El portal del edificio de la menor convertido en un altar improvisado.
La indignada carta de un profesor de Alicante contra Miguel Lago y Sonsoles Ónega por la muerte de la joven sevillana
Un docente exige respeto por lo que considera una frase "dolorosa e injusta" del humorista y recuerda que el acoso escolar es una responsabilidad compartida.
Más información: El infierno de Sandra, la niña de 14 años que se ha suicidado en Sevilla tras sufrir 'bullying': el colegio no activó el protocolo
La trágica muerte de una niña de 14 años en Sevilla genera polémicas más allá del comportamiento que tuvo el colegio que no activó el protocolo. Y desde un pueblo de la provincia de Alicante un profesor pide responsabilidad al abordar el tema. Por eso critica comentarios como el del humorista Miguel Lago en el programa de Y ahora Sonsoles.
Javier Yebes, profesor en un instituto en Alicante, escribe una carta abierta en la que recoge la "profunda indignación en miles de docentes en toda España". ¿Por qué? Como recoge, Lago dijo: “Pasan más tiempo con vosotros que con nosotros, y luego saltan por el balcón… perdón”. La presentadora Sonsoles Ónega le respondió: “No pidas perdón”.
Yebes lamenta que la presentadora respondiera así porque "las palabras duelen cuando uno ha pasado noches sin dormir pensando en un alumno que se autolesiona" y "cuando uno intenta derivar a un adolescente y le dicen que la primera cita disponible es dentro de tres meses".
El docente considera que hablar con tal frivolidad del acoso y suicidio adolescente es profundamente injusto y doloroso. Y ahí el remitente de este escrito sostiene que estas insinuaciones responsabilizan al profesorado de tragedias que desbordan las aulas.
Ahí es donde denuncia que quienes trabajan en la educación sabemos que "la escuela es, en muchos casos, el único espacio donde se les escucha, se les comprende y se detecta su sufrimiento". De hecho, señala la ratio de alumnos por aula, con más de 25, que incluye a un alumnado con TDAH, dislexia, ansiedad o depresión.
"Muchos docentes somos los primeros en advertir una señal de alarma: un silencio que duele, una mirada vacía, un aislamiento, una frase doliente, o incluso un dibujo inquietante", asegura Yebes.
El problema, como lamenta, "nos encontramos con un sistema saturado: las unidades de salud mental infantil y adolescente tienen listas de espera de meses, conseguir citas periódicas con un psiquiatra o psicólogo es una odisea, y los servicios de orientación escolar están desbordados".
El profesor alicantino subraya que no se trata de buscar culpables, sino de asumir responsabilidades compartidas. Los jóvenes, razona, necesitan que la familia, la escuela, la sanidad y la sociedad trabajen juntas, con presencia, escucha y empatía.
Una gran necesidad porque Yebes considera que muchas familias están desbordadas o carecen de formación emocional para acompañar a sus hijos. A veces, los padres encuentran "mensajes, dibujos o cortes en los brazos" y no buscan ayuda por miedo al “qué dirán” o "para no alarmar".
"Los jóvenes pasan muchas horas en el colegio, pero eso no convierte al profesorado en su única referencia emocional ni en responsable de su bienestar mental", recalca.
¿Y qué plantea este profesor como solución? "Pedimos herramientas para poder cuidar de verdad a nuestro alumnado", destaca. Para eso es crucial reducir las ratios, ya que atender emocionalmente a treinta alumnos por aula es imposible. También requieren refuerzo psicopedagógico estable en todos los centros.
El acoso y la salud mental no deben tratarse como un tema de tertulia ligera, reitera. Y ahí se dirige de nuevo contra Lago porque sus palabras ofenden y desinforman, simplificando un drama complejo. Los profesores son, muchas veces, quienes evitan que ese sufrimiento acabe en tragedia.