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El manjar vigués más famoso tiene calle propia y atrae a miles de turistas al año

Gracias al asentamiento de las vendedoras de ostras en el entorno del puerto se conformó una de las zonas más pintorescas y visitadas del Casco Vello de Vigo
Plaza de la Constitución, en Vigo.
Plaza de la Constitución, en Vigo.
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Uno de los mayores reclamos turísticos de Vigo es su gastronomía y, como no podía ser de otro modo, dentro de este ámbito triunfan los productos del mar. El marisco y los pescados de ría, traídos frescos desde la lonja a las cocinas de los restaurantes de la ciudad, hacen las delicias de multitud de visitantes procedentes de todas partes del mundo. Muchos de ellos llegan aquí en crucero, por lo que su territorio principal de exploración es el entorno del puerto y el Casco Vello.

Sin embargo, entre toda la oferta de platos y productos típicos de nuestra tierra, hay uno que destaca de forma especial sobre el resto y que ha logrado incluso cambiar en el imaginario colectivo el nombre de una de las calles más próximas al Puerto de Vigo. Este manjar, que se acompaña normalmente con una deliciosa copa de vino blanco denominación de origen Rías Baixas, se sirve del mar al plato de manera casi directa.

Una tradición histórica

Efectivamente, hablamos de las ostras, las reinas del marisco en Vigo y protagonistas de la conocida como calle de las ostras, aunque su nombre oficial es Calle de la Pescadería. Antiguamente, donde hoy se encuentra el Hotel Bahía, había un mercado al que acudían a vender sus productos pescaderos de la ciudad y alrededores. Durante la noche, los hombres salían a pescar en barcas de remo y veleros y depositaban la mercancía a primera hora de la mañana en el muelle, en manos de sus esposas, quienes se encargaban de venderla mientras ellos descansaban.

El mercado del puerto de Vigo no tenía capacidad suficiente para albergar a todos los vendedores, por lo que quienes se quedaban fuera comenzaron a establecerse en las calles contiguas, como la calle Pescadería. Así fue como surgieron los puestos de las ostreras, relata José Rodríguez, uno de los dos únicos ostreros que sobreviven en el Casco Vello.

Ostreiras en la rúa da Pescadería.

José es la cuarta generación del negocio familiar Ostras Isabel. Antes de él estuvo al mando su madre, Isabel, la única ostrera que sigue viva de todas las que se dedicaban a este negocio en la calle de las ostras. Hasta hace unos años había cuatro puestos, pero hoy solo resisten dos ante la falta de relevo generacional. En el caso del puesto de Ostras Isabel, "hizo falta una pandemia", explica cariñosamente su hijo, para que su responsable cediera la regencia.

Isabel llevaba trabajando allí desde los 14 años. "No puedo decir que mi madre sea una institución, pero casi, después de tantos años. La calle de las ostras es un punto de referencia en Vigo no solo para los de aquí, para todos los que van a visitar la ciudad", admite, "No nos apetecía que esté tanto tiempo de pie ni que esté allí en invierno. Es una calle abierta, no te llueve encima pero sí estás expuesto al frío y la humedad se acaba metiendo en el cuerpo".

Isabel tiene actualmente 87 años y ha dedicado la mayor parte de su vida al puesto. En el año 2013, ella y el resto de ostreras de la calle recibieron la Medalla al Mérito en el Trabajo en la categoría de oro por su labor. Además,

Cómo se sirven las ostras

Plato de ostras en una foto de archivo.

La familia de José Rodríguez es originaria de Arcade, de donde procedían la mayoría de ostreras establecidas en el Casco Vello de Vigo. Y es que esa parroquia, perteneciente al municipio de Soutomaior, era (y es) la cuna de este molusco, aunque debido a la reducción de su producción, ahora se obtiene en Cambados. Cada mañana se transportan desde la depuradora (pasan por un proceso previo de depuración obligatorio) hasta el puesto.

En el punto de venta de la calle de las ostras, los clientes adquieren directamente el producto sin intermediarios. Lo más habitual es comprar una docena o media docena y sentarse en uno de los restaurantes de la zona para degustarlas. La relación entre los locales y los ostreros es simbiótica. "Gracias a que se asentaron aquí las ostreras nacieron posteriormente los restaurantes", dice José.

Susana, regente de Portón, uno de los principales restaurantes que ocupan la rúa Pescadería, explica a este medio que en su caso permite que los comensales se sienten en su terraza de forma gratuita a tomar las ostras: "Los ostreros las abren y las venden crudas, nosotros ofrecemos cocinarlas si quieren los clientes y personalmente, sin coste. Les pongo el limón y el servicio sin cobrarles, aunque en otros restaurantes no es así". Según relata, más del 70% de las mesas piden este manjar del mar: "Siguen siendo el gran atractivo de la calle".

Ostrera en la rúa Pescadería. Foto: Turismo de Vigo

Las ostras están disponibles durante todo el año y sus picos de mayor demanda coinciden con los de más turismo en la ciudad olívica, pues los visitantes de fuera son los principales clientes de la calle. José confía en que el atractivo de este producto continúe por mucho tiempo, aunque confiesa que no sabe qué pasará con su puesto cuando él se jubile: "Mis dos hijas están estudiando y el plan es que se dediquen a eso para lo que se preparan, pero la vida da muchas vueltas, quién sabe".

A pesar de todo, afirma que mientras él esté, Ostras Isabel seguirá existiendo (y también queda el otro puesto de la calle). Además, augura futuro al negocio de las ostras porque el turismo en Vigo está creciendo, tanto el nacional como el extranjero, gracias al aumento generalizado del turismo en el norte por el clima más suave en verano o la referencia del Camino de Santiago: "Está habiendo más afluencia de público".

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