Toda una vida dedicada al trabajo.

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Sociedad

Paco Carrasco, jubilado: "Hay pensiones que no llegan ni a 800 euros, es imposible poder vivir así"

Este sevillano se abre en canal sobre uno de los problemas que afecta a casi diez millones de personas en España.

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A sus 82 años, Paco Carrasco no se define por su jubilación, sino por una vida de aprendizaje constante, trabajo duro y una curiosidad inagotable. Vive en Sevilla junto a su esposa, y aunque sus días ya no están marcados por la rutina laboral, sigue siendo ese hombre que no se cansa de aprender, de observar y de absorber el mundo como una esponja.

Nació en una época donde las oportunidades eran escasas y las necesidades muchas. A los 13 años, Paco tuvo que dejar la escuela para empezar a trabajar. "No pude estudiar ninguna carrera, aunque me hubiera encantado. Creo que tenía capacidad para ello, pero no había elección", recuerda sin rencor, pero con la nostalgia de quien sabe que su vida pudo haber sido distinta. Sin embargo, lejos de resignarse, Paco tomó el camino más difícil: el del autodidacta.

"Leía todo lo que caía en mis manos", dice con orgullo. Con el paso del tiempo, su afición se convirtió en una pasión: llegó a tener una biblioteca personal de más de 1.500 libros. "Procuraba ser una esponja. Cada libro era una ventana a algo nuevo", explica. Esa sed de conocimiento, que ahora a muchos les falta, lo acompañó durante toda su carrera profesional.

Paco tuvo que cambiar su rutina con la jubilación.

Paco tuvo que cambiar su rutina con la jubilación.

Su recorrido laboral fue tan intenso como variado. Entró como aprendiz en una empresa alemana de ingeniería, y desde ahí fue escalando sin parar: primero responsable de equipo, luego delegado en Andalucía, y finalmente director de una sucursal en Sevilla. "Tuve la suerte de poder crecer dentro de la empresa. Fui cogiendo cada oportunidad que se me cruzaba", relata.

El cargo de delegado le obligó a recorrer cientos de carreteras. "He tenido más de 15 coches y he hecho cerca de dos millones de kilómetros", cuenta como si hablara de una hazaña ajena, con una mezcla de humor y respeto. "Fue una experiencia brutal. Conocí a mucha gente, muchos lugares, y cada viaje me enseñaba algo nuevo".

Sin embargo, cuando menos lo esperaba llegó la prejubilación y con ella una reducción del 35% en su pensión. Lejos de dejarse vencer por el desánimo, decidió abrir una pequeña ferretería, que mantuvo activa hasta los 65. "No podía quedarme quieto. Siempre he necesitado tener algo entre manos", asegura.

Hoy, su rutina es otra: bricolaje, ordenador, lectura y algún que otro viaje con el Imserso. Pero Paco no idealiza la jubilación y es que según explica "Lo peor de la jubilación y la edad es estar en 'parrilla de salida', con miedo a los males y achaques", reflexiona sobre la situación a la que los de su edad se enfrentan, con la serenidad de quien lleva toda una vida dedicada al trabajo.

Un problema que afecta a un gran colectivo.

Un problema que afecta a un gran colectivo.

Y es que a pesar de los años, mantiene una lucidez y una claridad de ideas que impresionan. Pero Paco no se engaña ni intenta maquillar la realidad. Y es que su pensión, sumada a los ahorros que logró reunir durante sus más de 45 años de trabajo, le permite mantener una vida relativamente tranquila. "Al mes vivo con la pensión y porque tengo 'mi otra ayuda'", dice. Esa "otra ayuda" que no viene del Estado, sino de él mismo: un colchón económico que construyó poco a poco, con esfuerzo y previsión.

Pero como explica: "Si no tuviera la 'otra' ayuda, sería vivir con dificultades", reconoce. Y es que, aunque su situación no es de las peores, no todos los jubilados pueden decir lo mismo. "Hay pensiones que no llegan ni a 800 euros. ¿Cómo vive alguien así pagando alquiler, luz, medicinas? Es imposible", lanza con indignación.

Es por ello que Francisco no habla solo por él. Su mirada está puesta en la tercera edad, en esos casi 10 millones de personas que, como él, lo dieron todo durante décadas. "No se puede hacer invisible a una generación entera. Nos merecemos respeto y presencia. No con lástima, sino con dignidad", afirma con firmeza.

Un mensaje que en el fondo también es un legado para los jóvenes. "Que luchen por lo que quieren y, si pueden, que elijan un trabajo que les guste, que es lo más importante. Y que no se olviden prepararse para la jubilación, porque aunque ahora la vean lejos, llega antes de lo que uno cree", dice, como quien comparte una lección aprendida a pulso.