Palacio de Topkapi, en Estambul.

Palacio de Topkapi, en Estambul. Cedida

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Los palacios europeos que destacan por su espectacular riqueza arquitectónica escondida entre sus muros

El Palacio Nacional de Pena (Portugal), el Palacio de Topkapi (Turquía) y el Palacio Real de Caserta (Italia) son magníficos paraderos.

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F. J. R.
Publicada

Los palacios son los edificios más llamativos y de cuento. Son los hogares de reyes y emperadores, el reflejo perfecto de la vida de los monarcas y de la época artística en la que fueron construidos. En Europa existen palacios dignos de visitar, y a lo largo de su geografía podemos descubrir algunos de los más bellos, majestuosos y espectaculares que el Viejo Continente ofrece.

Estos edificios, cargados de siglos de historia, han perdurado al paso del tiempo para convertirse en atractivos turísticos que cada año reciben a miles de visitantes maravillados.

El Palacio Nacional de Pena, en Sintra (Portugal), está situado en el Monte de la Pena. Este palacio fue edificado en el lugar que ocupaba un antiguo convento de frailes de la Orden de San Jerónimo.

Fue obra de la imaginación de D. Fernando de Saxe-Coburgo-Gotha, quien se casó con la reina María II en 1836. Enamorado de Sintra, decidió adquirir el convento y las tierras aledañas para construir el palacio de verano de la familia real.

El Palacio Nacional de Pena es una joya sagrada que corona la Sierra de Sintra. El parque que lo rodea, en consonancia con el carácter mágico del palacio, despierta emociones de misterio y descubrimiento.

Palacio Nacional de Pena, en Sintra.

Palacio Nacional de Pena, en Sintra. Cedida

Sus coloridos tonos, epítome del Romanticismo en Portugal y obra inagotable del 'Rey Artista' D. Fernando II, abren las puertas a la imaginación de todos sus visitantes, mientras que las infinitas tonalidades de verde que tiñen el parque crean un entorno idílico, a menudo velado por la característica niebla de la sierra.

Como salido de un cuento de hadas, este lugar ha inspirado sueños a generaciones que quedan maravilladas.

El Palacio de Topkapi es un magnífico complejo en Estambul (Turquía), fue la residencia principal de los sultanes otomanos durante siglos. Este extenso palacio alberga impresionantes patios, opulentas cámaras y una vasta colección de tesoros que reflejan la grandeza y la opulencia del Imperio Otomano.

Habitación del Palacio de Topkapi, en Estambul.

Habitación del Palacio de Topkapi, en Estambul. Cedida

Incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1985, es una de las obras más importantes de la Península Histórica de Estambul. Construido sobre un área de 80.000 metros cuadrados, sus partes más importantes incluyen las estructuras Birun y Enderun.

Destacan sus tres puertas principales –Bâb-ı Hümâyun, Bâbüsselâm y Bâbüssaâde–, así como el harén y el jardín Hasbahce (Parque Gulhane). La arquitectura, las colecciones y cerca de 300 documentos de archivo convierten al Museo del Palacio de Topkapi en uno de los museos palaciegos más grandes y fascinantes del mundo.

El Palacio Real de Caserta, en Nápoles (Italia) está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Un grandioso palacio del siglo XVIII conocido por su arquitectura barroca y sus amplios jardines.

Diseñado para rivalizar con Versalles, su opulencia e importancia histórica atraen a visitantes de todo el mundo. Su construcción comenzó a mediados del siglo XVIII bajo el diseño del arquitecto Luigi Vanvitelli, quien combinó el barroco escenográfico con el neoclasicismo para crear una obra que compite con las principales cortes europeas.

Destaca el suntuoso cauce de agua que serpentea a lo largo de 3 km con cascadas y fuentes, los senderos que atraviesan el parque y el pórtico central en forma de telescopio.

Palacio Real de Caserta, en Nápoles.

Palacio Real de Caserta, en Nápoles. Cedida

El interior es un despliegue de lujo y sofisticación, con salones decorados con frescos, estucos dorados y mármoles preciosos que recuerdan a la residencia de Luis XIV. Entre sus joyas arquitectónicas se encuentran la Escalera de Honor, que conecta la planta baja con los apartamentos reales, y el Teatro de la Corte, una versión en miniatura del Teatro San Carlo de Nápoles.

Los jardines, con su combinación magistral de arte y naturaleza, ofrecen una experiencia visual única que transporta a los visitantes a la vida de la corte real.

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