Se habla mucho, y con razón, del esfuerzo y de la valentía que demuestra todo emprendedor a la hora de poner en marcha un negocio. No obstante, y aunque en la actualidad se pone en valor el aspecto tecnológico, esto es perfectamente extrapolable a otros tiempos y otras filosofías, como las que tienen en su razón de ser las materias primas más básicas: el trigo y la harina.

A partir de esos ingredientes se escribe la historia de la harinera Santa Rita, una aventura que se puso en marcha en 1954. Hoy, siete décadas después, sigue en pie, y con muy buena salud pese a las vicisitudes de una historia en la que los desafíos se han ido planteando casi desde antes de que el molino comenzara a trabajar sus primeros granos.

Jesús López, fundador de Santa Rita, con su hijo Pedro Juan.

Y es que lo que empezó siendo un proyecto personal de Jesús López Torres, alquilando molinos maquileros en los cauces del río Tajuña, tuvo dificultades para adquirir entidad propia. El Estado tenía intervenido entonces el mercado de harina y trigo por lo que las trabas administrativas ralentizaron la concesión de la licencia y la puesta en marcha del negocio.

Pero ajeno al desaliento, el fundador de Santa Rita se encomendó a ella, patrona de lo imposible, para que todo saliera bien, de ahí la alusión en el nombre de la marca. Eran otros tiempos, sin duda, pero la competitividad de entonces en el sector es similar a la de hoy en día. Por eso, la apuesta era obvia: buscar la máxima calidad en los procesos para proporcionar la mejor harina a los panaderos de la zona donde se ubicaba la compañía, en el cauce del Río Tajuña.

La evolución de la actividad más tradicional

La imagen del molino es una estampa tradicional pero lo cierto es que, durante todo este tiempo, Santa Rita ha evolucionado al ritmo de la sociedad, con la mente abierta hacia la innovación y los nuevos gustos de los consumidores. Por eso, sus instalaciones, sus protocolos de seguridad alimentaria y los procesos de fabricación han ido incorporando nuevas técnicas y productos que han ampliado su catálogo. Así, ha logrado ir más allá de una producción pensada exclusivamente para panaderos e industria hacia el denominado canal Horeca ('hoteles, restaurantes, cafeterías') con sus harinas de trigo y con variedades que añaden las de otros cereales como maíz, arroz o centeno.

En realidad, la filosofía de la empresa atiende no solo a la calidad sino a facilitar la vida a todo aquel que se mete en la cocina, con productos prácticos y fáciles de cocinar con los que ahorrar tiempo y alcanzar el mejor resultado. Además, con envases diferenciadores, que aportan un valor añadido y diferencian a Santa Rita del resto de competidores.

A lo largo de su historia, este afán de superación ha permitido a Santa Rita minimizar muchas de las dificultades que han ido surgiendo, incluido el delicado año 1995, cuando varios factores que afectan al sector panadero ponen al molino en una delicada situación. Pero lejos de desanimarse, el equipo de la compañía se reinventa y entra en el nuevo milenio con energías renovadas.

Las harinas del nuevo milenio

En el año 2000, Santa Rita consolida uno de sus principales pasos adelante dado que amplía su oferta de harinas con envases de papel de 1 y 5 kilogramos y, sobre todo, con el inicio de una nueva línea de preparados a base de harinas para todo tipo de frituras y otro para tempuras que, ya asociados a la marca, constituyen buena parte de su reconocimiento en el sector. Poco después, en 2005, se introducen más elementos diferenciadores, como el novedoso envase tipo tupper, la estrella de un packaging que aporta elegancia y distinción al conjunto en los lineales.

Y desde entonces, la compañía vive un crecimiento sostenido en su actividad y en su catálogo. Afina aún más el diseño de sus envases e incrementa la variedad de la gama, a la que incorpora paulatinamente panko, panes rallados, cebolla frita, semillas de quinoa y sésamo para el consumidor final y, por supuesto, de acuerdo a su actividad de siempre, también para el canal Horeca.

Todas estas novedades ayudan a ampliar los horizontes del sueño de Jesús López y a día de hoy, ya con un equipo de profesionales en el que sus hijos Pedro Juan y Ana mantienen viva la llama del buen hacer al frente de la compañía. Lo que no cambia respecto al ayer es que, como antaño, todos los que forman Santa Rita siguen haciendo los "milagros" que buscaba el fundador y que hoy se trasladan a cada hogar en el que estos preparados pueden ayudar a convertir en un chef de categoría a personas que nunca han cocinado y que pueden adquirir estos productos no solo en los comercios de siempre sino en la tienda online de la harinera.

Por ejemplo, para hacer una masa de croquetas, un plato tan nuestro y que con el Mix Bechamel Instant de Santa Rita es cosa de dos minutos, una preparación en lo que lo más difícil es pensar con qué acompañarlas… y dejar alguna al resto de comensales. Además, pensando en todo tipo de públicos, este producto también se ofrece en variedades sin gluten, apto para celíacos, e incluso para veganos. Ver para creer.

'Santa Rita, el ‘milagro’ del ingrediente más humilde que te hace más fácil la vida en la cocina' es un contenido elaborado por Marcas Ñ, la sección de Branded Content de EL ESPAÑOL, en colaboración con Santa Rita.