Alexander Van der Bellen, el ecologista hijo de refugiados apoyado por Los Verdes, será el nuevo presidente de Austria tras derrotar al candidato ultranacionalista Norbert Hofer por tan sólo 31.000 votos. La presidencia en este país tiene en gran medida un rol ceremonial. Sin embargo, de haber logrado la victoria, Hofer, cuyo eslogan durante la campaña ha sido “los austriacos primero” y ha abanderado un mensaje abiertamente xenófobo y antimusulmán, se habría convertido en el primer jefe de Estado de la derecha populista en un país de la Unión Europea.

Un resultado tan ajustado es motivo de preocupación, ya que refleja no sólo el creciente sentimiento anti-inmigración que atraviesa Europa, sino también el descontento de los votantes con los partidos tradicionales: por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, los dos partidos de centro austriacos fueron eliminados en la primera ronda de votaciones. El llamado Partido de la Libertad de Hofer, al igual que sus homólogos en Francia o Alemania, ha sabido explotar el sentimiento xenófobo y antieuropeo a raíz de la crisis de los refugiados, una preocupación que los partidos moderados no han sabido afrontar. Que un ultranacionalista haya llegado tan cerca de la presidencia de Austria debería ser un aviso para los demás países europeos.