Pedro, creador de la web 'amosdecasa.com'
Pedro (54), amo de casa, tras dejar su trabajo para cuidar a sus hijos: "Mi abuela decía que los hombres estábamos exentos"
Pedro Cabañero dejó su carrera como comercial para quedarse en casa y cuidar de sus tres hijos, aprendiendo desde cero las tareas del hogar.
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Durante años, Pedro Cabañero, de 54 años, fue un comercial con un puesto estable y una vida profesional intensa.
Con 25 personas a su cargo, pasaba más de la mitad del año fuera de casa, siendo su trabajo una obligación que lo absorbía por completo.
"Me había perdido la infancia de mis hijos", confiesa. Aquella reflexión lo llevó a tomar una decisión poco habitual: dejar su empleo y quedarse en casa para cuidar de sus tres hijos, que entonces tenían tres, cinco y siete años.
Un cambio de rumbo
Su esposa se encontraba en un momento decisivo de su carrera, con la posibilidad de seguir creciendo profesionalmente.
Ante esto, Pedro lo tuvo claro: "Mi mujer tenía que dar un paso para crecer profesionalmente o quedarse como estaba. Y yo, que no sabía nada del hogar, dije: 'me quedo de amo de casa'".
Según explica, los ingresos de ambos eran similares, pero él prefirió ceder ese espacio. "Había un nivel económico parejo, pero al final me pudo más que ella mirara hacia adelante y yo me quedara. Dije: 'bueno, ¿qué pasa? No pasa nada por quedarte y probar'".
A pesar de su determinación, el cambio de vida fue brusco. Pedro venía de una familia tradicional en la que las tareas domésticas eran territorio exclusivo de las mujeres.
"Vivíamos con mis abuelos y mi abuela era la típica persona que decía que habiendo tres mujeres en casa, los hombres estábamos exentos de todo", recuerda.
Nunca había tenido que cocinar, limpiar o encargarse de los niños a tiempo completo."No sabía poner la lavadora, no sabía planchar, cocinaba lo mínimo, y tender la ropa...", reconoce.
Los primeros meses fueron un auténtico desafío. "Me levantaba a las siete de la mañana. Llegaban las siete de la tarde, no me había sentado y las camas no las tenía hechas", cuenta.
La rutina lo desbordaba, pero también le enseñó a valorar la carga invisible del trabajo doméstico. "Ahí te das cuenta realmente de que ser amo de casa o ama de casa es importante, muy importante".
En su entorno, la decisión generó sorpresa. "Mi padre me dijo: '¿Tú estás seguro, hijo, de lo que vas a hacer?'. Y yo le respondí: 'No, pero lo voy a hacer'", relata.
Pero, según comenta, su madre era la que más preocupada estaba: "Mi madre era la que más dudas tenía. Decía: 'Tu carrera, tu trabajo…'. Pero yo lo veía como un reto, y a día de hoy estoy satisfecho con ello".
Con el tiempo, Pedro se adaptó a su nuevo papel. Incluso aprendió de sus propios errores, como aquella vez que encogió un jersey de cashmere de su mujer.
"Le puse agua caliente y lo encogí. Pero luego lo pude recuperar", explica riendo. "Cogí la bañera, le eché como dos o tres botellas de suavizante y lo fui estirando poco a poco. Tardé como una semana y pico en recuperarlo".
Hoy, con 54 años, Pedro mira atrás sin arrepentimientos. Su historia demuestra que cuidar del hogar también es una forma de construir, aprender y estar presente, incluso cuando el camino empieza sin saber poner una lavadora o planchar.