
Toñi, María, Verónica y Ana María, de la barraca Pica i Vola.
Pica i Vola celebra sus 84 años en las Hogueras : "Nuestra barraca es familia, cultura y tradición alicantina"
El segundo racó más antiguo de Alicante ya lo tiene todo listo para disfrutar un año más de las mejores fiestas de la ciudad.
Más información: Lucía (20 años), camarera: "Me encanta trabajar en Hogueras, es intenso pero nos divertimos mucho"
Ana María Ramos llegó a Alicante por amor. No por un romance pasajero, sino por una atracción profunda hacia una tierra que la sedujo desde niña. "Me enamoré de Alicante cuando tenía 13 años", recuerda emocionada.
"Vine de vacaciones y mi primer encuentro con las Hogueras fue una despertà con banda de música y traca. En vez de asustarme, me emocioné. Porque esta es una tierra de música. Y yo amo la música".
Nacida en Marruecos y criada entre el Norte de África y Andalucía, Ana María es alicantina por elección. Aquí echó raíces, formó familia y encontró su lugar en una comunidad que, más que una fiesta, construye un estilo de vida alrededor de las tradiciones.
Hoy es responsable de Cultura en Pica i Vola, una de las barracas más antiguas de la ciudad, con más de 80 años de historia. "Nos fundamos en 1941. Después de los Gorilas, somos la segunda más antigua que sigue plantando".
Pero si algo define a esta barraca, más allá de su longevidad, es su alma colectiva y familiar. "Somos 64 socios, pero con las familias, niños y amigos, somos muchos más. Aquí entra un socio y su mesa se multiplica por tres, porque los hijos crecen, tienen sus propias familias y todos siguen viniendo. Somos familia, de verdad", asegura.
Por su parte, la presidenta de la Barraca, Verónica Hernández, destaca el "gran compromiso" de Ana María, a quien ha nombrado Madrina de Honor de la barraca. "Sin ella esto no podría salir adelante", asegura.
Una fiesta que educa y une
Esa dimensión familiar no es decorativa: es el eje central del proyecto. Este año, Pica i Vola ha creado su propia barraca infantil, El Gavinot, en honor al polluelo de gaviota. "Ahora que se reconoce a los barraquers infantiles como parte activa de las Hogueras, hemos querido darles protagonismo. Han hecho dibujos, manualidades, chibrets... Se lo han pasado en grande", cuenta Ana María con orgullo.
Pero no todo es juego. "Es una forma de hacer pedagogía. Enseñamos a los niños a amar su ciudad, su historia, su patrimonio. Porque cuando conoces tu cultura, la respetas. Y sin ellos, no hay futuro", subraya.
Este año, el tema elegido ha sido las torres de la huerta alicantina, con una portada inspirada en una fotografía antigua de las Torres al Río.
Y es que no todo se resume a la organización en Pica i Vola, pues el equipo ha ido organizando charlas, excursiones y talleres durante todo el año para entender el valor histórico y económico de esas construcciones. "Alicante era huerta, una huerta rica y fértil, lo que provocaba ataques. Por eso se instalaron torres de vigilancia. Es un patrimonio que hay que defender".
Cultura, tradición… y premios
Pica i Vola no es una barraca cualquiera. Es una barraca con misión. Además de mantener vivas las costumbres, ha convertido la cultura en su bandera. "Ponemos el acento en la cultura, la historia, la indumentaria. En todo lo que somos", explica Ana María.
Ese compromiso tiene recompensa: primer premio de actividad cultural, primer premio de actividad costera, segundo en actividad deportiva, premio al uso del valenciano y premio de la Federación del Gibret, entre otros. "Somos la barraca con más premios de toda Alicante", afirma sin falsa modestia.
Un trabajo coral
El secreto, dice Ana María, está en el trabajo en equipo. "Tenemos presidencia, claro, pero funcionamos por equipos. Cada área, como Cultura, Desfile, Indumentaria o Protección, tiene su grupo. Así, si alguien falla, otro cubre su sitio. Lo importante es que todos sabemos cómo va todo. Es un sistema atípico, pero funciona".
La implicación va más allá de lo organizativo. La barraca es, literalmente, una empresa familiar. "Mi hijo se encarga de la instalación eléctrica, al igual que lo lleva haciendo mi familia desde hace 35 años. Tenemos servicio 24 horas. Mis hijos se han criado aquí, y siguen aquí".
El alma de las Hogueras
Para Ana María, hay momentos mágicos durante las fiestas, pero uno destaca: la cena de sobaquillo del 19 de junio. "Ahí estamos todos. Incluso los que participan menos se integran. Hacemos piña. Ver a los niños cenando con nosotros, jugando, viviendo la barraca desde dentro, es emocionante. Esto lo amas porque creces en ello".
El otro instante sagrado es la ofrenda floral. "Llevo años poniéndoles la mantilla a las mujeres que no saben ponérsela. Formamos dos hileras y vamos ayudando. Es hermoso. La indumentaria forma parte de nuestra cultura, y hay que cuidarla".
Una fiesta viva… y abierta
Pica i Vola es también hospitalidad. Abren sus puertas a turistas curiosos y vecinos despistados. "Nunca impedimos a nadie entrar. La gente pregunta y le explicamos. Se sorprenden con la música, la ropa, la historia. El otro día conocí a una chica recién llegada de Argentina y estaba fascinada: ‘¡Toda la ciudad está en fiesta!’, me dijo. Y sí, es que toda la ciudad celebra".
Ana María reivindica también el impacto económico de las Hogueras. "Movemos mucha economía: indumentaristas, panaderías, floristerías, restaurantes… Somos motor de ciudad. Y vendemos nuestras costumbres al mundo".
Y es que no todas las celebraciones son iguales. "Nosotros somos barraca tradicional, no un racó comercial. Aquí no compras una mesa por unos vales. Aquí te conocen, te abrazan. Hay niños jugando, mujeres cosiendo, hombres montando, vecinos cocinando. Estamos todo el año organizando actividades. Esto no es solo fiesta: es comunidad", concluye.