Ángel Franco y Miguel Millana, del PSOE de Alicante.

Ángel Franco y Miguel Millana, del PSOE de Alicante.

Alicante ciudad

Miguel Millana, de 'verdugo' de Ángel Franco a décima 'víctima' del PSOE en la ciudad de Alicante

El exsecretario general socialista ha dado la cara por el exsenador en todas las batallas internas dentro del partido con Eva Montesinos, Paco Sanguino y Ana Barceló.

Más información: El 'peón' de Ángel Franco en el PSOE de Alicante dimite para evitar que éste controle la próxima asamblea local

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La dimisión de Miguel Millana ayer como secretario general del PSPV-PSOE de Alicante, revela a la perfección lo que ha sido la historia del partido en la ciudad en las últimas tres décadas, cuando el entonces senador Ángel Franco se hizo con las riendas de la agrupación gracias a una "minoría mayoritaria" que todavía conserva. Millana ha sido su última víctima, pero no la única. Muchos antes le han precedido.

Franco, docente en Filosofía, venía de la UGT, donde ejerció de secretario general provincial de Alicante de 1977 a 1988. Al no estar de acuerdo con la huelga general convocada ese año, dejó el sindicato para dedicarse a un partido entonces en manos de Antonio García Miralles. Con la nueva década Franco pactaba con unos y con otros como la persona de Joan Lerma en la ciudad y la provincia, llegando a colocar con sus votos a Antonio Fernández Valenzuela a los mandos del PSOE y posteriormente a Ángel Luna, que sería alcalde en 1991 cuando se acabó con las aspiraciones de Antonio Moreno.

Esa sería la última victoria socialista en el Ayuntamiento de Alicante hasta que en 2015 su entonces pupilo, Gabriel Echávarri, devolvió la Alcaldía al PSOE por menos de tres años. En todo este tiempo, y hasta ahora, Franco ha gobernado el socialismo alicantino pero para ello necesitaba personas interpuestas que actuasen por él de forma oficial. Todos ellos, una decena entre secretarios generales, portavoces y candidatos, terminaron por caer como ayer Millana.

José Antonio Pina, Blas Bernal, Juan Antonio Román, Etelvina Andreu, Roque Moreno, Elena Martín, Gabriel Echávarri, Eva Montesinos, Paco Sanguino y ahora Miguel Millana. Con quien todavía no ha podido Franco es con su actual rival como portavoz municipal, Ana Barceló, pese a las escaramuzas durante todo este mandato.

De hecho, Millana aparece cuando los escándalos judiciales obligan a Gabriel Echávarri -anterior secretario general y alcalde socialista de Alicante- a dar un paso al lado. Cuando se desata la gran crisis en el partido por este hecho Miguel Millana ya es secretario general local de la mano de Franco. El PP de Luis Barcala consigue la Alcaldía a mediados de la legislatura y la sucesora de Echávarri es desplazada del liderazgo en la agrupación y el Ayuntamiento gracias a las maniobras de Millana y Franco.

Millana actúa de verdugo de Eva Montesinos convocando una asamblea para destituirla por unanimidad y luego pactando con el entonces aparato de Ximo Puig en el PSPV despojarla de la portavocía municipal, un hecho que no se materializó oficialmente pero que supuso la pérdida de todo el poder institucional de la vicealcaldesa de Echávarri.

Y lo mismo sucedió con el siguiente portavoz municipal. Descartada Montesinos, Ximo Puig buscó un nuevo candidato en la figura del director del Teatro Principal de Alicante en tiempos de Echávarri, Paco Sanguino. Éste tampoco pudo ganar las elecciones frente a un Barcala reforzado por su gestión y ausencia de escándalos.

Nuevamente un año antes de las elecciones municipales, Sanguino decide tener opinión propia y comunica que no está de acuerdo con la tasa turística que quiere imponer el Consell de Ximo Puig forzado por Compromís y Podemos. También el secretario autonómico de Turismo de Puig, el socialista Francesc Colomer se había opuesto públicamente a gravar a los turistas.

Millana por orden de Ángel Franco aprovechó esta circunstancia para quitarle la portavocía. Se inicia una batalla interna. El portavoz releva a varios asesores y desde el partido el secretario general, Millana, emprende una cacería contra Sanguino que termina con una decisión salomónica de Ximo Puig: dejar caer a su candidato para seguir contando con los votos de Franco cuando los necesite. No en vano ambos comparten maestro y líder al comienzo de sus carreras políticas, Joan Lerma.