George Washington (izquierda) y Juan de Miralles (derecha).

George Washington (izquierda) y Juan de Miralles (derecha).

Alicante

El comerciante de Alicante que fue íntimo amigo de Washington y logró la independencia de Estados Unidos

Juan de Miralles y Trayllon (Petrer, 1713) murió en la residencia del primer presidente estadounidense y fue enterrado con honores por su ejército.

26 marzo, 2024 06:07
Alicante

La Revolución de Independencia de Estados Unidos queda lejos de Alicante, pero las aventuras de un comerciante de Petrer y su papel en este episodio tan relevante de la historia conectan los dos lugares. El alicantino, quien también fuera negociante en el tráfico esclavista y agente de España, se convirtió en uno de los amigos íntimos de George Washington, primer presidente de Estados Unidos.

Nació el 23 de julio de 1713 en el pequeño pueblo de Petrer. Era hijo de un capitán de infantería y de una madre francesa. En 1728, a los 15 años, Juan de Miralles se trasladó con su familia a Francia, donde permaneció hasta 1732, año en que volvió a España.

Años después desembarcaría en La Habana, en 1740, contando con un capital de 8.500 pesos. Se casó con María Josefa Eligio de la Puente y González-Cabello, hija de una de las familias más acaudaladas de Cuba, con la que tuvo ocho hijos, siete mujeres y un varón, como recoge el historiador Vicent Ribes en sus estudios sobre la vida del comerciante alicantino.

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En su trabajo Nuevos datos biográficos sobre Juan de Miralles, publicado en la Revista de Historia Moderna: Anales de la Universidad de Alicante (UA), Ribes explica que hasta esa fecha no consta registro de que fuera un comerciante ni desarrollara dicha actividad.

"Por tanto, y a la vista de las actividades mercantiles que Miralles desempeñaría con posterioridad, bien podemos concluir que durante esos años oscuros cimentó su dedicación al tráfico de esclavos, lo que explicaría tanto el oscurantismo de sus ocupaciones como el origen de su fortuna", añade.

Mientras era agente secreto o comisionado real de España, comenzó a comerciar con la Florida y, por extensión y pese a que en algunos períodos "se rozaba la ilegalidad", con los puertos ingleses de Charleston, Philadelphia, Nueva York y Boston. Según el estudio, sus negocios debían ser de índole muy variada e irían "desde la compra y venta de buques al transporte y contrabando marítimo".

Así, tuvo una relación de negocios con otro alicantino. Miralles estaría inmerso con el asiento de negros concertado en 1761 entre el alicantino José Villanueva Picó y la Real Hacienda. Picó, un veterano y experimentado asentista, proponía transportar de La Habana a la península Ibérica tabaco, cañones, balas y equipamiento bélico para la Real Hacienda a cambio de enviar esclavos a Cuba durante una década.

Cuando llega el año 1776, la fortuna y el crédito de Miralles están ya a
salvo de cualquier contingencia. La amistad con un financiero de Philadelphia creó una línea de transporte para comercializar productos variados entre los que se incluían el arroz y el azúcar.

Es en los banquetes que Miralles organiza en su residencia en la ciudad estadounidense cuando conoce al general Washington. Miralles ayudó a la independencia americana con grandes cantidades de dinero de su propia cuenta y con la donación de ropa de abrigo, pólvora, armas, medicinas, entre otros, hacia las tropas de Washington aprovechándose de su posición como delegado de la corte de Madrid.

"Para darnos una idea de la trascendencia de la ayuda financiera española, bastará recordar que las inestables economías de los Estados de Virginia, North Carolina, Massachussets, New Hampshire, Connetticut, Rhode Island, Pennsilvania... giraban en torno a esos 'Spanish milled dollars' con los que mantenían la insurrección contra Inglaterra", menciona el especialista.

La ayuda española permitió la victoria americana sobre los británicos y fruto de las relaciones en el periodo bélico se produjo una amistad entre el general Washington y Miralles. "Una relación amistosa más profunda de lo que la estricta etiqueta establecía para con un representante de una potencia aliada", así lo define el historiador.

A su llegada al campamento de Morristown, Miralles fue recibido con todos los honores por los soldados. Sin embargo, "el tiempo inclemente" durante el viaje desde Philadelphia había hecho mella en la salud del comerciante de Petrer. Llegó un 19 de abril de 1780 y tuvo que estar en la cama desde su llegada en la mansión Ford, la misma donde George Washington estaba hospedado. Los cuidados de los mejores médicos, del propio general y de su familia no pudieron salvar al alicantino, quien fallecería nueve días tras su llegada, con 66 años, a causa de la neumonía que sufría.

El ejército estadounidense celebró un funeral militar con honores, a pesar de que aún las 13 colonias no eran reconocidas como país independiente, a decisión del general, quien presidió el acto en el pequeño cementerio de Morristown. Ribes resalta que fue "enterrado lujosamente amortajado con excelentes ropas y con derroche de pedrería" hasta que pudo ser trasladado a Cuba.

Ribes recupera cartas donde se puede apreciar la estimación del primer presidente hacia el alicantino. Uno de los numerosos ejemplos que lo demuestran podrían ser estas frases escritas por el general al embajador francés: "Las atenciones y los honores rendidos al Sr. de Miralles... fueron dictados por la sincera estimación que siempre le tuve". Y a su viuda: "Todas las atenciones que me fue posible dedicar a su fallecido esposo fueron dictadas por la amistad que sus dignas cualidades me habían inspirado".