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Entrar en La Mamounia es como llamar a las puertas del paraíso. Los musulmanes, cuyo edén está descrito en el Corán, deben de pensar que este palacio se acerca a lo prometido.

Para el resto de creyentes y agnósticos, la energía que invade tu cuerpo nada más cruzar el umbral demuestra que la belleza y la naturaleza son elementos perfectos pararebajar a niveles mínimos el famoso cortisol que ahora enferma de estrés a tantas personas.

La Mamounia es el único gran hotel en el mundo rebautizado con nombre de mujer, "La Gran Dama". Este icónico palacio situado en la ciudad antigua de Marrakech fue el regalo del sultán alauí Mohammed Ben Abdallah o Mohamed III a su hijo Al Mamoun por su boda.

Suite Al Mamoun, en La Mamounia.

En realidad, en el siglo XVIII, eran unos espectaculares jardines donde se levantó un edificio increíble para acoger a parte de la familia real y su conexión con la nobleza monárquica marroquí y la republicana francesa ha seguido durante siglos.

De hecho, hoy en día, Rachid Agouray, el chef de Le Marocain, uno de los mejores restaurantes de comida tradicional de todo el país, es también el chef de la Casa Real marroquí. Así que nadie exagera si decimos que en La Mamounia se toma comida de reyes.

Chandelier de La Mamounia.

Chandelier de La Mamounia. La Mamounia

Bar Majorelle de la Gran Dama.

Bar Majorelle de la Gran Dama. La Mamounia

El otro restaurante, L'Italien, ha sido renovado este año con la incorporación del chef Simone Zanoni, en una apuesta por la gastronomía mediterránea que siempre tuvo La Mamounia.

Como hotel, el elegante hospedaje ha cumplido ya más de 100 años. La última reforma, con la garantía de Belmond, ha engalanado todavía más a esta Gran Dama con un collar gigante de luz en pleno lobby, que se ha convertido ya en un icono.

El Salón de Honor de La Mamounia.

El Salón de Honor de La Mamounia. La Mamounia

Dicen que fue Churchill quien lo puso en el radar de esa aristocracia estadounidense ansiosa de mitos. El que fuera primer ministro de Reino Unido se refugiaba en estos jardines a pintar. Y tras la Conferencia de Casablanca, que marcaría el rumbo aliado en la II Guerra Mundial, Churchill invitó a Roosevelt al "lugar más bonito del mundo". Hoy Churchill da nombre al bar de La Gran Dama y a una suite.

Dos cosas llaman la atención de este centenario alojamiento de reyes: sus increíbles jardines, que siguen siendo un edén; y sus habitaciones que, acostumbradas a alojar en su interior a príncipes y princesas, asumen la perfecta unión entre lujo, arte y bienestar.

Vistas aéreas de La Mamounia desde su rooftop.

Vistas aéreas de La Mamounia desde su rooftop. La Mamounia

Hace poco que La Mamounia ha estrenado unos exclusivos riads, muy cotizados entre los clientes más VIP, pero su alojamiento más especial sigue siendo la suite Al Mamoun, en honor al príncipe que la recibió como regalo y que no tiene nada que envidiar a estos pequeños palacetes.

Seguro que Yves Saint Laurent visitó este salón. Debió de impactarle la serenidad de la artesanía y el barroquismo bien cuidado. Aunque el diseñador francés, que utilizaba a la Gran Dama como templo sanador de su alma y la ninfa que lo inspiraba para crear, prefería los recovecos de la entrada donde los viajeros mudaban de piel y de espíritu al entrar al hotel.

Suite Al Mamoun en la Gran Dama de Marrakech.

Suite Al Mamoun en la Gran Dama de Marrakech. C. S.

Situada al final de la segunda planta, con 55 metros cuadrados, dos dormitorios, dos baños y su icónico salón, la suite Al Mamoun es una de las habitaciones más emblemáticas del hotel. Alojarse aquí y vivir un sueño con los ojos abiertos y cerrados puede costar desde 6.000 hasta 13.000 euros la noche, dependiendo de la temporada.

Su decoración espectacular, con una meticulosa atención al detalle, es un claro homenaje a la artesanía marroquí, donde se combinan muebles antiguos, alfombras, obras de arte y esculturas de lujo con un vestidor moderno y bien equipado.

Las vistas desde el balcón, donde en los días claros se aprecian hasta las nieves perpetuas del Atlas, nos recuerdan que el paraíso es posible y que se puede tener todo sentado simplemente en un sillón. Claro que en un sillón de la Mamounia.