Lorena revela que la labor de un tatuador puede diversificarse.

Lorena revela que la labor de un tatuador puede diversificarse.

Sociedad

Una tatuadora, sin rodeos, sobre las ventajas de su trabajo: “En temporada alta puede ganar unos 4.000 euros”

Laura reveló que la industria del tatuaje se ha revalorizado en los últimos años brindado beneficios para las personas con mayor compromiso y responsabilidad.

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La industria del tatuaje, contrario a períodos anteriores, se ha consolidado como una de las áreas creativas con mayor crecimiento en España, con un sector que factura más de 200 millones de euros al año. Sin embargo, detrás de la estética y la moda hay un negocio que exige inversión, formación y constancia. Lorena, tatuadora con más de quince años de experiencia, lo resume sin adornos: el oficio permite vivir con cierta comodidad, pero solo si se asumen los costes y la disciplina que implica.

Entre pasión y esfuerzo diario

Lorena comenzó en 2008, en una pequeña sala de la mano de su padre, practicando gratis hasta perfeccionar la técnica. Hoy dirige su propio estudio, coordina a otros tatuadores y forma a quienes buscan dedicarse profesionalmente.

En una entrevista con el influencer Adrián G. Martin, asegura que lo más satisfactorio es transformar en arte lo que un cliente lleva en mente y ver cómo ese diseño queda marcado en la piel para siempre.

Pero a la par de este entusiasmo debe converger la exigencia y el compromiso. De acuerdo con Laura, un profesional tatuador debe estar listo para jornadas de 30 horas semanales, preparación de diseños personalizados y un cuidado extremo en medidas higiénicas y sanitarias.

El ingreso mensual depende del ritmo de trabajo y la temporada. En los meses más activos, sobre todo en invierno, Lorena calcula que puede llegar a unos 4.000 euros, mientras que en temporada baja la cifra ronda los 1.000 a 1.500.

El precio varía según la pieza a trabajar: un tatuaje pequeño puede costar entre 50 y 60 euros, una sesión de mañana completa unos 250, y un proyecto de gran tamaño hasta 500 por jornada, lo que implica varias sesiones para completarlo.

Rentabilidad frente a costes

La rentabilidad es atractiva, pero los gastos reducen el margen. “Un tatuaje de 50 euros deja alrededor de 20 limpios después de materiales e impuestos”, explica. Mantener un estudio implica entre 6.000 y 8.000 euros al mes en alquiler, seguros, recogida de agujas y servicios básicos.

A eso se suma una inversión inicial de entre 4.000 y 12.000 euros, que puede tardar hasta dos años en recuperarse. Por ello, muchos estudios diversifican alquilando cabinas a otros tatuadores y apostando por la formación como ingreso adicional.

Uno de los principales problemas es el intrusismo: tatuajes en domicilios sin garantías sanitarias ni seguros, que compiten con precios muy bajos y ponen en riesgo la salud de los clientes. La normativa actual solo exige un curso higiénico-sanitario de 15 horas, aunque en algunas comunidades ya se plantean requisitos más estrictos para abrir estudios.

Lorena no duda en señalar que la clave está en la formación continua y en dignificar la profesión con precios mínimos que reflejen la calidad y la seguridad. De cara al futuro, busca consolidar su faceta como formadora online y continuar transmitiendo su experiencia. “Este trabajo me ha dado libertad y estabilidad, pero también exige constancia. Si quieres vivir de esto, no basta con saber dibujar: necesitas compromiso, disciplina y mucho respeto por la piel de cada persona”.