Molinos de Consuegra, en Toledo.

Molinos de Consuegra, en Toledo.

Sociedad

10 Paradas que cambiarán para siempre tu ruta por La Mancha

Desde las llanuras de Albacete hasta la noble Almagro, atravesando los meandros del Júcar y los humedales encantados de las Tablas de Daimiel, Castilla-La Mancha guarda en su corazón parajes legendarios, donde la historia y el paisaje destacan en cada rincón.

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Pocas tierras albergan tanta historia como Castilla-La Mancha, un viaje por paisajes de molinos e hidalgos literarios, como el único e inigualable Don Quijote, cuyas hazañas han traspasado fronteras, llegando a todos los rincones del mundo. Las colinas y los parajes escondidos a lo largo y ancho de los paisajes cervantinos fusionan tradición y naturaleza en mil formas distintas, dibujando así una ruta de contrastes, con remotos pueblos y singulares parajes que se pueden descubrir al volante.

Son muchas las historias que acontecen en este lugar con un patrimonio que sabe a migas, pisto y, cómo no, a queso artesanal. Es una tierra de inéditos paisajes que aún están por descubrir e inesperada naturaleza capaz de impresionar desde el primer momento. Humedales icónicos, ciudades históricas y enclaves legendarios que forman parte de un recorrido que rompe con los tópicos de lugar de paso para dejarse llevar por todas las maravillas que se pueden encontrar en Castilla-La Mancha.

Sin ir más lejos, en su interior podemos encontrar 10 lugares para disfrutar, entre los que se incluyen los mejores alojamientos, con una ubicación estratégica e instalaciones inmejorables. De esta manera, los viajeros podrán disfrutar del espíritu castellano que caracteriza la zona.

Albacete, una ciudad manchega llena de sorpresas

Nuestra ruta comienza en la ciudad de Albacete. Una auténtica caja de sorpresas para quien nunca se haya aventurado a visitarla. Además de sus edificios modernistas y su imprescindible Pasaje Lodares, que podemos considerar, sin temor a equivocarnos, que es la calle cubierta más bella de España, debes incluir en el recorrido otros lugares que llamarán tu atención.

El Parador de Albacete es una tranquila quinta manchega donde probar la cocina regional y descansar después de un día de visitas.

El Parador de Albacete es una tranquila quinta manchega donde probar la cocina regional y descansar después de un día de visitas.

Es el caso de la catedral de San Juan Bautista, con murales de Casimiro Félix Escribá, que incluyen referencias iconográficas a Argentina y Nueva York (intenta descubrirlas); el refugio antiaéreo, de 1937, bajo la Plaza del Altozano; el museo de la Cuchillería, en un palacete de principios del siglo XX; y el CiAb (Centro de Interpretación del agua), que es uno de los mejores miradores de la ciudad. Y si te queda tiempo, el Teatro Circo, con su cúpula de constelaciones, y la estatua al cuchillero, que exige una foto junto a la figura de este icono de bronce albaceteño.

Este completo paseo por la Nueva York de La Mancha (como la denominaba Azorín) precisa un merecido descanso. Así que ¿por qué no elegir un sitio emblemático que mantenga ese espíritu castellano? El Parador de Albacete a apenas 5 minutos de la ciudad, es tu próximo destino para reponer fuerzas tras una buena caminata por la ciudad y, de paso, sentarte a la mesa de su restaurante y dejarte llevar por cualquiera de las maravillas culinarias de esta región: el imprescindible pisto, el popular atascaburras, el mojete, las migas ruleras… todo lo que dibuje el imaginario gastronómico manchego lo tienes a aquí a tu alcance. Incluso helado de queso manchego. Pura fantasía.

Del Parador te gustarán sus jardines, su entorno y sus instalaciones deportivas, así que puedes considerar este alojamiento como tu campamento base y pasar aquí unos días para recorrer los alrededores y acercarte hasta Alcalá del Júcar, en la comarca de La Manchuela albaceteña, a poco más de 50 kilómetros.

Una maravilla natural, Alcalá del Júcar

Alcalá del Júcar es un pintoresco pueblo, en plena garganta, que parece horadado en la roca de una montaña y se encuentra a orillas del río que le da la mitad del nombre. Sus casas, lo verás, parecen trepar hasta el castillo de lo alto, pintando una estampa sencillamente espectacular. La Ermita de San Lorenzo, el Castillo, la Iglesia de San Andrés, el Puente Romano o las casas-cueva son algunos de los principales atractivos de este lugar declarado Conjunto Histórico-Artístico.

Alcalá del Júcar, en Albacete, es uno de los pueblos más bonitos de España.

Alcalá del Júcar, en Albacete, es uno de los pueblos más bonitos de España.

A tu vuelta al alojamiento, hazlo por Alpera y acércate a ver su pozo de nieve. Una cúpula de piedra del siglo XVI, que servía para la producción y venta de hielo hace cinco siglos.

No puedes irte de tierras albaceteñas sin reservar un día para visitar el Nacimiento del Río Mundo, cerca de Riópar. Una inmersión en plena naturaleza, desde que abandonas el coche en la explanada para aparcamiento, y te adentras durante hora y media por un bosque de pinos y encinas y toda una suerte de arroyos y pozas naturales que ambientan más, si cabe, de encanto, este paisaje del Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima. Al llegar, se abre a tu vista una cascada de 300 metros que, en periodo de lluvias, puede verse en forma de torrente de agua a presión o, como lo denominan popularmente, “reventón”. Una maravilla de la naturaleza.

El Nacimiento del Río Mundo es un espectáculo de la naturaleza.

El Nacimiento del Río Mundo es un espectáculo de la naturaleza.

Villanueva de los Infantes, un destino de novela

Seguimos ruta, y nos adentramos en Ciudad Real, hasta llegar a Villanueva de los Infantes, el punto de partida que eligió Cervantes en su novela más universal. Ese lugar del que el célebre escritor no quiso acordarse en sus primeras líneas, donde vivía su famoso hidalgo. Paradojas literarias, hoy es un sitio digno de recordar. Durante el Siglo de Oro fue uno de los focos culturales de mayor esplendor del renacimiento y el barroco, atrayendo a ilustres personajes como Quevedo, que pasó allí sus últimos días. Ahora, su pasado se palpa en su arquitectura y presume de ser uno de Los Pueblos Más Bonitos de España y uno de los Conjuntos Históricos-Artísticos mejor conservados de aquella época.

Arco de la Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes, en Ciudad Real.

Arco de la Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes, en Ciudad Real.

Palacios, casas señoriales y más de 200 escudos grabados en sus fachadas, forman parte de esta mágica ventana al pasado que derrocha historia. Como la que ha quedado impregnada en los soportales de su Plaza Mayor, del siglo XVII. Como la que nos habla de La Casa de los Estudios, la casa del Arco o la de la casa- palacio del Marqués de Entrambasaguas. O como la del temido Tribunal de la Inquisición (lo reconocerás por el escudo del santo oficio en su puerta con una cruz y una calavera), la del convento de Santo Domingo, la Plaza de San Juan o la calle Cervantes. Historia en estado puro. Porque cada rincón de la localidad sirve siglos en bandeja.

Cuna del turismo y zona de descanso

A 40 kilómetros de allí encontramos nuestro segundo alojamiento de esta ruta. Una casa castellana en la que satisfacer, de nuevo, el apetito regional y encontrar, entre visita y visita, un rato de paz y desconexión y un lugar acogedor donde sentirte como en casa pero más especial. El lugar elegido es el Parador de Manzanares.

El Parador de Manzanares fue el primer albergue de carreteras del país.

El Parador de Manzanares fue el primer albergue de carreteras del país.

Estarás alojado en el que fuera el primer albergue de carreteras del país. No encontrarás un sitio más idóneo para parar y hacer un paréntesis en este road trip. La tranquilidad es la seña de identidad de este apacible establecimiento de 49 habitaciones, que sigue manteniendo la forma circular del albergue original en su parte trasera, y que presume, en su carta, de especialidades como el bacalao gratinado con alioli de azafrán, las judías estofadas con perdiz o la paletilla de cordero lechal, para degustar junto a un gran mural de cerámica de Tomás Egea. Concebido originariamente como un sitio de paso, ahora, en cambio, es un lugar para quedarse y para disfrutarlo. Y saborearlo despacio. Igual que todo ese legendario entorno que nos lleva a tierras de novela, como Consuegra, con un castillo en lo alto, o Campo de Criptana, (ambos a poco más de 50 kilómetros de Manzanares), donde contemplar los icónicos molinos de viento, que no gigantes, y el pintoresco barrio del Albaicín, pintado de añil y blanco. Lugares de identidad hiperbólica.

Dos destinos obligatorios de la Mancha húmeda

A 35 kilómetros del Parador de Manzanares encontramos el espacio natural de Las Tablas de Daimiel. Un oasis para animales y plantas, que cautiva a los visitantes. Más de 200 especies de aves pasan aquí el invierno. Y es posible avistar, según la época, a garzas imperiales, patos colorados o martinetes, por citar algunos. Además, el parque cuenta con varias rutas, a cuál más recomendable.

Las pasarelas de madera de Las Tablas de Daimiel ofrecen un bonito paseo entre los humedales

Las pasarelas de madera de Las Tablas de Daimiel ofrecen un bonito paseo entre los humedales

Por ejemplo, puedes recorrer 800 metros y acercarte a la Laguna Permanente. También puedes optar por el itinerario de la Isla del Pan, de 2 kilómetros, que a través de bonitas pasarelas de madera, accede al Bosque de los Encantos. O elegir una senda de kilómetro y medio con cuatro observatorios, en la ruta de la Torre de Prado Ancho.

A apenas 60 kilómetros de tu alojamiento tienes también las Lagunas de Ruidera. Quince lagunas escalonadas que van vertiendo, de unas a otras, el agua del río Pinilla. Barbos, peces fraile o nutrias habitan en estas aguas, esculpidas por meandros y cascadas, que en algunos puntos alcanzan los 20 kilómetros de profundidad.

Laguna Conceja, en Ruidera

Laguna Conceja, en Ruidera

La Laguna del Rey, la Cascada de la Batana, el Santo de la Redondilla, el Chorro de las Minas o la Cascada de la Lengua son algunos de los puntos más bonitos de este paraje hídrico, en el que también pueden verse águilas reales, tejones, jinetas o jabalíes, vertebrado por acuíferos subterráneos. Y, volviendo a evocar a Cervantes, también hay aquí referencias quijotescas, como la cueva de Montesinos (a cuyos murciélagos, Cervantes llamaba “pájaros del infierno”), el Castillo de Rochafrida o la ermita de San Pedro. Búscalos y disfruta de la naturaleza más literaria. Otro lugar de interés es el Puente de la esclusa, donde puedes ver un canal del siglo XVIII, ideado por el arquitecto Juan de Villanueva (el artífice del Museo del Prado de Madrid), para derivar agua de estas lagunas a los campos de riego manchegos.

Almagro, escenario del Siglo de Oro en España

De Parador en Parador. Abandonamos el alojamiento de Manzanares y dejamos atrás los paraísos naturales de La Mancha para sumergirnos de nuevo en la historia y en el esplendor del teatro del Siglo de Oro. Almagro es el escenario ideal para ello. Pero antes de conocerlo, hagamos el check-in en el Parador de Almagro. Un convento franciscano del siglo XVII, de marcado carácter renacentista, a pocos pasos de la Plaza Mayor. Deja rápido las maletas y date el gustazo de deleitarte con sus espacios originales: su sacristía (el lugar donde se guardaban los objetos de culto), su sala capitular (sitio de reunión), su escalera y su bodega. Y deja que la calma te envuelva en cualquiera de sus catorce patios. Seguro que entre tanta opción, hallas tu espacio y, de paso, te encuentras contigo mismo.

Habitación del Parador de Almagro, un convento franciscano del siglo XVII.

Habitación del Parador de Almagro, un convento franciscano del siglo XVII.

Tras tu flechazo personal con el Parador, que lo tendrás, es hora de patear las calles de Almagro. Lo primero, ve a su imponente Plaza Mayor, donde se encuentra el mítico corral de comedias, el único teatro del Siglo de Oro que se conserva íntegro en España y en uso. Te sorprenderá su estructura original, del siglo XVII. Puedes hacer una visita guiada o teatralizada o, si tu visita coincide con alguna obra, sentarte a vivir el espectáculo, como 400 años atrás lo hacían otros ante las obras de Tirso de Molina, Lope de Vega o Calderón de la Barca.

Plaza Mayor de Almagro

Plaza Mayor de Almagro

Con el telón aún levantado, visita el Museo Nacional del Teatro, que se encuentra en los Palacios de los Maestres de Calatrava. La iglesia barroca de San Agustín también merece una visita. Y no olvides el almacén de Fúcares, el convento de la Asunción de Calatrava, con uno de los claustros renacentistas más bellos y menos conocidos de España. Después de patear las calles te recomendamos verlo todo con perspectiva. Con la que ofrece el Mirador del Siglo de Almagro, un antiguo almacén de cereales, de principios del XX, revestido de color por el artista Antonio Laguna.

Uno de los patios del Parador de Almagro, al atardecer.

Uno de los patios del Parador de Almagro, al atardecer.

¿Saciado el apetito cultural? Es hora, entonces, de que vuelvas al Parador y colmes tu gazuza. En su restaurante, ubicado en el antiguo refectorio (el comedor de los monjes) puedes pedir gachas manchegas, duelos y quebrantos, bacalao a la Orden Calatrava o bizcochada manchega. Todo un delirio digno de hidalgos de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.

Un extra para no volver a casa, aún

¿Aún no quieres volver a casa? La carretera es tuya. Y el Parque Nacional de Cabañeros, entre Ciudad Real y Toledo, tu próximo destino. Allí, el contraste de paisajes te dejará con la boca abierta. Tiene zonas que te recordarán a la sabana africana, como la Raña de Santiago, una espectacular llanura sembrada de encinas, alcornoques y quejigos, por la que los ciervos campan a sus anchas. Y otras que parecen trasladarte a los frondosos bosques del norte, como la zona de los Robledales, que ofrece un lienzo de helechos, tejos y arces. En el embalse de Torre Abraham podrás ver a las grullas en otoño. Y si levantas la vista al cielo, el águila imperial o el buitre negro pueden dedicarte el vuelo.

Parque Nacional de Cabañeros.

Parque Nacional de Cabañeros.

Sin duda, no hay estampa más idílica para terminar este fascinante viaje de carretera por el corazón de La Mancha. Una experiencia de locura, que vivir al menos una vez en la vida, antes de morir cuerdo, como lo hizo el ingenioso hidalgo.

'10 Paradas que cambiarán para siempre tu ruta por La Mancha' es un contenido elaborado por Marcas Ñ en colaboración con Paradores.