La tapería más mágica de Vigo que une a México y a Galicia con raciones enormes y con mucho sabor

La tapería más "mágica" de Vigo que une a México y a Galicia con raciones enormes y con mucho sabor

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La tapería más "mágica" de Vigo que une a México y a Galicia con raciones enormes y con mucho sabor

Abrió en el corazón del Casco Vello en 2009 con el gusto gallego por la abundancia y el picante mexicano y hoy ofrece una gran selección de vino para acompañar su exquisita carta

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Tras dos años buscando un local, fue entrar en el que lleva el número 5 de Joaquín Yañez y saber que habían dado con él. Raquel Ogando y Juanjo Figueroa supieron que habían encontrado el lugar perfecto para poner en marcha su negocio.

"El día que entramos, el local tenía problemas con las bajantes y caía agua por las escaleras, y aun así dijimos: 'Es este'" cuenta Raquel a Treintayseis acomodada tras la barra del Lume de Carozo. Todavía no ha abierto al público, y la copropietaria explica cómo arrancó su historia.

Su abuelo nació en Verducido, un pueblo del Concello de A Lama, y muy joven emigró a México. En el país azteca nació la madre de Raquel, así como ella y sus hermanos, aunque estuvieron a pie entre Vigo y México mientras estudiaban: dos años allí, uno aquí.

Estudió Gestión Hostelera en Santiago de Compostela "por vocación pura y dura", y con 25 años decidió que era el momento de instalarse, tras un cuarto de siglo sin una residencia fija. Eligió Vigo y en 2009 montó Lume de Carozo en un Casco Vello que todavía distaba de lo que es hoy.

Exterior del Lume de Carozo.

Exterior del Lume de Carozo. Treintayseis

En su cabeza desde niña

"Fue por una idea romántica", indica Raquel, que recuerda que eran pocos los locales de hostelería abiertos en la zona en aquella época. "Yo sabía que Juanjo y mi madre iban a ser un apoyo imprescindible para llevar a cabo el proyecto que yo tenía en la cabeza desde que soy una niña, y así fue evolucionando", añade.

Los principios fueron complicados: "Dormíamos en la barra, casi o sin casi, hubo muchas veces que de empatar la noche con la mañana, y así arrancamos poco a poco". Un lugar donde no son Raquel o Juanjo, sino que habla de un "equipo". "Lume es un equipo, que me parece lo más importante ahora mismo, y es lo que intentamos trasladar al cliente".

En el caso de Juanjo, evolucionó profesionalmente de manera paralela al Lume de Carozo. "Él dice que yo era una persona formada, porque estudié Gestión hostelera, y pensaba que una pata de Lume estaba coja", cuenta Raquel. Así, se formó en el Instituto Galego do Viño como sumiller, allí también fue tutor durante 10 años y hoy es un profesional reconocido en el mundo del vino. "Ahora igual la que está coja soy yo...", dice Raquel entre risas.

Un lugar "mágico"

Ella y Juanjo forman parte de un equipo que hace que el Lume de Carozo sea lo que es, "un lugar mágico". "Yo no tenía pensado montar un sitio mágico", reflexiona Raquel sobre aquel sueño que tenía desde pequeña, pero a ella le aporta "mogollón de calma", le "inspira", incluso reconoce que va al local, aunque no trabaje.

Lume de Carozo.

Lume de Carozo. Treintayseis

"Yo soy muy feliz en Lume, es esa parte intangible de que estando aquí, cualquier sueño se cumple", dice mientras observa el local, de dos pisos, en silencio. "Desde que abrimos, ha ido pasando gente muy enriquecedora que ha dejado su granito y que Lume también ha dejado un granito en cada uno de ellos", continúa.

"Es un sitio donde compartir", dice, y añade que le gusta que la gente "interactúe": "Aquí es importante el vino, es importante la comida, pero sobre todo son importantes las personas, y es lo que queremos transmitir, que la energía que tiene este sitio la compartamos contigo".

Raciones "de abuela"

La carta del Lume de Carozo es un reflejo de las raíces de Raquel. Lo que en su cabeza era un restaurante mexicano, terminó como una apuesta por la mezcla con la gastronomía gallega. "Al final opté por una apuesta diferente a la tradicional que predominaba en 2009, pero no tan transgresora o vanguardista como el resto de sitios que estaban marcando tendencia", explica. Es decir, "un punto intermedio".

"Nos gusta el picante, aunque lo pongamos aparte, pero lo que predomina en todos los platos creo que es el sabor: sabor y cariño, no hay más secreto", desvela Raquel sobre su comida.

Pero lo que más llama la atención es el tamaño de las raciones. "Soy un poco abuela, la verdad", confiesa entre risas para justificar esa "abundancia" tan característica de Galicia: "Aquí, da igual donde vayas, vas a comer bien, abundante y rico, entonces supongo que se me pegó".

Algo que va casi a la contra de la cocina moderna, que opta por platos más pequeños pero más pases para que el cliente pueda probar de todo. "Tengo compañeros que me dicen que me centre, y tienen razón, pero no lo puedo evitar", asegura, y valora que la fórmula de sus compañeros la hacen "con muy buen criterio, pero yo nada, todo grande y todo abundante".

Platos imprescindibles

Dos platos son los más icónicos del local. Primero, las croquetonas, que reafirman esa querencia por las grandes raciones. Aunque las hizo así por "vagancia", para no tener que "bolear" tantas croquetas; un plato que, por cierto, entró en la carta gracias a un grupo de clientes que iban a cenar habitualmente y siempre se las pedían.

El segundo, las enchiladas, que fue el primer plato que cocinó de niña "con criterio", ayudada por su madre. "Es el típico plato que hacía cuando quedaba con los colegas, una cena en una casa, así que llevo haciéndolas mucho tiempo", incide.

A la paz y armonía del lugar, parece que llamarse Lume de Carozo no le encaja, entendida la expresión como "a toda prisa", pero es que poco tiene que ver con este significado. "Fue Juanjo, que iba buscando un nombre y más bien se refiere a la chispa que prende la hoguera o la brasa", cuenta Raquel. "Lume es nuestra chispa, porque somos muy fuego: nuestra hija se llama Candela, yo trabajo entre fogones...es como todo muy ardiente", completa.