Acreditación de Verónica Guillén como abogada defensora de Derechos Humanos en la comisión creada por el Gobierno de Venezuela.

Acreditación de Verónica Guillén como abogada defensora de Derechos Humanos en la comisión creada por el Gobierno de Venezuela.

Alicante

La huida desde la Venezuela de Chávez a Alicante: "El odio lo cambió todo, la vida valía menos que un par de zapatos"

Verónica Guillén Estrada era abogada de Derechos Humanos cuando tuvo que salir de su país amenazada de muerte: "No queda nada de donde crecí".

20 mayo, 2023 02:55
Alicante

Verónica Guillén abandonó Venezuela en 2015, acompañada de su madre y de sus dos hijos, con dirección a San Vicente del Raspeig, en la provincia de Alicante. Llevaba con ella tan solo un par de maletas. "Nunca, jamás, había pensado tener que llegar a ese extremo", relata a EL ESPAÑOL al otro lado del teléfono. Pero su vida, como la de todo un país, había ido girando poco a poco hacia un terreno inexplorado desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999.

Venezuela se convirtió en un país "devorado por el odio", donde ya nada era seguro. El detonante de su salida fue precisamente la violencia. Pero no la política, sino la real y tangible. La de la calle, la del plomo. A Verónica la encañonaron con un arma, a ella y sus dos hijos de 18 y 12 años. Le dijeron que se "había ganado esos disparos" por su papel como abogada de Derechos Humanos. Y supo entonces que tanto ella como su familia estaba señalada y que "nunca volvería a estar segura". 

Meses antes había vivido otro episodio extremo. La siguieron hasta un banco, le robaron el dinero y el coche (dentro del cual estaba su hija) y le pusieron una pistola en la cabeza. Tuvo que suplicar por su vida. Fue la primera y la última vez que lo hizo, porque poco después había tomado la decisión de abandonar su patria para siempre. 

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Verónica dejó su hogar en Puerto Ordaz y se mudó a casa de una tía a Caracas. Era el año 2014, cuando el país "estaba pasando por unos profundos cambios" y mucha gente había decidido huir. Descartó Estados Unidos porque su hermana estaba pidiendo asilo allí, y además tampoco quería precipitarse. Necesitaba "salir de manera legal" para evitar que la repatriasen nada más poner un pie en el extranjero.

Finalmente vio su oportunidad en España, concretamente en San Vicente del Raspeig, donde se encuentra la Universidad de Alicante: pediría un visado para hacer un máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos durante dos años.  

Verónica Guillén Estrada, en una imagen reciente.

Verónica Guillén Estrada, en una imagen reciente.

Escapar no fue tan sencillo. Después de tres meses esperando el permiso, en el mismo aeropuerto revisaron su documentación, dijeron que era "una traidora" y le negaron la posibilidad de que su familia la acompañase. "Tú te puedes ir, pero tus hijos pertenecen a la patria". Solo a través de algunas gestiones pudo asegurarse de que su familia embarcase con ella. Era marzo de 2015. Nada más llegar a España pidió asilo, y actualmente se encuentra en régimen de protección internacional por razones humanitarias.

Cómo se forja una dictadura

Verónica relata una transformación pasmosa de su país. Natural de Caracas (1971), desde muy corta edad vivió junto a su madre y hermanos en la ciudad de Puerto Ordaz, en Estado Bolívar de Venezuela, donde cursó estudios de Educación, con especialidad en Preescolar. Trabajó durante varios años en escuelas públicas ubicadas en barriadas muy pobres, y opositó y trabajó como maestra de aulas de la Gobernación del Estado Bolívar, en escuelas que se fundaron mucho antes de que entrara el régimen de Chávez.

En aquel entonces conoció la cara de la pobreza al trabajar con niños de muy bajos recursos económicos y familias que vivían en miseria: "Antes del régimen, las maestras tenían un papel fundamental dentro de aquellas barriadas, porque como éramos conocedoras de la situación exigíamos a la Gobernación mejoras para el barrio. Se exigía la alimentación completa para los niños, uniformes, libros textos, herramientas para el estudio, colores, etc. Llegaba a practicarse realmente un activismo social dentro de esas comunidades".

Años después estudió la carrera de Derecho y prestó colaboración a un organismo que se llamaba Casa de la Mujer, donde se atendía la denuncia de mujeres víctimas de género. También realizaba charlas dirigidas a las mujeres, abordando la problemática de violencia y el acompañamiento a la víctima de todo el proceso hasta la denuncia en Fiscalía.

Hugo Chávez, en un mitin.

Hugo Chávez, en un mitin. EFE

Verónica dice que es fácil entender cómo Chávez llega al poder. Reconoce que Venezuela tenía por aquel entonces "problemas de corrupción y de redistribución de la riqueza", algo que arma el discurso de Chávez con promesas que llegan a la mayor parte de la población. "Todos teníamos a algún chavista en la familia, igual que se puede tener a alguien de izquierdas o de derechas. Pero el matiz diferenciador es que hasta aquel entonces todos asumían con naturalidad que unos podían ganar las elecciones y otros perderlas".

Cuando Chávez jura la Constitución se cambia la forma de entender eso. Su discurso, en el que se identifica como la voluntad de la nación, acaba con una serie de derechos y libertades que se daban por supuestos "invadiendo espacios comunes de la democracia", con concesiones que parecen pequeñas pero son vitales para cambiar la forma de pensar de un pueblo entero. 

La palabra que más repite Verónica es "odio". "Chávez entra con un discurso de resentimiento y supo moverlo hasta el punto de contar con gran parte del apoyo popular". "Gana legítimamente sus primeras elecciones porque había muchas personas deleitadas por su forma de abordar la corrupción", pero pronto se empieza a identificar a los primeros culpables: "Ser rico es malo. Si eres pobre y miserable es porque tú, el oligarca, le has sometido. Así empezó a crecer el odio que yo jamás vi en un venezolano".

Esa idea iba ocupando espacios y a socavar la convivencia. "Empezó una guerra social horrorosa, pasamos a ser uno de los países más violentos del mundo. En México la violencia es entre bandas de narcotráfico, aquí se daba entre personas normales en la calle. La vida de una persona no valía más que un par de zapatos", cuenta.

Manifestación en Venezuela, en imagen de archivo.

Manifestación en Venezuela, en imagen de archivo.

Es en este momento en el que Verónica se empieza a interesar por trabajar en temas de derechos humanos, "presenciando cómo el cambio de gobierno democrático a un régimen dictatorial comenzaba a instalarse en Venezuela". Empezó dirigiendo charlas a vecinos organizados, padres en los colegios y estudiantes de Derecho, con el objetivo de "no abandonar espacios y ceder entonces poder a una dictadura que empezaba a nacer".

Sin embargo, la situación en Venezuela "en cuanto defensores de derechos humanos se hacía cada vez más tensa". Verónica pudo entonces obtener una acreditación en formación desde la Defensoría de Derechos Humanos de la ya constituida, República Bolivariana de Venezuela, lo que le permitiría poder entrar a calabozos de la guardia nacional y hospitales, y poder observar la situación desde cerca. Las manifestaciones civiles y estudiantiles empezaban a tener más fuerza en el país y había una fuerte represión. 

Muere Chávez, llega Maduro

Hugo Chávez muere en el año 2013 y con la llegada de su sucesor, Nicolás Maduro, Verónica relata cómo se recrudecieron las actuaciones de la Policía y la Guardia Nacional en el país, junto con la milicia armada y los llamados colectivos o defensores de la revolución.

En ese momento trabaja como profesora universitaria en la cátedra de Derechos Humanos de la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho, desde donde empezó a ejercer también como activista junto a sus alumnos: "Estaba en juego la pérdida total del país, como finalmente sucedió con la victoria del narcogobierno".

"La situación a nivel nacional en 2014 llegó a niveles de violencia nunca antes vividos en el país", explica. Solo ese año se contabilizan unos 28.000 homicidios en Venezuela. "La represión era bárbara. Las detenciones a estudiantes, políticos, civiles, profesores y defensores de derechos humanos se intensificaban cada vez con más violencia y arbitrariedad. Los derechos fundamentales simplemente dejaron de existir en Venezuela".

Así, cuenta que los activistas que participaban en manifestaciones y que eran "funcionarios defensores de los Derechos Humanos, como nos llamaban", fueron rápidamente identificados e intimidados: "Sabían que realizábamos informes que documentábamos con declaraciones de estudiantes que habían sido detenidos y habían sufrido violaciones graves de sus derechos". 

Nicolás Maduro, sucesor de Hugo Chávez.

Nicolás Maduro, sucesor de Hugo Chávez.

Dichos documentos se mandaban a ONG como Amnistía Internacional, entre otros organismos internacionales. Verónica fue testigo en aquella época "en distintas manifestaciones de la violencia ejercida por la policía, guardia nacional y militares, en contra de un pueblo que reclamaba sus derechos".

"Vi caer personas heridas por balas de fuego, la violencia con la que actuaban los círculos bolivarianos o colectivos que eran usados para amedrentar y atemorizar a quienes se atrevieran a manifestarse", añade. "Mi experiencia no es distinta de otros defensores de los Derechos Humanos que sufríamos de intimidación, acoso, detenciones y violencia física y psicológica, incluyendo hostigamiento y persecución". 

Esas amenazas cristalizaron en constantes amenazas en contra de sus hijos, la idea de una posible detención o incluso "riesgo de integridad física", como sucedió cuando la encañonaron con un arma de fuego, y que fue lo que motivó su decisión de salir definitivamente del país. 

Su vida en España desde entonces ha transcurrido con normalidad. Reside en Mutxamel, ha homologado su título de abogada y compagina el asesoramiento jurídico con el trabajo de auxiliar de Estética. Ahora se ha puesto en contacto con Cruz Roja para trabajar como voluntaria y se muestra esperanzada con el acuerdo al que ha llegado España con Estados Unidos para traer migrantes latinos, aunque también teme "que acaben en España algunas de las personas de las que huimos cuando estábamos allí". 

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¿Tiene pensado volver? Verónica lo duda: "Venezuela está sitiada por delincuentes donde nunca van a soltar el poder. Destruir un país no ha sido una consecuencia, ha sido un proyecto. El sucesor de Chávez es un hombre perverso y malo, pero es el tonto útil para terminar de cumplir el objetivo de una narcodictadura". Y se intuye una capa de tristeza en su voz cuando añade: "Yo ya pasé el duelo, no puedo decir que nos robaron el país porque en realidad lo mataron. Ya no es Venezuela, para mí no existe. No existe el lugar hermoso en el que yo nací y crecí".