El restaurante en el corazón de Vigo que combina tradición familiar y cocina honesta

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El restaurante en el corazón de Vigo que combina tradición familiar y cocina honesta

Se ha consolidado como una referencia en la ciudad gracias a una propuesta que equilibra el respeto por el producto con técnicas culinarias modernas

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En 2014, el centro de Vigo vio nacer un restaurante con alma familiar y vocación por la gastronomía honesta: Othilio. Gestionado por los hermanos Carlos y Pablo, el primero al frente de la cocina y el segundo de la sala, este establecimiento se ha consolidado como una referencia en la ciudad gracias a una propuesta que equilibra el respeto por el producto con técnicas culinarias modernas.

La historia comenzó cuando Carlos, tras una dilatada experiencia en hostelería, decidió abrir su propio restaurante en la Rúa Luis Taboada, una calle que en aquel momento no figuraba entre los circuitos más gastronómicos de la ciudad. "No sabíamos cómo iba a funcionar, porque entonces esta calle no tenía apenas movimiento; los restaurantes se centraban más en la zona de la Alameda", recuerda Pablo.

Contra todo pronóstico, el proyecto despegó con fuerza. Othilio fue ganando clientela y reconocimiento de forma progresiva. "Somos como hormiguitas", comenta Pablo, aludiendo a un crecimiento paulatino basado en la reinversión constante de beneficios. Fue en 2016, coincidiendo con una etapa de expansión, cuando Pablo se unió plenamente al proyecto, reforzando el enfoque familiar y consolidando el equipo.

Cocina para todos, con raíces locales y técnicas actuales

El nombre del restaurante no es casual: Othilio era el nombre del abuelo de los fundadores, un homenaje que encierra la esencia del local. Esa conexión familiar se traslada tanto al trato cercano como a la propuesta gastronómica. "Queremos que cualquier persona, desde el miembro más joven hasta el mayor de una familia, pueda entender la carta y disfrutarla", afirma Pablo.

La cocina de Othilio se basa en productos locales, con especial atención a los pescados de cercanía. La carta busca el equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo, con elaboraciones cuidadas pero sin artificios. "Técnicas como la cocción a baja temperatura permiten realzar los sabores sin encarecer el producto ni distorsionar su identidad", explican.

"Queremos que la gente sepa lo que está comiendo, sin trampantojos ni sobrecargas creativas que puedan confundir", señalan. Esta filosofía responde también a una tendencia que detectan entre sus comensales: un cansancio generalizado frente a la innovación forzada. "El cliente busca sabores reconocibles, platos como el rodaballo o el lenguado, cocinados con respeto", aseguran.

Una carta pensada para todos los públicos

La carta de Othilio se organiza en entrantes fríos (como carpaccios o marinados), entrantes calientes, pescados y carnes, con el objetivo de ofrecer opciones accesibles a cualquier comensal. Desde un niño hasta una persona mayor, todos pueden encontrar propuestas familiares como merluza, croquetas, ensaladas o patatas, con un toque diferencial pero sin perder su esencia.

Entre los platos emblemáticos, destacan cinco que nunca han salido de la carta desde la apertura, debido a su alta demanda y valor simbólico. Son el carpaccio de pulpo, la empanada de pulpo (hecha al momento), el risotto de boletus y el lechazo a baja temperatura.

Este último, aunque más típico de Castilla, se prepara con una elaboración minuciosa: la paletilla se deshuesa y se acompaña de una demi-glace hecha con sus propios huesos, lo que da como resultado un plato muy apreciado por su sabor y textura.