¿Puede emocionar un jardín? Santiago Beruete tiene claro que sí. Este profesor de filosofía se ha convertido en un fenómeno editorial con su serie dedicada a estos espacios. Al presentar el último, Un trozo de tierra, pone de ejemplo de paraíso en la tierra uno en la provincia de Alicante, el de L'Albarda. "Es uno de los jardines privados más emocionantes, conmovedores, que conozco", asegura.

Al describirlo sentado en la librería Pynchon & Co de Alicante donde ha hablado de su nuevo libro los ojos de Beruete brillan. "Me siento muy honrado de contar con la amistad de Enrique Montoliu, el promotor del Jardín de la Albarda, que está entre Pedreguer y Dénia".

¿Y por qué le maravilla este lugar de entre todos los que conoce del mundo? "Pues porque encierra una historia que merece la pena ser sabida", razona, "porque toca fibras morales y sensibles muy importantes".

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Para empezar, porque Beruete valora que "en ese jardín está traducido el lenguaje de la jardinería, su propia evolución personal y mental, que es desde el jardín como un signo de estatus y de distinción social, hasta el jardín como un escenario para la inclusión social".

"No sólo como un espacio, una escena de la buena vida o una marca de distinción social", razona, "sino como un lugar donde es posible el encuentro entre personas de distinto estatus, nivel económico, social". Ejemplo de ello es que allí se encuentra la fundación Fundem "que compra territorio por todo el país y lo deja para que no haya intervención humana en manos de unos custodios que no tienen más finalidad que intentar que no se construya nada. Es decir, encierra en sí mismo todas las claves de los últimos cien años del jardín".

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Beruete reconoce el entusiasmo por un lugar que anima a visitar a los propios alicantinos ya que dice que nueve de cada diez de los veinticinco mil que pasan cada año son extranjeros. Y él se declara "una especie de embajador informal de ese jardín" que le gusta "muchísimo, no solo la estética, sino la ética que encierra". "A mí me encanta cuando voy allá, ver a chiquillos jóvenes, activistas, junto a ancianos que vienen porque les encantan las rosas y son voluntarios y las cuidan", apunta.

En L'Albarda también se encuentra un centro de conservación del gallipato, una especie de tritón que es el mayor anfibio urodelo en Europa. En sus fuentes, señala Beruete, crían y cuidan a estos ejemplares que luego reintroducen en espacios naturales.

La idea de paraíso, recuerda el autor, forma parte de la mitología de las culturas en las que comparten que "todas las proyecciones de más allá de la muerte" son una forma de "engalanarla, ajardinándola con árboles, con flores y plantas". 

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