El pasado 10 de marzo, un esquiador madrileño sufría un infarto en la estación andorrana de Pas de la Casa. Los sanitarios le atendieron rápido y los bomberos lo trasladaron en helicóptero al Hospital de Sant Pau, pero no pudieron hacer nada por salvar su vida. El hombre fallecía poco después, habiendo estado en cotacto con médicos y personal de enfermería. Tras el deceso, el cadáver fue sometido al test del Covid-19. El resultado: positivo.

Esta fue, según la trazabilidad de los casos, uno de los casos que introdujo el Sars-CoV-2 en Andorra, el pequeño país pirenaico que ahora sufre uno de los mayores incrementos porcentuales de habitantes infectados del mundo, con más de un 150% de aumento de casos diagnosticados. El fin de semana se registró el primer fallecimiento por esta causa. El virus empieza a hacer estragos en el país. Y no solamente en el ámbito sanitario. Hay otro drama que, a causa de la gravedad de las circunstancias por el ingente número de muertes, está quedando silenciado: el de los temporeros extranjeros varados.

Más de un millar de personas, procedentes especialmente de Argentina y Chile, se encuentran bloqueados en Andorra. No pueden volver a su país por el confinamiento, por el cierre de las fronteras, por la dificultad logística de estos días y por la súbita carestía de los pocos pasajes que se ponen a la venta. Tampoco pueden trabajar, porque sus contratos en temporales en hoteles y estaciones de esquí han expirado tal y como ha acabado la temporada de nieve. En ocasiones, no tienen ni sitio donde quedarse, dado que la mayoría tenía su residencia en el principado vinculada al contrato… que acaba de finalizar. Se ven en la calle en tiempos de quedarse en casa. 

Paraíso de temporeros

Andorra, uno de los paraísos europeos de los amantes de los deportes de nieve y de los trabajadores de temporada. Los que se pasan el verano trabajando en chiringuitos, hoteles y parques acuáticos de la península; acaban el verano firmando algún contrato en Canarias y se mudan a las montañas en invierno para trabajar durante la temporada de esquí. De esos trabajadores eventuales, Andorra ha registrado más de 7.000 desde el pasado mes de noviembre. Sus contratos vencían, en su extensa mayoría, este mes de marzo.

Lo que nadie esperaba es que este mes irrumpiese, en este país de 70.000 habitantes, el coronavirus con una fuerza inusitada. El Govern de Andorra ya ha decretado el confinamiento de la población, después de que la última semana el virus se haya expandido por todo el principado y al que le han seguido la pista. El campeonato de esquí Skimo, en el que participaron varios deportistas del norte de Italia, fue una de las vías de entrada. El esquiador madrileño que falleció tras un infarto, la otra. Infectó a los sanitarios que le trataron, a los bomberos que le trasladaron, a los operarios del helicóptero y hasta a miembros del personal de pistas. La epidemia empezaba a gestarse.

Grupo de monitores argentinos varados en Andorra, entre los que se encuentra Ezequiel Scarsi

Trece días después, Andorra ha visto un grave casos diagnosticados. El Govern ha tocado a rebato. Ya hay más de medio centenar de casos confirmados. Las fronteras están cerradas y la gente en sus casas. Y es ahí donde aparece el drama de los temporeros. Más de 7.000 trabajadores eventuales, procedentes en su mayoría de Chile o Argentina, llegaron a finales del año pasado para trabajar en durante la temporada de nieve en hoteles o estaciones de esquí. Casi todos concluían sus vinculaciones contractuales este mismo mes, justo cuando el brote empezaba a extenderse por el país. Casi 2.000 siguen allí a la espera de poder volver a sus casas.

“Ni pagando fortunas es posible”

Florencia Menéndez es de Córdoba (Argentina) y llegó a hacer la temporada de invierno junto a su hermana y sus respectivas parejas. “Los 4 nos dedicamos a la hotelería en diferentes puestos y vinimos para trabajar en invierno. Ahora nos vemos varados y con todos los planes frustrados. De la nada nos hemos quedado sin nada porque nos han cancelado vuelos y hoteles que teníamos reservados”.

“Cada día que pasaba se ponía peor la cosa, porque cada día intentábamos conseguir la forma de llegar a Argentina, pero Argentina ha tomado medidas extremas que nos perjudican, como el cierre de fronteras. A principio se hablaba de que se podía llegar desde México, Chile o Brasil. Nos costaba una fortuna el pasaje. Ahora, ni pagando. Ni gastándote una fortuna con la desesperación de la situación es posible”, explica Florencia por teléfono a EL ESPAÑOL.

“Aquí estamos, esperando que alguien nos eche una mano, porque tenemos muchas preguntas sin respuesta que tampoco sabemos dónde encontrar. La incertidumbre que vivimos todos los días es asfixiante. Nosotros hemos tenido la suerte de seguir viendo en el apartamento en el que estamos desde que llegamos, porque hemos llegado a un acuerdo con los propietarios. Pero hay gente que se ha quedado sin techo y sin trabajo porque residían en los mismos hoteles en los que trabajaban y ahora los han echado fuera. Hay gente que no tiene ni dinero ni recursos para volver ni para quedarse. Creemos que Argentina nos ha abandonado, que podría hacer un poquito más”.

“No sé qué voy a hacer”

Como Florencia, hay al menos 1.270 trabajadores en la misma situación, según ha confirmado el gobierno andorrano en una rueda de prensa telemática. “Es complicado salir,no sé qué voy a hacer. Argentina ha anulado los vuelos de Europa. Muchos tenemos hasta el 31 para salir y seguimos con la incertidumbre. Espero noticias del consulado para poder volver. Si no, voy a tener que gastarme todos mis ahorros. La mitad de los monitores aquí son extranjeros y de esos, un 70% somos argentinos o chilenos”, le explicaba el monitor de esquí argentino Ezequiel Scarsi a EL ESPAÑOL en conversación telefónica. Scarsi,de 26 años, sigue residiendo en el mismo apartamento de Grand Valira en el que ha estado viviendo desde que llegó junto a su novia y otra pareja de argentinos.

Braian Di Rocca es otro de los argentinos bloqueados en Andorra

“Todo empezó el día 14, cuando cerraron las pistas. Enseguida decretaron la cuarentena. Yo tenía un pasaje de vuelta con Norwegian, que se canceló. Solamente repatriaban a la gente con billete de Aerolíneas Argentinas. Yo les dije que quería comprar uno, porque aquí nos habíamos quedado todos sin trabajo. Yo tuve la suerte de que me trabajaba para una gente que se portó perfecto, nos dejó quedarnos en los alojamientos y nos pagó el sueldo completo. Pero yo estoy en una situación privilegiada comparado con otras personas a los que han dejado en la calle”, cuenta Braian Di Rocca, otro monitor argentino varado en Andorra.

Los precios de los pocos billetes que se expiden estos días cuestan un auténtico dineral. Algunos protestan porque les piden más de 2.500 euros por un pasaje de vuelta a los países andinos. Otros, más afortunados, ya tienen el billete de vuelta a sus respectivos países, pero se encuentran con otro problema: los vuelos salen desde el aeropuerto de Barcelona. Llegar hasta allí es otro problema. 

Con pasaje… pero sin bus

Es el caso de Rodrigo Torres, un monitor chileno de esquí de 30 años que tenía que haber volado a Santiago el pasado viernes porque fue de los pocos afortunados en conseguir un vuelo. Afortunado a priori, porque el viaje finalmente fue anulado. Consiguió comprar otro pasaje para esta semana, pero ahora el problema radica en que no puede llegar a Barcelona: “Espero poder irme en algunos días, pero ahora que tengo el billete de avión, no estoy seguro de poder tener un billete de autobús para llegar a Barcelona”, le explicaba a EL ESPAÑOL. “Ahora son más las deudas que tengo que otra cosa, por tener que comprar los billetes en efectivo. Y el hospedaje, que no se sabe lo que va a pasar. La sensación de incertidumbre, de estar tan lejos de los tuyos.... Yo me vine también por la situación terrible en la que está Chile. Pero ahora todo eso pasa a un segundo plano”.

Rodrigo Torres es chileno y sigue en Andorra sin poder salir

El gobierno andorrano aprobó el lunes por la mañana una ley ómnibus en la que también se contempla la posibilidad de ordenar a los empleadores de estos temporeros que les cedan un espacio para poder dormir y confinarse, bien sea en los apartamentos que han estado ocupando hasta la fecha, bien sea en las habitaciones de los hoteles donde han estado residiendo y trabajando hasta que han concluido sus contratos.

“No volváis”

Pero, de momento, la incertidumbre. Argentina parece haberse despreocupado de sus ciudadanos en zona de coronavirus. Además, la vuelta de estos trabajadores ha generado polémica en la opinión pública. Y es que son muchos los argentinos que se quejan en redes sociales de que se les permita regresar a estos trabajadores en un momento en el que el virus está descontrolado. “La prensa argentina también nos ha perjudicado mucho al hacer creer que nuestro desplazamiento afuera se hizo cuando ya estaba decretada la cuarentena; que hemos desobedecido las órdenes del gobierno, y eso es mentira. La reacción de mucha gente en Argentina ha sido terrible, nos dicen que no volvamos. Hay mucha gente que se saltó recientemente las instrucciones, pero nosotros llegamos aquí hace meses, cuando todo estaba bien”, repite Florencia indignada "por la falta de empatía de algunos de mis compatriotas".

Florencia siendo entrevistada por una televisión de Buenos Aires

Ahora, de momento, tienen la tarjeta verde (residencia) hasta el mes que viene. Entretanto, intentan salir de cualquier manera de Andorra, en dirección a su país. Matan el tiempo tomando mate y viendo Netflix y son conscientes de que, tal y como se han ido desarrollando los acontecimientos, van a tener que quedarse al menos un mes más en Andorra. “Muchos tenemos estancia garantizada hasta final de mes, porque las estaciones de esquí y los hoteles se están portando muy bien. Pero hay otros compatriotas, como otros que trabajan en rent-a-car, que se han visto en la calle y solamente les han pagado la mitad del mes”, se queja Ezequiel.

Ellos tienen alojamiento hasta final de mes. De momento, la solidaridad de los empleadores y las medidas del gobierno andorrano (que ha puesto en marcha un registro de este tipo de trabajadores y se ha comprometido a avisarles cuando haya vuelos disponibles) están haciendo que lo sobrelleven mucho mejor. Pero marzo acabará y estos trabajadores, bloqueados a miles de kilómetros de sus casas, se volverán a encontrar con un escenario incierto del que no saben cómo van a salir.

Mientras tanto, la policía sigue trabajando a conciencia en Andorra, dado que se han registrado muchos casos de snowboarders que se han saltado la prohibición y se han lanzado a las montañas, aprovechando que ahora las pistas están vacías. Andorra tiene que lidiar con ellos, con los temporeros varados, con la pésima logística para realizar pruebas (tienen que mandar los tests a Barcelona o a Madrid para que los analicen) y al incremento de contagios de un virus que ya se ha llevado por delante la vida del primer andorrano. Esto no ha hecho nada más que empezar, pero en la pequeña Andorra, el virus va rápido.

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