y no sabemos cuándo se aprobará".