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Sociedad

Qué es el Índice Omega-3 y por qué puede cambiar la salud de tu corazón

En el marco del Día Mundial del Corazón, una mirada didáctica al Omega-3 y su papel en la salud cardiovascular.

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Cuidar el corazón es ganar en salud y calidad de vida. Y no solo a corto plazo, sino a un horizonte más lejano. Nuestros hábitos y la alimentación inciden de forma directa en su funcionamiento. De ahí que, cada vez que acudimos al médico para valorar los análisis o los reconocimientos periódicos, exista una atención minuciosa a parámetros como el colesterol o la presión arterial. Ambos son conceptos muy ligados al aparato circulatorio, tal vez los más conocidos. No obstante, la evidencia científica apunta igualmente hacia otro marcador tanto o más fiable que los anteriores: el Índice Omega-3 (O3I).

Es un mecanismo moderno y útil que merece la pena conocer, más aún aprovechando la coincidencia, este final de septiembre, con el Día Mundial del Corazón. Pero, ¿por qué es relevante este parámetro? Para explicar su importancia, hay que tener claro qué es el Omega-3. Se trata de un nutriente del que hemos oído hablar cada vez más en los últimos años, ya que bajo ese concepto se agrupa una familia de grasas saludables (principalmente EPA y DHA) que el cuerpo necesita para su desarrollo y buen funcionamiento. El problema es que nuestro organismo no puede sintetizarlas de forma autónoma, lo que obliga a incorporarlas a través de alimentos que sí las incluyen en su composición.

Es el caso, por ejemplo, del pescado azul. Sin embargo, nuestras rutinas suelen hacer complicado alcanzar la cantidad recomendada a lo largo de la semana. Para suplir esta carencia, sobresalen los alimentos enriquecidos con Omega-3. El mejor ejemplo, como veremos a continuación es la leche enriquecida, que ayuda a paliar un déficit que puede tener consecuencias en la salud cardiovascular.
Estos elementos son importantes para modular la inflamación, estimular la función vascular y garantizar la estabilidad eléctrica del corazón, aspectos que se relacionan con menor riesgo de eventos cardiovasculares. La ciencia determina que existe una asociación entre niveles altos de Omega-3 en sangre y menor riesgo cardiovascular.

Una 'fotografía' más amplia

Y es precisamente en este contexto donde adquiere importancia el Índice Omega-3. Este análisis mide el porcentaje de EPA y DHA presentes en las membranas de los glóbulos rojos. La diferencia de enfoque frente al análisis tradicional es que, si aquel nos ofrece un panorama sobre el momento actual (incluso sensible a la última ingesta realizada), con el O3I se pueden explorar los últimos tres o cuatro meses de la persona; es decir, ofrece una visión más completa.

Además, la interpretación de los datos resulta intuitiva: si el resultado está por debajo del 4% se entiende que existe un riesgo cardiovascular elevado; entre el 4% y el 8% se considera intermedio; y, a partir del 8%, se sitúa en un rango cardioprotector deseable. Es decir, cuanto más alto sea el índice, más protegido estará el corazón: diferentes estudios científicos revelan esta correlación entre un menor riesgo de infarto, muerte súbita y mortalidad cardiovascular y total asociados a un mayor nivel del O3I.

  • En el estudio Framingham Offspring, incorporar el O3I mejoró la capacidad del modelo estándar para anticipar eventos cardiovasculares, lo que sugiere utilidad clínica incremental en estratificación de riesgo.
  • Un metaanálisis reciente con más de 310.000 participantes asoció niveles altos de Omega-3 con reducciones relevantes en muerte súbita cardiaca y mortalidad cardiovascular, reforzando su impacto potencial a nivel poblacional.
  • El análisis conjunto de 17 cohortes, con más de 42.000 personas y seguimiento prolongado, halló menor mortalidad total (en torno al 15–20%) en quienes presentaban niveles más elevados de Omega-3.
  • Estudios previos en EEUU y Europa ya habían vinculado O3I ≥ 8% con menor mortalidad coronaria, ayudando a establecer el umbral como meta razonable.

Ya se ha apuntado que el pescado azul —sardinas, caballa, salmón, arenque o atún— constituye un grupo de alimentos que aportan EPA y DHA en cantidades significativas. Consumirlo dos o tres veces por semana (porciones de aproximadamente 100 g) ayuda a cubrir las recomendaciones habituales de 250–500 mg/día y a acercarse al rango óptimo del 8%.

La leche enriquecida con Omega-3 como vehículo de nutrición

No obstante, alcanzar por esta vía tal cantidad no resulta fácil por múltiples motivos. Las rutinas, la escasez de tiempo para elaborar una dieta equilibrada o, sencillamente, las preferencias personales dificultan esta ingesta. Por eso, los alimentos enriquecidos han asumido un rol vehicular para estos compuestos. Y, entre ellos, la leche enriquecida con Omega-3 es, tal vez, el máximo exponente. Puleva ofrece una fórmula de este tipo que aporta, aproximadamente, la mitad de la ingesta diaria recomendada por la OMS. Es decir, bebiendo un vaso de leche se puede lograr un aporte beneficioso para el corazón. Tan sencillo como eso.

Los resultados, eso sí, no son inmediatos, por lo que hay que tener constancia más que abogar por un consumo esporádico. Ya se ha mencionado que el Índice Omega-3 traza la alimentación de los últimos tres o cuatro meses, lo que remite a un periodo similar para que su presencia se note en los análisis. A partir de ahí, lo dicho: regularidad en la ingesta de leche Puleva enriquecida con Omega-3 como estrategia para mantener niveles altos de O3I de forma sostenida.

Aunque la salud es el objetivo más importante y obvio en esta ecuación, este indicador en sangre de Omega-3 tiene asociados también aspectos intangibles que le confieren un valor añadido. Se puede aducir, por ejemplo, su doble enfoque: el de ser un marcador biológico objetivo y útil, por un lado; y el de ser una manera de reorientar nuestros hábitos alimentarios, una especie de guía que conecta la mesa con la salud cardiovascular. Y que, además, no exige cambios radicales, sino persistencia. El corazón lo agradecerá, sin duda.

Referencias

- Franco WG, O’Keefe EL, O’Keefe JH, Tintle N, Marchioli R, Harris WS. Omega-3 index improves upon the pooled cohort equation in predicting risk for CVD. J Clin Lipidol. 2025;19(2):286-293. (n=2.550; 9,1 años).

- Kim M, Shim A, Moon I, et al. Effects of n-3 fatty acids on sudden cardiac death, fatal coronary heart disease and cardiovascular mortality: a systematic review and meta-analysis. J Clin Med. 2024;13(13):3841. (24 estudios; n>310.000).

- Harris WS, et al. Blood n-3 fatty acid levels and total and cause-specific mortality: pooled analysis of 17 prospective cohort studies. Nat Commun. 2021;12:2329. (n≈42.000; mediana 16 años).

- Harris WS, von Schacky C. The Omega-3 Index: a new risk factor for death from coronary heart disease? Prev Med. 2004;39(1):212-220.

- Harris WS, Del Gobbo L, Tintle NL. The Omega-3 Index and relative risk for coronary heart disease mortality: estimation from 10 cohort studies. Atherosclerosis. 2017;262:51-54.

- AESAN. Recomendaciones de consumo de pescado (3–4 raciones/semana). Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. 2019–2023.. Vamos a dar una oportunidad a la paz, al diálogo y a la negociación. Si eso fracasara veremos qué hay que hacer.